lunes, 5 de diciembre de 2016

Europa empieza a dar asco

Artículo de Juan Torres López, publicado con fecha 4/12/2016 en ctxt del diario PUBLICO.


Los dirigentes europeos parecen empeñados en que no pase un día sin que las personas corrientes tengamos que sentir algo más que vergüenza de lo que hacen en materia económica (por no hablar de otras decisiones en temas incluso de mayor calado humano como el de los refugiados).
Se siente vergüenza cuando se empecinan en aplicar políticas que son un manifiesto fracaso pero se siente algo peor cuando se comprueba que no lo hacen por error sino como una farsa gigantesca para poder darles todavía más a los que ya lo tienen casi todo.
Se dijo por activa y pasiva que los recortes sociales y las ayudas multimillonarias a la banca eran la condición necesaria para recobrar la actividad y el empleo, para reducir la deuda y para asegurar definitivamente el sistema financiero. Pero lo cierto es que desde que empezaron a aplicarse en la Unión Europea al estallar la crisis hay unos siete millones menos de empleos a tiempo completo, seis millones más de parados, otros casi seis millones más de empleos no voluntarios a tiempo parcial (en la UE28), cinco millones más de personas en riesgo de pobreza y 35 puntos más sobre el PIB de deuda pública (en la Eurozona). Y los bancos se siguen encontrando en insolvencia y muchos de ellos a punto de estallar de nuevo en cualquier momento. Pero eso no es solo un fracaso o un error sino un engaño porque eran multitud los economistas que habían advertido que esto era justamente lo que iba a ocurrir cuando las autoridades decían a los ciudadanos que sus políticas frente a la crisis eran seguras, las adecuadas y plenamente infalibles.
Se siente algo mucho peor que vergüenza cuando se tiene noticia de propuestas como la que acaba de lanzar  la comisaria europea de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, como siempre de modo sibilino y completamente al margen de las instituciones representativas y del debate democrático.
Según ha dejado caer la comisaria, la Comisión Europea pretende promover un amplio programa de gasto militar que quedaría exento a la hora de calcular el déficit público que, como se sabe, no debe superar el 3% del PIB de cada economía.
Como he explicado en el libro que acabo de publicar (Economía para no dejarse engañar por los economistas. Ediciones Deusto), este criterio del tres por cien no tiene  base científica ninguna. No hay nada, absolutamente nada que lo justifique. Se podría haber puesto el 1, el 5 o el 30 por ciento con el mismo fundamento económico, es decir, con ninguno. El criterio del 3% del PIB como límite del déficit público se lo inventó un funcionario francés, Guy Abeille, cuando su jefe le pidió alguna norma para que el recién elegido presidente Mitterrand pudiera frenar las demandas de más presupuesto que le hacían sus ministros. En unos minutos tuvo que inventarse algo siendo plenamente consciente de que no había ningún economista ni teoría económica alguna que proporcionaran algo así. Pero como tenía que ofrecer rápidamente una solución a sus superiores se decidió por el 3%.
Tal y como reconoció el propio Abeille años después, el 1% o el 2% le parecía demasiado poco mientras que “el tres es una figura sólida que tiene detrás de él precedentes ilustres [...], un amplio eco en la memoria común: las tres Gracias, la Trinidad, los tres días de la Resurrección, los tres órdenes de la alquimia, la triada hegeliana, las tres edades de Augusto Compte, los tres colores fundamentales, el acuerdo perfecto..., la lista es infinita…”.
Aunque pueda parecer mentira, esa y no otra es la teoría o la ciencia económica que hay detrás del criterio del 3% del PIB que se impone como límite del déficit público a las naciones europeas. Ninguna. Un engaño que hasta el que fue presidente del Instituto Monetario Europeo, Alexandre Lamfalussy, reconoció sin tapujos: “Los gobernadores son gente demasiado honesta y que saben que los criterios son arbitrarios. Yo jamás habría aceptado cifras de este género”.
El criterio del 3% es una arbitrariedad, una farsa, pero, además, algo completamente inútil para lo que aseguraban que iba a servir, es decir, para reducir la deuda: cuando comenzó a utilizarse como criterio de cumplimiento obligatorio para todos los países la deuda era aproximadamente de un 55% del PIB, como media de los países europeos, y ahora, como he señalado, supera el 90%. 
La prueba de que se trata de una cifra completamente arbitraria, que no se establece así porque sea mejor o peor para la economía o para reducir la deuda, sino como recurso de los dirigentes europeos para disciplinar y someter a los gobiernos y para anular su capacidad de maniobra, es que se puede incluir o dejar de incluir dentro de ese porcentaje lo que le venga en gana a quien lo impone. Si de verdad fuese imprescindible que el déficit público no sobrepase el 3% del PIB daría igual que fuese a causa del gasto militar o del gasto en educación porque no hay ninguna razón que pueda justificar que el gasto militar sea inocuo desde el punto de vista de la deuda que genere y cualquier otro no. Y si no hay ningún problema para dejar fuera del cómputo del déficit el gasto militar, con el exclusivo propósito de que los grandes grupos industriales hagan negocio con el dinero de la gente ¿por qué no se deja fuera el gasto social, que es imprescindible para evitar que millones de personas vivan en la indigencia, pierdan su vivienda, carezcan de recursos y formación o incluso mueran por falta de atención? ¿dónde está escrito que la economía no se resienta si (al margen de ese 3%) se incrementa el gasto militar y que, por el contrario, sí sufra si aumenta el gasto social que se necesita para que la inmensa mayoría de la población sobreviva y disponga de bienes y servicios esenciales para su sustento diario? ¿qué argumento económico justifica que se pueda “perdonar” el déficit que genere el gasto militar y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los ingresos de millones de personas y empresas?
No se cansen: no hay respuesta para esas preguntas. O, al menos, no hay respuesta económica, científica o razonable. Se permite el gasto militar y no cualquier gasto social o humanitario, o incluso de apoyo a la vida empresarial que crea riqueza efectiva, porque el criterio del 3% solo busca amedrentar a los gobiernos y a la ciudadanía para conseguir lo que efectivamente se viene logrando con él: que los más ricos y poderosos lo sean cada vez más.
Decía hace unos días el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que la integración europea se había debilitado en los últimos tiempos por los populismos. Una opinión que demuestra que las autoridades europeas han perdido completamente el norte y que no entienden el sentido de las cosas que están pasando y de las que se encuentran ya a la vuelta de la esquina en Europa. Eso que llaman los populismos no es lo que debilita la integración europea sino la consecuencia de haber querido integrar a Europa a base de mentiras y de políticas que constantemente han dado como resultado lo contrario de lo que se decía que traerían consigo.
Cuando se ha hecho sufrir a millones de personas y cuando han muerto miles a causa de los recortes, cuando se han deteriorado los servicios públicos y no se han atendido las necesidades básicas de la población porque, según se decía, había que cumplir a rajatabla la norma del déficit, y de pronto se dice que no hay límite para comprar armamento, carros de combate o minas, ¿tienen también culpa los populismos del asco o de los negros fantasmas que comienzan de nuevo a recorrer  Europa?

jueves, 1 de diciembre de 2016

El sistema más cruel

Artículo de Pedro Luis Angosto en Nueva Tribuna de fecha 30/11/2016.

 
En el capítulo II del Manifiesto Comunista, Marx y Engels exponían la necesidad de que los partidos obreros luchasen para imponer, entre otras cosas, impuestos fuertemente progresivos y la creación de un banco estatal que centralizase el crédito. Cuando estalló la gran estafa capitalista que ha dado lugar a esta crisis, muchos creyeron llegada, por fin, la hora de enterrar para siempre las políticas económicas neoconservadoras y retomar otras que apartasen al hombre del camino de la jungla y lo recondujeran al de la justicia social, un camino dónde nadie necesitase ni fuese capaz de pisar a nadie para ser alguien, para sobrevivir con dignidad. El sueño del eterno retorno a la senda del progreso, entendido tal como se hacía hace un siglo, habitó de nuevo entre nosotros por unos meses cuando todo parecía irse al carajo y los Estados enterraban billones de euros en las criptas de los bancos de todo el mundo para evitar el colapso total y conseguir que todo siguiese el rumbo que Dios, que es todopoderoso y el más listo de la clase, tiene señalado en ese cuaderno de bitácora que algunos dicen inescrutable y escrito sobre renglones torcidos, pero que es el más diáfano y comprensible de cuantos ser humano o divino haya escrito: El rumbo de la explotación creciente.

Cuando se llevan años andando por el desierto, los espejismos se hacen cada vez más evidentes, más claros, más reales, y aquellos deseos, aquella furia por volver a leer a Marx y Engels, a Bakunin y Kropotkin, incluso a Piketty o Bauman, han quedado en eso solamente, en un deseo evanescido al contacto con la realidad que imponen los incontestados dueños del mundo. Era un sueño, un anhelo, una necesidad que latía en el pensamiento de cuantos ansiamos ver desaparecer un sistema esencialmente injusto, cruel y despótico, un sistema  basado, sin eufemismos de ningún tipo, en la explotación de la inmensa mayoría de los hombres por una minoría de desalmados. Hoy, cuando algunos hablan de recuperación económica, de salida del túnel, de brotes verdes, son de nuevo legión los políticos, periodistas y teóricos de la economía que vuelven a hablar de las recetas antiguas, de aquellas recetas que inventó el hombre de Atapuerca y que cobran de nuevo vigor al calor de la indiferencia de los trabajadores, divididos en castas irreconciliables según el nivel de sus ingresos o su posición social, y de la credibilidad que le otorgan los grandes medios de comunicación. Después de lo ocurrido, escuchar a determinados doctores de la iglesia neoconservadora asegurar que la política del actual gobierno es maravillosa porque predica la desregularización total del mercado laboral, la reducción del papel del Estado a la mínima expresión, es decir a la del Estado policía al servicio de los más pudientes, o la bajada de impuestos que inevitablemente conlleva privatizaciones y drásticos recortes en las prestaciones sociales básicas, es para liarse a montar barricadas en Cibeles, en Canaletas o en la calle Mayor de mi pueblo, que se llama Caravaca y tiene por patrona a la Santísima Cruz del Castillo. Yo estaría dispuesto a ir con mis maderos, mis sacos terreros y mis adoquines, pero mucho me temo que nos veríamos unos cuantos, como siempre ocurre, contra las fuerzas del orden y la ley vieja, deseosas de acabar con su trabajo cuanto antes para hacer lo que hace la buena gente: Ver el furbó nuestro de cada día, que es una de las pocas cosas que une a los trabajadores de todas las clases y territorios. De modo que mientras unos cuantos estaríamos a merced de las porras y las armas reglamentarias de la pasma por aquello de la revolución social, los otros, que son los más y, como decía Cervantes, saben que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos, acallarían nuestros gritos indignados con la euforia inconteniblemente exteriorizada que provocan los goles de Messi, Ronaldo, Griezmann  o Vitolo, verdaderas nuevas divinidades de un mundo ateo-confesional que confía la educación de sus hijos a un clero cada día más reaccionario y lerdo.

Y no es que uno sea pesimista respecto al proceso histórico, quiá, ni mucho menos, todo lo contrario. Lo mismo que las especies evolucionan contrariando a Ratzinger, Trump, Rajoy, Lara, Hernando o Kiko Argüello, también lo hacen las sociedades y aunque se pasen periodos abúlicos como el actual, es indudable que dentro de unos años todo esto parecerá un mal sueño y esta etapa todavía primitiva y salvaje de la historia del hombre se verá superada por otra mucho más justa, libre y generosa. No quita esta reflexión para que uno se niegue a ver la realidad en la que vive y afirme, sin ningún género de dudas, que no estamos, ni mucho menos, en vísperas revolucionarias sino todo lo contrario: Pasados ocho años del huracán que barrió el mundo esparciendo los depósitos de las letrinas del capital entre todos nosotros, después de haber leído a tanto cándido, bienintencionados unos y malintencionados otros, anunciando el comienzo de una nueva era, de un modelo de sociedad más justa, las cosas han vuelto a su cauce, pero a un cauce diseñado de nuevo por los neoconservadores con los márgenes mucho más estrechos y limitados, un cauce que pretende que cada país tome las medidas que le vengan en gana y saque delantera a los demás aplicando recetas que supongan el traspaso masivo de rentas del trabajo a las del capital, es decir que permitan un aumento exponencial de la explotación de los trabajadores. Así las cosas, y sin dejar de escribir, mientras tenga un sitio dónde hacerlo, ni de luchar por conseguir un mundo más justo, pienso que es preciso poner los pies en la tierra y como decía en otro artículo, centrar los objetivos de quienes defendemos un cambio radical de sistema político, económico, social y cultural en unos cuantos puntos. El primero de ellos, qué duda cabe, es el de la educación: No hay cambio si el pueblo no lo quiere y un pueblo analfabeto, como en buena parte lo es el europeo de hoy por muchos títulos universitarios que posea, no quiere cambios de ningún tipo ni saber nada de sus semejantes; el segundo sería, pelear por conseguir un sistema impositivo verdaderamente proporcional y progresivo que acabe con los paraísos fiscales, con las SICAV, con el inmenso fraude provocado por profesionales, empresarios y autónomos, colectivos que declaran unos ingresos medios ridículos que nada tienen que ver con la realidad, y que transforme el IVA en un impuesto también progresivo sobre el valor añadido, es decir sobre el precio que se va añadiendo a las cosas en los diferentes tramos de las cadenas de producción y distribución, consiguiendo de ese modo que deje de ser una alcabala, una sisa, un impuesto regresivo y se transforme en un instrumento útil para la redistribución de la riqueza. Sinceramente les digo que con el cumplimiento de esos tres objetivos en los próximos quince años, uno se daría con un canto en los dientes. Sería una verdadera revolución. Luchemos por ello y no nos dejemos llevar nunca por el desistimiento ni los castillos en el aire que permiten que señores como Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, se lleve, con la ayuda de dios y de los hombres sumisos, más de cuarenta mil euros diarios mientras una anciana muere quemada por las velas que le daban luz al haberle cortado una multinacional el suministro eléctrico por ser pobre de solemnidad.

lunes, 7 de noviembre de 2016

PIB real vía gasto -17%. ¿Y ahora qué?

España camina firmemente hacia la suspensión de pagos, fruto de un despilfarro público que crece sin pausa, financiado con la mayor burbuja de deuda de nuestra Historia, mantenida gracias al BCE.  

Artículo conjunto de R. Centeno, J.C.Barba, J.Laborda, J.C.Bermejo publicado en blog vozpopuli de fecha 07.11.2016.


Hace pocas semanas el ministro Luis de Guindos publicó un inaudito auto panegírico titulado “España amenazada”, que es un auténtico insulto a la inteligencia. Explica cómo se “salvó” España del rescate, cuando fue un error histórico para devolver a las cajas alemanas hasta el último euro a cambio de préstamos ilimitados del BCE, lo que ha elevado en 603.000 millones la deuda total, el mayor crecimiento de deuda de nuestra Historia; cómo “cortaron la sangría del déficit”, cuando han incumplido cada año todos los objetivos fijados por Bruselas siempre por goleada; o cómo desde entonces no paramos de crecer, ¡un 2% en cinco años!

España camina firmemente hacia la suspensión de pagos, fruto de un despilfarro público que crece sin pausa, financiado con la mayor burbuja de deuda de nuestra Historia, mantenida gracias al BCE con su disparatada política de expansión monetaria a tipos de interés cero y sin control alguno, lo que aparte de hacer desaparecer cualquier incentivo de reformas, llevará a la ruina a varias generaciones de españoles durante los próximos 50 años. Y mientras tanto tenemos un modelo productivo tercermundista (en el nuevo gobierno hasta se eliminado el ministerio de Industria) de especuladores y camareros, con un mercado laboral donde la mayoría de los empleos creados son temporales y con remuneraciones de 600 euros, la mayor caída salarial que se recuerda, algo que contrasta con la cifra conocida el viernes del mercado laboral en EEUU con las mayores subidas salariales en 7 años y un 4,9% de paro. Y todo ello completado con un sistema de pensiones quebrado y un sistema financiero insolvente.

Y es precisamente ante este Himalaya de mentiras que los abajo firmantes, economistas y profesores independientes autores de numerosos trabajos y textos de enseñanza, pero sobre todo con más predicciones acertadas sobre la evolución de nuestra economía que ningún otro colectivo o institución (desde el FMI a la Comisión Europea o los Servicios de Estudios Bancarios) algo fácilmente comprobable en las hemerotecas, publicamos en junio un cálculo del PIB, en el que se demostraba como el real difería del oficial en un 18,7 %, una diferencia enorme que cambia totalmente nuestro futuro económico y que exige drásticas decisiones de recorte del despilfarro público, como el acabar con las duplicidades entre AAPP, miles de asesores inútiles (Rajoy tiene 2.500 en Moncloa, frente a 600 Obama, 400 Merkel o 250 Theresa May) o la desastrosa gestión de la Sanidad y la Educación, cuyo costo se ha disparado un 60 % desde que fueron transferidas a las CCAA mientras la calidad caía en picado.

Estimación del PIB a través del gasto total

En la presentación en Bruselas, hicimos llegar a las personas más representativas de la Comisión y las instituciones europeas el resultado de nuestros cálculos, y recibiríamos dos respuestas a las mismas. La primera de Martin Shultz Presidente del Parlamento, y la segunda firmada simultáneamente por Pierre Moscovici, Comisario para Asuntos Económicos y Valdis Dombrovskis, Vicepresidente de la Comisión, lo que significaba el punto de vista de la Comisión. Interesadas ambas en una ampliación de los datos aportados para comprobar su veracidad. La ampliación pedida consistía en realizar el cálculo en las tres diferentes maneras de calcular el PIB, vía producción, vía rentas y vía gasto. Nosotros lo habíamos realizado sólo por la primera vía. La segunda, terminada hace tres semanas y publicada en estas mismas páginas arrojaba una diferencia entre PIB real y PIB oficial muy similar a la primera (18,3%), y la tercera vía gasto es la que acabamos de completar y ahora resumimos.

El cálculo del PIB a través de gasto (o de la demanda) suma el consumo privado, el público, la formación bruta de capital y el saldo del comercio exterior , y estos son los resultados medidos por indicadores independientes recomendados por su alta correlación con el PIB por el propio Ministerio de Economía.

1. GCFH: Gasto en consumo final de los hogares. La evolución informada por la Contabilidad Nacional (CN) es del -13,7%. Este dato se compara con tres indicadores. Excluimos la matriculación de automóviles ya que su caída ha sido exageradamente grande en el período y estimamos que distorsiona a la baja el dato. No obstante, hay que avisar que también puede haberse producido un ligero efecto en dirección opuesta por el gran peso del indicador de ventas de grandes empresas (consumo), ya que hay evidencias[1] de que las empresas pequeñas y medianas sufrieron mucho más la crisis que las grandes.

•Indicador 1. VGEC: Ventas en grandes empresas Consumo (0,74) [2]. Se observa una disminución en el período del 22,9% (2007-2013), ponderada el 26,3%.

•Indicador 2. DISPC: Disponibilidades interiores de manufacturas de consumo (0,61). Se observa una disminución del 31,1%, ponderada el 29,5%.

•Indicador 3. IVCM: Índice de comercio al por menor deflactado (0,58). La reducción observada es del 26,5%, ponderada el 23,9%.

La media ponderada de los tres indicadores es del -26,6%, que en nuestra opinión debería haber sido, como mínimo dadas las salvedades anteriormente expuestas, el valor informado en el macro agregado de la CN. Como el dato de GCFH en 2013 son 587.600 millones, el dato corregido son 499.766 millones. La diferencia son 87. 834 millones.

1. FBCFE: Formación Bruta de Capital Fijo en Equipo. La evolución informada en el período en la CN fue del -24,6%. En este caso el Ministerio de Economía recomienda dos indicadores altamente correlacionados.

•Indicador 1. DISPE: Disponibilidades interiores de bienes de equipo (0,82). La disminución observada fue del 42,7%, ponderada el 46,4%.

•Indicador 2. MVC: Matriculaciones vehículos de carga (0,69). La disminución observada fue del 74%, ponderada el 67,6%.

La media ponderada queda por tanto en el -57%. El dato de 2013 informado por la CN son 60.400 millones y el dato corregido debería ser 34.446 millones. La diferencia para 2013 son 25.954 millones.

1. FBCFC: Formación Bruta de Capital Fijo en Construcción. La evolución informada en el período es del -46,5%. Este dato se compara con tres indicadores recomendados por su alta correlación, como en los otros casos, por el Ministerio de Economía.

•Indicador 1. AFIC: Afiliados construcción (0,81). Se observa una reducción del 64,6%, ponderada el 81,4%.

•Indicador 2. CEM: Consumo aparente de cemento (0,61). La disminución de este indicador es del 80,8%, ponderada queda en el 76,6%.

•Indicador 3. VIS: Visados dirección obra nueva. Superficie a construir total (0,51). La disminución es del 91,8%, ponderada el 72,8%

La media ponderada de los tres indicadores es del -76,9%. Como el dato informado en la CN en 2013 son 105.800 millones, el dato corregido debería ser 45.682 millones. La diferencia en todo 2013 son 60.118 millones.

1. Saldo exterior. En el comercio exterior de servicios existe un buen ajuste con los datos ofrecidos por el BdE, sin embargo en el comercio de bienes observamos una diferencia sustancial en el saldo comercial informado por la Secretaría de Estado de Comercio y el que reseña el INE en las cifras de la CN, siendo en el primero 2.522 millones más negativo que el segundo

Por tanto, la diferencia total para 2013 son 176.428 millones, es decir, sobre un PIB de 103.1272 millones da una diferencia del 17,1% del PIB de 2013, que se ajusta aceptablemente bien a nuestros cálculos anteriores desde la perspectiva de la oferta y de las rentas. Como ya hemos comentado, es posible que la diferencia se deba a la deficiente ponderación de la mayor caída de las ventas habida entre las pequeñas empresas, así como a posibles desviaciones al alza del consumo de las AAPP, muy difícil de comprobar si no es con una auditoría completa. En todo caso la diferencia observada entre todos los indicadores analizados y la Contabilidad Nacional demuestra que existen graves problemas en la exactitud de la elaboración de esta, que pensamos que son suficientes como para justificar una auditoría independiente de la Contabilidad Nacional española, dadas las enormes implicaciones que tendría semejante corrección de los datos.

¿Y ahora qué?

Rajoy lo ha dejado meridianamente claro con su “nuevo” gobierno, donde los culpables del desastre económico de su legislatura siguen reforzados en sus puestos: incrementarán la desigualdad, aplastarán más aun a impuestos a los ciudadanos mientras mantienen intacto el despilfarro público, incumplirán todos los objetivos de déficit y seguirán hinchando la burbuja de deuda hasta que estalle como ocurrió con la inmobiliaria. Y mientras tanto seguirán haciendo todo para ocultar la verdad y seguir mintiendo hasta el final, empezando por elaborar unos Presupuestos que como todos los que han realizado serán mera ciencia ficción, y afirmando que crecemos al 3,1% cuando todos los indicadores de actividad y demanda, y los ingresos fiscales (descontando el efecto de la bajada de tipos) muestran que crecemos menos de la mitad de lo que afirman.

En nuestras cartas de respuesta esta semana a Moscovici, Shultz y Dombrovskis les demostramos a través de los tres procedimientos de cálculo del PIB, tal como nos habían pedido, la falsedad de las cifras oficiales, cuantificadas en tres anexos independientes para mayor facilidad de análisis por sus colaboradores. Cálculos que demuestran definitivamente y más allá de cualquier duda razonable que el PIB real de España es de unos 893.000 millones de euros en lugar de los 1,09 billones oficiales. Y las consecuencias son devastadoras: el ratio de deuda/PIB es del 173% y no del 100% oficial calculado con la deuda PDE, que no incluye la totalidad de la misma, y un PIB sobrevalorado. Eso significa que España se encuentra ya en suspensión de pagos. La presión fiscal es del 47 % y no del 38 % del PIB, casi a la cabeza de la UE, y si hablamos del expolio fiscal a las familias y al trabajo es ya el más alto no solo de Europa sino de la OCDE.

Adicionalmente les adjuntamos la evolución de los índices de actividad y demanda más correlacionados con el PIB (consumo de electricidad, de cemento, de gasóleo automoción, producción industrial, ventas grandes empresas, ingresos fiscales, etc) que se han desplomado desde 2015, y hacen imposible que estemos creciendo al 3,1%. No será Rajoy quien vaya a cambiar nada, aunque ya no hay margen y es imposible aguantar así otros cuatro años.

1. Central de Balances del BdE http://www.bde.es

2. En este indicador, como en el resto, la cifra entre paréntesis corresponde con la correlación indicada por el Mº de Economía con el correspondiente macro agregado de la CN. El enlace a la publicación se encuentra en http://serviciosede.mineco.gob.es/indeco/default.aspx Revisión de la metodología para el cálculo de los Indicadores Sintéticos de la Economía Española

martes, 1 de noviembre de 2016

Conexión austeridad e independencia de Bancos Centrales

Los miembros de los Bancos Centrales tienen un “background” alrededor de teoría neoclásica, que repudia en su inmensa mayoría el uso de la política fiscal y de la soberanía monetaria.

 Artículo de Juan Laborda en su blog Vozpopuli de fecha 30 octubre 2016.   

 

Detrás del actual “pensamiento único” o “consenso de Washington”, lo que se presenta como verdades indiscutibles, en realidad reflejan juicios de valor alimentados por la ideología dominante, en nuestro caso la neoliberal. Una de esas verdades indiscutibles es la necesidad de Bancos Centrales independientes, pero ¿para qué? Mi tesis es muy sencilla, quienes han dirigido esos Bancos Centrales han sido curiosamente los más destacados hooligans defensores de la austeridad y la devaluación salarial. Las razones van más allá de la incompetencia económica -desconocimiento de la naturaleza del dinero, por ejemplo-. Son los principales valedores de los intereses de clase dominante.
El consenso sobre la austeridad no se basa en ninguna comprensión lógica del sistema monetario moderno e ignora deliberadamente muchas de las opciones reales que están a disposición de los gobiernos emisores de moneda “fiat”. El pensamiento gregario dominante tiene un carácter destructivo al imponer recetas cuyos supuestos macroeconómicos fundamentales no se basan en la realidad.
Tras la ruptura de Bretton Woods en 1971, la mayoría de gobiernos empezaron a emitir sus monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio flotante. Un tipo de cambio flexible libera a la política monetaria de tener que defender una paridad fija. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria pueden concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda nunca pueden quedarse sin dinero. El culto a la austeridad se deriva de la lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat” modernos. Entonces, ¿qué ocurrió?, ¿por qué se colocan las emisiones de deuda soberana en el mercado?, ¿por qué quiebran gobiernos soberanos como el griego?, ¿qué papel jugó la independencia de los Bancos Centrales en toda esta dinámica?
Desde el momento en que los emisores de dinero, los Estados, empiezan a ser gobernados democráticamente, las élites político-financieras decidieron sin titubear crear y difundir mitos que se han ido extendiendo, y que en el momento actual están muy arraigados en la intuición colectica. El objetivo no era otro que mantener sus privilegios convirtiendo la economía en una especie de religión. En primer lugar, ocultaron a la ciudadanía algo obvio, los Estados soberanos jamás pueden quebrar. En segundo lugar, promovieron la independencia de los Bancos Centrales justamente en el momento en que los Estados democráticos podían ejercer su plena soberanía monetaria y generar pleno empleo. El momento histórico en que surge el Consenso de Washington no es baladí, intentan evitar el ejercicio de la soberanía monetaria en defensa del pleno empleo en las democracias desarrolladas. Veamos como lo hacen.
Inicialmente, en diversos Estados soberanos, el Tesoro fijaba el tipo de interés y colocaba los bonos a los inversores. Si éstos no cubrían toda la oferta, el Tesoro procedía a un ajuste donde su banco central ajustaba los tipos y toda la emisión se cubría. El poder lo tenía el Tesoro, no el mercado. Ejemplos de esta política fueron Reino Unido, Canadá y Holanda. Pero este sistema no proporcionaba poder a las entidades financieras. Como consecuencia se substituyó por el de subasta actual, donde el poder reside en el mercado. Y es totalmente innecesario.
Con ello se pretendía, en primer lugar, y por encima de todo, limitar la eficacia de la política fiscal de los gobiernos. Michal Kalecki ya en 1943 en “Political Aspects of Full Employment” exponía tres razones por las que "a los hombres de negocio" o a las élites no les gustaba, y sigue sin gustarles, la idea de utilizar la política fiscal como instrumento de política económica. Hay que seguir manteniendo comportamientos y estructuras institucionales que limiten las capacidades de gasto de los gobiernos. Esto le da a la superclase un poderoso control indirecto sobre la política del gobierno, mientras permiten dar forma a los fundamentos de cierta ética capitalista basados en que te ganarás el pan con el sudor -a menos que tengas los medios privados suficientes-. Pero sobretodo permiten que el miedo siga desempeñando su papel como medida disciplinaria.
En segundo lugar, al pasar de un sistema donde el poder lo tenía el Tesoro a otro donde se traspasa al mercado, se genera un negocio brutal a favor de la superclase, las entidades financieras. Para ello se desregularon los mercados, de manera las entidades financieras pudieran actuar con libertad en el mercado secundario. Pero además se permitió que las entidades financieras crearan derivados a partir de la deuda pública. El negocio estaba servido. Todas estas dinámicas son partes consustanciales al proceso de financiarización de la economía global. Pero ya saben que estas fases terminan en depresión.
El papel de los bancos Centrales
La independencia de los Bancos Centrales se impulsa cuando se abandona el patrón oro y se impone el actual sistema monetario “fiat”. Por eso había que cortocircuitar que los Estados soberanos pudieran y debieran utilizar las políticas fiscal y monetaria para garantizar altos niveles de empleo. Uno de los instrumentos utilizados para ello fue promover la independencia de los Bancos Centrales, formados aparentemente por tecnócratas que evitarían el manoseo de los políticos, y actuarían en nombre del bien común. El problema es que los miembros de dichos Bancos Centrales tienen un “background” alrededor de teoría neoclásica, que repudia en su inmensa mayoría el uso de la política fiscal y de la soberanía monetaria. Pero además, en la mayoría de los casos, sus miembros están estrechamente vinculados al sistema financiero, y han sido copartícipes de las distintas burbujas financieras generadas en las dos últimas décadas y del rescate bancario a costa de la ciudadanía.

martes, 25 de octubre de 2016

El PSOE o la historia de un largo giro a la derecha


"Hay que ser socialistas antes que marxistas". La frase de Felipe González en 1979 ha marcado el camino del partido hasta la abstención aprobada por el último Comité Federal

Artículo de JAIRO VARGAS en diario Publico de fecha 24/10/2016.


"No se puede tomar a Marx como un todo absoluto, no se puede, compañeros. Hay que hacerlo críticamente, hay que ser socialistas antes que marxistas". El "renovador" Felipe González había entendido a la perfección el signo de los tiempos cuando en mayo de 1979 proponía en el Congreso Extraordinario del PSOE abandonar los postulados marxistas del partido para subirlo al tren de las formaciones socialistas europeas. Lo que hoy se ha dado en llamar socialdemocracia y que podría resumirse en un bajar los brazos ante el neoliberalismo y convertir la doctrina socialista en una suerte de tratamiento paliativo hasta que el enfermo, la clase trabajadora, muera tranquila en la cama de un hospital privatizado.
Aquel Congreso supuso la derrota de González, que dejó momentáneamente la Secretaría General en manos de una gestora ─déjà vu─, pero sólo duró hasta septiembre. González sacudió la caspa socialista de la chaqueta de pana de un partido llamado a ser uno de los pilares de la nueva España que venía. Volvió al cargo en septiembre, tras otro Congreso del PSOE, y puso el intermitente derecho para avisar al que venía detrás de que el giro iba a comenzar.
Le hacía falta gobernar, y lo logró en 1982. Le pusieron un año más tarde la X de los GAL pero entonces se perdonaba el terrorismo de Estado si "la ETA" mataba a guardias civiles y a concejales "como a gorriones", según la hemeroteca. Las ruedas del coche socialista empezaron a chirriar a la altura del kilómetro 1986, cuando nueve millones de españoles votaron "sí" a la permanencia de España en la OTAN.
"De entrada no" era el eslogan con el que el PSOE defendía no ingresar en la Alianza Atlántica cuando la UCD del franquista Calvo Sotelo metió al país en la Guerra Fría. Era el caballo de batalla con el que el jinete González ganó las elecciones. Pero de 1981 hasta el referéndum, González dio uno de los mayores volantazos ideológicos que se recuerdan en la democracia española. Cambió el discurso y la postura del partido, buscó una pregunta tendenciosa y utilizó desde el Gobierno todos los medios de propaganda que le brindaba el Estado para llevar el apoyo de la opinión pública a la OTAN de un 18% al 56,85% que resultó en las urnas. De las condiciones que puso a la permanencia nunca más se volvió a saber y nunca se aplicaron.
Aquel viraje conllevó la dimisión de su ministro de Exteriores y a una desbandada de cuadros socialistas que tuvieron a bien conformar junto al PCE la Izquierda Unida de Gerardo Iglesias. La O y la E de las siglas comenzaban a desprenderse del cartel de la calle Ferraz, como bien recordó el cantautor Javier Krahe en su tema Cuervo Ingenuo, que el Gobierno censuró en RTVE.
Pero no había tiempo que perder. El liberalismo económico era el evangelio que Margareth Thatcher predicaba desde Inglaterra y que el PSOE seguía al pie de la letra aunque de cara a la galería vendiera la solidez del Estado del bienestar español. Llegó la reconversión industrial y las violentas protestas de los trabajadores en buena parte del norte del país. Pero España iba bien, que diría Aznar. La economía crecía a un vertiginoso ritmo del 5% mientras González volvía a gobernar con mayoría absoluta y más de un millón y medio de jóvenes engrosaban las listas del paro. La careta funcionaba a la perfección, aunque la Policía disparase a matar a los huelguistas en los astilleros, así que González volvió a tomar el desvío de la derecha.
A los jóvenes de hoy les sonará la maniobra que el PSOE bautizó como Plan de Empleo Juvenil y que abría la puerta de la precariedad laboral. Era el primer contrato basura, el minijobs de los años 90, destinado a jóvenes de entre 16 y 25 años, por el salario mínimo interprofesional, una duración de entre seis y 18 meses y exenciones en las cuotas de la seguridad social para los empresarios.
Aquello resultó en una de las huelgas más memorables de la historia reciente del país, la de diciembre de 1988, y la ruptura definitiva entre el PSOE y su sindicato histórico, la UGT de Nicolás Redondo, que un año antes había dejado su escaño en el Congreso por la deriva liberal de González.
La O del cartel se había desprendido totalmente, y aunque la movilización condenó al cajón el proyecto de precariedad, González se guardaba en la manga la reforma laboral de 1994, en la que se legalizaron las empresas de trabajo temporal (ETT). Era tan grande el pastel salarial de entonces, debió de pensar el presidente, que unas cuantas empresas tenían derecho a coger su parte de la nómina del trabajador. La O se fue al contenedor de reciclaje y, en 1996, González deja la Presidencia en manos del PP de Aznar. España debió de pensar que era más sencillo y menos hipócrita votar directamente a la derecha.
Con lo de obrero fuera del cartel y lo de socialista colgando del último anclaje, tras las turbulencias de la guerra Almunia-Borrell, llegó el turno de José Luis Rodríguez Zapatero, casi tan desconocido entonces como Pedro Sánchez cuando fue colocado por Susana Díaz a los mandos de la nave. Fueron años de bonanza, de las becas de estudio, de la ley del matrimonio homosexual y de los estertores de la burbuja del ladrillo. Cuando pinchó, lejos de haber hecho algo por desinflarla sin drásticas consecuencias, Zapatero entonó la palabra "desaceleración" económica para tapar lo que al final se mostró como la mayor crisis económica desde el crack del 29.
Lo que sigue es de sobra conocido. El presidente más popular de la democracia siguió la estela de sus socios europeos y aplicó los imperativos de los mercados financieros que la Troika trasladaba a los parlamentos de los países en crisis. Portugal, Italia, Grecia y, algo más tarde, Francia ─países gobernados por un partido con la palabra "socialista" en el membrete─ aplicaron con dureza la pócima neoliberal: abaratar despidos, cercenar derechos laborales, recorte del gasto público en sanidad, educación, dependencia, pensiones... En definitiva, empezaron a vaciar el cajón de aquellas áreas que, durante el último tercio del siglo XX y lo que iba de XXI, les habían servido a los socialistas europeos para justificar su nueva realidad socialdemócrata. Lo que les distinguía de la derecha, el gasto social, saltaba por los aires en aras de cumplir los objetivos de déficit que impone Alemania. El resultado es la actual crisis de la socialdemocracia en toda Europa.
La reforma laboral de 2010 le costó una huelga general a Zapatero. La advertencia era clara en las calles. Más aún después del 15-M, que señaló la escasez de diferencias entre lo que tuvieron a bien denominar partidos del régimen. La expresión PPSOE comenzó a ser una constante que se vio más que justificada un fatídico agosto de 2011. Fue cuando el gobierno ZP pactó con el PP la reforma del artículo 135 de la Constitución Española.
Con el paro subiendo a una velocidad similar a la que el PSOE encara la siguiente curva a la derecha, el Estado y las Comunidades Autónomas debían priorizar el pago de la deuda pública ─entonces desorbitada y hoy aún mayor─ sobre cualquier otra cosa. La reforma entró en vigor en septiembre de 2011 y sus peores efectos se apreciarán en 2020.
El PSOE perdió las siguientes elecciones y ni siquiera fue capaz de remontar frente a un PP envuelto en mil y un casos de corrupción. La irrupción de Podemos como respuesta al vacío ideológico del PSOE amenazaba con un sorpasso que no llegó a producirse, con o sin coalición con Izquierda Unida, al menos en escaños. La encrucijada de Pedro Sánchez tenía, como las anteriores que enfrentó el PSOE, dos direcciones. Una a la izquierda, con un Gobierno junto a Podemos, y otra matemáticamente sin salida, por la derecha, de la mano de Ciudadanos.
Sánchez siguió el camino de González y decidió firmar un "pacto reformista y de progreso" con Ciudadanos. No obtuvo los votos necesarios en la investidura y culpó de ello a Podemos. La factura en las urnas fue ligera en cuanto a pérdida de votos, pero a Sánchez le costó la Secretaría General tras el golpe de mano de los barones socialistas con la presidenta andaluza al timón. "Desconfíe de los que tienen el pasado manchado de cal viva", le dijo Pablo Iglesias en la primera votación. Se refería a González, miembro del consejo de administración de Gas Natural. El mismo que, después de aconsejar a Sánchez el pacto con Rivera, prefirió elogiar al segundo por pactar después con el PP que a Sánchez por mantenerse firme en el "no es no" ante Rajoy.
Este domingo, el Comité Federal del PSOE ha aprobado el último y quizás definitivo giro a la derecha. Los 85 diputados han recibido la orden del aparato del partido de abstenerse en segunda votación de la investidura de Rajoy. Dejarán gobernar al PP aunque el diario 'El País' prefiera decir que "desbloquea España y evita las terceras elecciones". La temida gran coalición no ha tenido que presentarse a las elecciones mientras los votantes del PSOE se preguntan para qué ha servido su voto.

jueves, 20 de octubre de 2016

El PSOE apoya a una “organización criminal”

Es tremendo que el apoyo del PSOE a la continuidad del PP se haga efectivo cuando se está celebrando, por fin, el juicio de una parte importante de las prácticas corruptas del partido en el poder.

Artículo de Jesús López-Medel en periódico el diario de fecha 16 octubre 2016.   


Son varios y abundantes los asuntos en los que está implicado judicialmente el partido del Gobierno. Entre ellos, está pendiente de celebrarse la vista oral del "caso Bárcenas", en el que el magistrado instructor en la Audiencia Nacional imputa a este partido numerosos delitos, entre ellos, el de "organización criminal".
Mientras llega ese asunto, al igual que el de la Púnica, se están celebrando las sesiones de otro escándalo ético, jurídico y social donde se confirman muchas miserias (y también se intenta tapar algunas): el caso Gürtel.
Lo que tiene lugar en la Audiencia Nacional debe ser puesto en conexión con lo que está sucediendo en el patio del vecino político de enfrente, que debería ser alternativa de Gobierno y que, sin embargo, ha decidido no serlo para convertirse más bien en un apéndice de la gran mafia con el fin de salvar las migajas o los restos del naufragio.
 El Partido Popular es, desde la época del implacable Paco Álvarez Cascos, una organización que responde a un engranaje muy sólido, de gran rocosidad e incapaz de plegarse ante grandes daños o escándalos. Y esto lo han traslado a la sociedad.
Desde hace muchos años hablan de la fortaleza de un partido "unido y cohesionado" (repiten como latiguillo aunque dentro hay de todo, especialmente obedientes), con 800.000 militantes (dicen, pero las cifras reales permanecen ocultas); y, como digo, casi invulnerable, incapaz de ceder ante unos hechos que evidencian un penoso lastre moral y jurídico.
Son varios los dirigentes del PP ya condenados a nivel autonómico por prevaricación y malversación. Y en otros casos están siendo juzgados, ahora también a nivel nacional como en Gürtel, donde son abundantes las pruebas de una presunta comisión de irregularidades de financiación ilegal muy generalizada. Pero quiero acentuar que lo más execrable es, sobre todo, que utilizasen su posición en las Administraciones Públicas para, perjudicando el dinero de todos, sacar beneficio para el partido y, de paso, para ellos personalmente.
Hace 26 años se produjo el enjuiciamiento de los dos primeros tesoreros. El PP, con excelentes y serviles conexiones en el ámbito judicial, consiguió hábilmente dar la vuelta al asunto para salir indemne y acabar convirtiendo el asunto en un problema del magistrado que osó enfrentarse al PP ("caso juez Manglano") en lugar de un caso sobre el propio PP y su financiación. Finalmente, el Tribunal Supremo acabó archivando el asunto por enredos jurídicos a pesar de la evidencia y realidad de las grabaciones y pruebas.
Desde entonces, con un poder extendido y consolidado en numerosos ayuntamientos, diputaciones provinciales y comunidades autónomas, el PP ha ido beneficiándose de un clima de impunidad propiciado por numerosos jueces que  fueron poco valientes o permeables (para no perjudicar sus posibilidades de ascenso en un estamento muy conservador) y una Fiscalía poco activa. Igual que la sociedad española ha sido muy condescendiente con la corrupción, también lo ha sido la administración de Justicia.
Como el "nunca pasa nada" y la avaricia no tuvo límites, las prácticas corruptas se generalizaron y se extendieron por muchas regiones y localidades y acabaron explosionando. En algunos casos tuvieron suerte y se taparon muy bien. Pero otras eran tan burdas y reiterativas en su sistemática irregularidad que acabaron saliendo a la luz.
Ahora se está juzgando el asunto Gürtel, pero no debe olvidarse que este caso tiene que ver con actuaciones protagonizadas por algunos de los mismos sujetos: Madrid y la podredumbre en tiempos de Esperanza Aguirre (la política más cínica para muchos); Baleares, vinculada a Jaume Matas, uno de los protegidos y ensalzados por Rajoy; o la Comunidad Valenciana, con Camps a la cabeza y muchos otros caciques locales, como la inefable Rita Barberá, otra gran protegida del líder faraónico entusiasta de las alcachofas.
La sucesión de escándalos de corrupción es contemplada con cierta hipocresía por buena parte de la sociedad española y ha sido hábilmente manejada por Mariano Rajoy, que sabe de la amplia tolerancia de la masa social. Una pequeña parte de su electorado dejó de votar al PP hace un año pero, como decía, sólo fue una pequeña porción. La corrupción estaba ya amortizada. Lo que sucedió posteriormente no les pasó factura en junio y si hubiera elecciones en diciembre (parece descartado), los juicios actuales a estas prácticas criminales no les harían perder ni un voto. Y si lo pierden, ahí está Ciudadanos, el partido de Rivera.
Por eso resulta espeluznante que ante un partido político con una causa general abierta y abundantes y entrelazados casos y procesos de corrupción, su teórico rival (?) se preste, en aras de la "gobernabilidad del país", a facilitar la continuidad de Rajoy. Y que no disimulen. Cualquier fórmula que elijan, por muy teatral que sea la puesta en escena, llevará a que siga de presidente del Gobierno quien acumula, como líder del PP, los mayores casos de corrupción de la historia.
El PSOE es ciertamente un partido desangrado por luchas fratricidas de poder, que no de ideas. Lamentablemente, el desenlace final ya fue previsto. Perdone, paciente lector, una auto cita, pero la previsión de que optasen por facilitar la continuidad del PP ya lo expuse en tres artículos continuados en el mes de mayo: ‘El PSOE, de la falta de identidad al suicidio',  'Autopsia tras la encrucijada del PSOE' y un atrevido  '¿Si quieres PP vota PSOE?'.
Si esa previsión, hecha antes de las elecciones, de que el PSOE facilitase con su voto la continuidad de Mariano Rajoy era intensa para algunos y descalificaba los epítetos anteriores y posteriores que desde Ferraz se dedicó a Génova ("indecente" le llamó el último secretario general del PSOE), ahora algo lo agrava y debería causar aún más frustración.
Es tremendo que el apoyo a la continuidad del PP (vía abstención) se haga efectivo en este momento, cuando se está celebrando, por fin, la vista oral de una parte importante de las prácticas corruptas del partido en el poder. Todas ellas entrelazadas y no como actuaciones aisladas.
Pero al mismo tiempo, también se están juzgando algo más que las golferías de la histórica cúpula económica del PP en Bankia, con el compañero de oposiciones de Aznar, Miguel Blesa, y Rodrigo Rato a la cabeza, además de ex secretarios de Estado, gente próxima a ellos y algún conmilitón sindicalista. Es un bochorno la lectura de en qué empleaban lo que ahora llaman "retribución" y por la que, sin embargo, no declaraban a Hacienda.
Mientras esto sucede, el PSOE se rinde y renuncia, aún más, a sus principios históricos. Es desgarrador que después de las incontables veces en que los socialistas han calificado al PP como partido corrupto, sea en estos instantes, en pleno enjuiciamiento de las vergüenzas de estas actuaciones, cuando venga el antaño partido de la oposición (ahora perderá esa posición y quedará desubicado) a facilitar que siga Mariano Rajoy.
Es muy triste que al esfuerzo y convicciones de centenares de miles de personas que sintonizan con ideas socialistas se encuentren ante esta gran decepción. Algunos ya vimos hace tiempo esa deriva y el compadreo (si se me permite la expresión) de los dos partidos históricos, que hacían, tras sus aparentemente luchas de poder, sus repartos y cambalaches. Siempre por preservar "el sistema" que ellos diseñaron y que cerraba las puertas a todo aire fresco, transparencia, equidad y pensamiento prioritario en las necesidades de la gente.

lunes, 17 de octubre de 2016

¿Es el euro bueno para la Eurozona (incluyendo España)?

Artículo de Vicenç Navarro Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, en Diario Público de fecha 13 octubre 2016.


En el discurso dominante de las instituciones de gobernanza de la Unión Europea, tales como el Consejo Europeo, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Eurogrupo, así como en la gran mayoría de gobiernos de los países de la Eurozona, se asume que el euro ha sido bueno para sus economías, estando mejor con él que sin él. Los testarudos datos, sin embargo, no siempre avalan esta visión. Si miramos la tasa anual de crecimiento económico (durante los 12 meses que terminaron en junio de 2016) de los países de la Unión Europea que tienen el euro como su moneda, podemos ver que la gran mayoría de ellos (13 de 18) crecieron por debajo de un 2%, mientras que la gran mayoría de los países de la UE que no pertenecían al euro tuvieron un crecimiento mucho mayor. Solo 3 de un total de 10 países (incluyendo el Reino Unido) de la UE que no tienen euro tuvieron una tasa de crecimiento económico anual inferior al 2%. Como bien señala Joseph Stiglitz en su libro El Euro. Como la moneda común amenaza el futuro de Europa (2016), no puede desecharse la observación de que la existencia de tal moneda haya sido una de las causas de que el crecimiento económico haya sido, dentro de la UE, menor en la Eurozona que fuera de ella.
¿Es el euro o la manera como este se estableció el responsable del decrecimiento?
Ahora bien, puede también argumentarse, como hace John Weeks en la revista Social Europe (22.09.16), que no es el euro el que es responsable del menor crecimiento económico, sino las normas que se utilizaron para establecerlo, dentro de las cuales, las políticas fiscales han sido las mayores culpables de tal enlentecimiento. La reducción del déficit y la deuda públicos como elemento esencial (supuestamente para tranquilizar a los mercados financieros) de tales políticas (escritas en piedra en la Constitución Española por el socialista Zapatero y el conservador neoliberal Rajoy) ha jugado un papel clave en determinar este enlentecimiento. En realidad, y tal como algunos hemos estado enfatizando (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015), estas políticas de austeridad (se mire como se mire) han sido sumamente negativas tanto para el bienestar de la población como para la recuperación económico de los países que han aplicado tales políticas (que son la mayoría de los países de la UE).
Debería añadirse a esta causa otra igualmente importante que John Weeks no menciona, y es la disminución salarial, que junto con las políticas de austeridad que han recortado el gasto público, han creado un problema gravísimo de falta de demanda doméstica, una de las mayores causas de la Gran Recesión. Es importante señalar que estas políticas de austeridad (que han causado un enorme daño al bienestar de las clases populares de los países de la Eurozona) han tenido un impacto muy menor en conseguir su objetivo de reducir los déficits públicos. En realidad, de los 27 países de la UE, 23 continúan teniendo déficit público, y 6 de ellos por encima del 3% del PIB, lo que contraviene las exigencias del Tratado de Maastricht. De los 420 millones de personas que viven en la UE (si omitimos Alemania), 407 viven en países con déficits públicos. Y los países de la Eurozona tienen, como promedio, déficits públicos mayores que los países que no están en la Eurozona. El mayor crecimiento económico en los países de la no-Eurozona ha permitido reducir el déficit público (al aumentar los ingresos al Estado), lo cual no ha ocurrido en los países de la Eurozona, pues han tenido un bajo crecimiento económico (estimulado por la reducción de la demanda, resultado de las políticas de austeridad y bajada de salarios).
En estos países de la Eurozona se ha establecido así un círculo vicioso en el que los recortes de gasto público y la bajada de los salarios están empeorando la situación, dificultando la reducción del déficit (y de la deuda pública). España ha sido un claro ejemplo de ello. La economía ha permanecido estancada en una recesión muy larga (causada por los recortes y las bajadas salariales), interrumpida ligeramente por factores externos a la intervención del Estado, que son coyunturales y temporales, como la bajada del petróleo y el abaratamiento del euro como resultado de las políticas del BCE de imprimir euros masivamente.
No es cierto que se esté intentando estimular la economía europea
Otra de las falsedades que el establishment europeo está promoviendo es que ya se están estimulando las economías a través del Plan Juncker (presidente de la Comisión Europea), afirmación que se hace (con gran resonancia en los medios) con gran contundencia por parte de los dirigentes de tal establishment. El famoso EU Infrastructure Investment Plan (Plan de Inversiones en Infraestructuras), que se inició en 2014 y está programado hasta el año 2022, es, sin embargo, totalmente insuficiente, tanto en su cantidad como en su composición. De desarrollarse según las cantidades programadas (lo cual ya es en sí incierto, pues los fondos incluyen dinero privado todavía no comprometido), el total significaría un gasto de 30.000 millones de euros, que es una cantidad muy inferior a la que ya se gasta en inversión pública el gobierno alemán (que es de los que invierten menos en infraestructuras en la Eurozona). Como punto de comparación, la candidata Clinton está proponiendo invertir, para una población menor que la UE, más de 270.000 millones de dólares (equivalentes a algo más de 240.000 millones de euros), y el Sr. Trump el doble (ver mi artículo “El Banco Central Europeo cambia algunas de sus propuestas neoliberales sin excusarse por el daño que han causado”, Público, 06.10.16).
No son los países periféricos de la Eurozona (mal llamados PIGS), sino los Estados centrales liderados por Alemania los que merecen ser sancionados
Estamos viendo hoy, una vez más, cómo el establishment europeo está amenazando de sancionar a España por tener un déficit público por encima de lo tolerado. Y ello responde a una política que ya se ha mostrado errónea y profundamente dañina, y que enlentece el crecimiento económico de España. En cambio, no se penaliza a los gobiernos cuyas políticas públicas están dañando el crecimiento económico de todos los demás países de la UE. Me estoy refiriendo al excesivo saldo positivo de la balanza de pagos del gobierno alemán, que tiene un enorme impacto negativo en el crecimiento económico de la UE. Me explico.
El canciller socialdemócrata del gobierno alemán, el Sr. Schröder, estableció como prioridad para su país dar una máxima preferencia al sector exportador (por el cual está ahora trabajando en su vida privada), a costa de limitar y desfavorecer la demanda doméstica, estableciendo las reformas de la Agenda 2010 que redujeron los salarios. Su Ministro de Finanzas, Oskar Lafontaine, se opuso y dejó el Partido Socialdemócrata para establecer el partido La Izquierda, Die Linke. Estas medidas deterioraron el mercado de trabajo alemán y de todos los países de la Eurozona, pues todos ellos tuvieron que competir con Alemania haciendo lo mismo: reduciendo los salarios y la demanda doméstica para prioriza el sector exportador, que hoy rige la Eurozona.
Hay que ser conscientes, pues, de que los excesivos saldos positivos comerciales determinan los saldos negativos de los otros países. De ahí que se considere que, de la misma manera que el Tratado de Maastricht exigía que los déficits públicos no llegaran a ser más del 3% del PIB, se deba establecer que el saldo positivo exterior no pueda ser mayor que el 6%. Pues bien, hay seis países, liderados por Alemania, que tienen un saldo mayor que tal porcentaje, sin que hayan sido penalizados. ¿Por qué? Pues porque el gobierno alemán tiene excesivo poder en la UE. Y quiere penalizar a España, imponiendo medidas (que el gobierno Rajoy aplicará con todo entusiasmo, pues es lo que le gustaría hacer incluso sin que hubiera el euro) que harán un daño enorme a las clases populares de España, a fin, en teoría, de mejorar la competitividad del país, bajando los salarios y el gasto público, tal como ha ocurrido en Alemania a costa del bienestar de sus clases populares. Lo que se requiere en la Eurozona es una alianza de las clases populares de los distintos países frente a la alianza ya existente de las clases dominantes de cada país.
Para ello se requiere un cambio radical de las normas que guían la gobernanza del euro, con el establecimiento de políticas fiscales de sentido opuesto al realizado, y el desarrollo todavía inexistente de la Europa Social. Lo que no puede aceptarse ni tolerarse es la continuación del austericidio actual, que significa el ataque más frontal conocido durante la época democrática al bienestar de las poblaciones en este continente. El euro actual debe cambiarse, tanto en su gobernanza como en su desarrollo, complementándose con una política social y fiscal hoy inexistente a nivel de la Unión Europea y de la Eurozona. Lo que no puede tolerarse es que la situación continúe tal como está. El coste humano y económico para la calidad de vida y el bienestar de las clases populares es excesivo e inaceptable. Así de claro.

jueves, 13 de octubre de 2016

¡Nos vuelven a engañar!

Ahora toca de nuevo la austeridad. El objetivo final es liberar fondos de todos por si acaso vienen mal dadas y la banca europea estalla. 

Artículo de Juan Laborda en su blog en vozpopuli de fecha 13.10.2016 


El crecimiento se ha ido, se ha esfumado, desapareció hace tiempo. Fue reemplazado por la mayor generación de deuda de la historia, instrumento utilizado por las élites para mantener la tasa de retorno del capital e implementar una acumulación de riqueza sin precedentes. Esta es la única realidad y no hay nada que indique que no se veía venir. Pero hay culpables, claro que hay culpables. Existe una estrecha relación entre una fase de crecimiento y/o contracción económica y los actores políticos. La economía no es más que el encubrimiento de la política.
La clase dominante trata de aferrarse a un poder menguante, produciendo números positivos falsos.
La clase dominante -política, económica y mediática- trata de aferrarse a un poder menguante, produciendo números positivos falsos y afirmando no solo que la suya es la única manera de actuar -cuando solo es más de lo mismo- sino que además no hay alternativa. Un ejemplo es lo sucedido alrededor del déficit presupuestario patrio, la deuda soberana y la política fiscal. Al final pasará aquello que ya predijimos, una vez mantenido el “Régimen”, se volverá a implementar un duro ajuste presupuestario que afectará negativamente al crecimiento económico. Pero ya se han cobrado su primera víctima, el Partido Socialista Obrero Español. Es el sacrificio inicial para tratar de mantener el statu-quo.
Banca, deuda soberana y Euro sistema
Ahora toca de nuevo la austeridad. El objetivo final es liberar fondos de todos por si acaso vienen mal dadas y la banca europea estalla. Pero a su vez hay que seguir generando deuda pública que sirva de colateral a la banca patria. En su momento nos obligaron a “reconvertir” nuestra industria, pusieron límites a nuestro sector agrario. Ahora ya saben las consecuencias, país de camareros y crupieres, país que solo crece vía burbujas, país endeudado sin límites. Solo resiste, como esa aldea gala, un sector exportador patrio de pequeñas y medianas empresas inmune hasta ahora al “Juego de Tronos”.
Se permitió la expansión fiscal al ejecutivo del PP por razones estrictamente políticas, mantener al régimen patrio que forma parte de la estructura de poder de las élites extractivas paneuropeas
Ya saben ustedes nuestros argumentos detrás de tanta barbaridad. Por un lado, las entidades financieras españolas, para evitar que colapsen, reciben ingentes cantidades de inyección de liquidez del Euro sistema (Banco Central Europeo y Bancos Nacionales), lo que ha provocado el aumento de los desequilibrios del Target 2 (ya explicamos todo ello en un blog previo). Por otro, desde mediados de 2013, permitieron una expansión fiscal al ejecutivo del PP por razones estrictamente políticas, mantener al “Régimen” patrio que forma parte de la estructura de poder de las élites extractivas paneuropeas, a la vez que se generaba ese colateral necesario para que la banca siga recibiendo fondos del Euro sistema.
Las élites alimentan el populismo xenófobo
Pero el trasfondo es más duro. El objetivo final de los defensores de la austeridad era intentar cambiar el modelo social, privatizar todo -incluida la sanidad y la educación-, forrarse a nuestra costa. Se trataba de favorecer un proceso de acumulación de riqueza en pocas manos. Pero ahora están asustados. Saben que a las élites políticas actuales les queda poco tiempo. Los partidos tradicionales serán culpados, y con razón, en la mayoría de los casos, por la caída del sistema económico. Y aquí viene el problema. Las élites en este escenario favorecerán movimientos xenófobos. Gente como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, que tienen ideas valientes sobre la redistribución de la riqueza, no les interesan y harán todo lo posible por apartarlos de la escena política. Ah, no les quepa ninguna duda que ahora esas élites limitarán la globalización. No por convicción, sino por necesidad.
Es completamente falso que las nuevas personas llegadas de fuera sean de alguna manera las culpables del deterioro de las condiciones de vida de uno
El descontento se está extendiendo como la espuma en la mayoría de las democracias, fundamentalmente por que ha sido completamente ignorado por las clases dominantes. Un ejemplo es el empobrecimiento de las clases medias. Por eso surgen dinámicas peligrosas a las cuales las mismas élites se suelen agarrar, e incluso instigar. Si la mayoría de la gente tuviera una vida confortable de clase media, la aversión a los inmigrantes y refugiados sería menor. Pero hay que buscar un culpable distinto a la superclase. Es completamente falso que las nuevas personas llegadas de fuera sean de alguna manera las culpables del deterioro de las condiciones de vida de uno. Pero es un terreno fértil para la xenofobia. Las élites dominantes enseguida se adaptan a esta situación. La historia es un buen ejemplo de cómo coquetean con esa alma xenófoba, el odio al que viene de fuera. Y todo por no ceder una parte de su riqueza y favorecer un crecimiento económico que beneficie a todos.

lunes, 3 de octubre de 2016

González cogió su fusil

Artículo de Pedro Luis Angosto, publicado en diario nueva tribuna con fecha 29/9/2016.

 

Confieso que voté al partido que dirigía Felipe González varias veces, que pese a los muchos desatinos que cometió desde aquel grandioso y esperanzador 28 de octubre de 1982 –¡tantísimas cosas dejó intactas cuando tanto se podía haber cambiado!- lo defendí contra todos los amigos que afirmaban estaba haciendo una política de derechas, que durante muchos años elegí el mal menor escudándome en la ausencia de alternativas, en que bajo su gobierno se universalizaron las pensiones y la asistencia sanitaria que hoy el Partido Popular ha puesto en gravísimo riesgo y se crearon los fondos de cohesión en un tiempo en el que el proyecto europeo tenía un sesgo solidario reconocible. Inasequible al desaliento, porfié, insistí en mi particular “sostenella y no enmendalla” incluso después de la traición de la OTAN, incluso cuando todo indicaba que detrás del GAL no sólo estaban los restos de las cloacas franquistas. También confieso, que considero todavía hoy imprescindible al Partido Socialista Obrero Español si es capaz de volver a sus raíces y desprenderse de quienes desde Suresnes quisieron convertirlo en un instrumento más al servicio del régimen, entre ellos, muy principalmente, Felipe González.

Es cierto que una dictadura no se desmantela en unos meses cuando el dictador ha muerto en la cama de palacio y sus beneficiarios siguen siendo los dueños de las pistolas, los fusiles y las finanzas; que la barbarie etarra ponía las cosas muy difíciles con su demencial voracidad asesina creciente;  que pese al “fallido” golpe de Estado los poderes reales nunca dejaron de estar del todo en manos de franquistas; pero cosa muy diferente es que para combatir la brutalidad etarra uno elija a personajes de la calaña de Ballesteros o Galindo, que para introducirnos en una organización militar al servicio de Estados Unidos se convoque un referéndum trucado en el que se utilizaron todos los instrumentos inventados para engañar, que durante su mandato se pusieran las bases para el desarrollo de la “enseñanza” concertada clerical, negando de ese modo el paso a un Estado Democrático cimentado sobre las sólidas bases que da una Educación Laica de calidad a la que se hubiesen destinado todos los fondos públicos; que durante los catorce años en que presidió el gobierno del Estado no se hiciese nada por contar a los españoles las atrocidades cometidas bajo la dictadura ni por depurar a quienes siguieron enquistados en Administraciones e instituciones o que, en realidad, Felipe González mintiese hasta en su ideología.

Discípulo preferido de los catedráticos Manuel Jiménez Fernández –ministro de la CEDA durante el bienio negro de la II República- y de Manuel de Olivencia, Felipe González fue educado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla en los principios de la democracia cristiana, principios que son los que ha defendido desde que tomó el poder del PSOE en el Congreso de Suresnes contra la vieja guardia socialista del exilio, contando para ello con el apoyo de la socialdemocracia europea y el beneplácito de Estados Unidos. Hombre capaz pero con una ambición desmesurada, desde bien temprano quiso hacer del PSOE una organización a su medida de la que sobraban aquellos que, como Luis Gómez Llorente, defendían una opción ideológica que enlazaba con la más genuina tradición republicano-socialista. Empeñado en convertir al partido -a fuerza de renuncias, de hacer tragar a sus militantes con ruedas de molinos y de desalojar a los críticos- en un ente de ideología borrosa guiado por la fuerza que da el pragmatismo, Felipe González se fue encontrando a sí mismo junto a los grandes dirigentes mundiales del momento, llegando a identificarse plenamente con líderes políticos de la derecha mundial como Helmut Kohl, Carlos Andrés Pérez o Alan García, todos ellos tocados por la gracia de la corrupción, llegando en su deriva derechista a afirmar que “en el Chile de Pinochet se respetaban mucho más los derechos humanos que en la Venezuela de Maduro”, cosa que evidentemente pueden preguntar ustedes a Salvador Allende, Pablo Neruda o Víctor Jara. En su deriva derechista, González se creyó un hombre providencial y como facundia y simpatía para con los poderosos no le faltaba, comenzó a codearse con los hombres más ricos de la tierra personificados en Carlos Slim, Gustavo Cisneros o Hassan II mientras cultivaba bonsáis, engarzaba piedras preciosas, fumaba cohíbas o admiraba la peletería de Elena Benarroch dentro de un plan perfectamente planificado para hacer del lujo motor principal de su vida.

Rodeado desde sus primeros momentos de gloria política por personas tan  socialistas como Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes o Elena Salgado, Felipe González fue uno de los primeros gobernantes europeos,  después de Margaret Thacher, en abrir las puertas a la destructora política económica de la Escuela de Chicago, convirtiéndose en pocos años en uno de los líderes más apreciados por la oligarquía mundial, en cuyos salones es recibido como persona de gran autoridad y sapiencia, habiendo logrado colocar a uno de sus más incondicionales y pragmáticos colaboradores, Javier Solana Madariaga, en las más altas cimas de la política europea, como ministro de Exteriores de la UE, y mundial, como Secretario General de la OTAN. Con ese equipaje, trabajado a conciencia durante muchos años, Felipe González se sigue considerando a sí mismo como el alma mater del actual Partido Socialista Obrero Español y se permite conceder una entrevista en la Emisora amiga que preside Juan Luis Cebrián para dar la orden de ataque a sus fieles para acabar con el mandato de Pedro Sánchez, primer Secretario General elegido por la militancia. En su justificación, González afirmó que Sánchez había osado engañarle, mentirle a él que es un maestro en la cuestión, obviando que el máximo órgano entre congresos del partido, el Comité Federal, había decidido en su última reunión no permitir un gobierno de Rajoy ni por activa ni por pasiva. Nadie piense que las afirmaciones de González en la Cadena Ser fueron fruto del acaloramiento o la improvisación, Felipe González había decidido que su partido –al parecer es suyo- tenía que permitir que Rajoy gobierne al precio que sea, incluso demoliendo los cimientos y la credibilidad de un partido al que ha utilizado como ha querido hasta distanciarlo de quienes en principio fueron su razón de ser, los más desfavorecidos, los más pobres, los más necesitados, los más excluidos. Claro eso desde la altura que da el lujo, no se ve. Felipe sacó su fusil, ojalá se lo trague, ojala se le acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta…, será para bien de todos.

jueves, 29 de septiembre de 2016

La crisis del PSOE como crisis de régimen.

Artículo de Pablo Iglesias en diario Público de fecha 29 septiembre 2016.


“El PSOE tardará mucho en volver a ser útil”. Lo decía esta mañana Iñaki Gabilondo, uno de los rostros más prestigiosos de nuestra historia reciente (recuerden que fue su cara la que apareció en la televisión para transmitir tranquilidad a España el 23F, mucho antes que apareciera la de Juan Carlos) desde el periódico que fue el intelectual orgánico de la Transición y la referencia internacional durante años para entender España. Ayer Felipe González, la figura histórica más importante después de Franco, el presidente –a un tiempo carismático y siniestro– más relevante del sistema político del 78, señalaba a Pedro Sánchez desde la SER, nada menos que desde la SER. Poco después el aparato del partido apuñalaba. Y hoy el editorial de El País llama a Sánchez “insensato sin escrúpulos”. No estamos sólo ante la crisis de un partido, sino ante lo que Alberto Garzón definía con acierto ayer como motín oligárquico; un intento de golpe en el interior del PSOE para entregar el Gobierno al PP.
El pasado domingo, en la clausura de la Universidad de verano de Podemos que hicimos en la Universidad Complutense, expuse a mis compañeros las que, a mi entender, son las claves estratégicas para entender la situación de bloqueo que vive nuestro país. Expliqué que no estamos viviendo una situación de “empate catastrófico”, una expresión traída de América Latina donde la paridad de fuerza electoral entre sectores pro-oligarquía y sectores populares obligó a soluciones constituyentes. En España aún no es posible ni el desempate electoral ni una solución constituyente a corto plazo. El bloqueo de nuestro país tiene que ver más bien con las tensiones que se están produciendo en el Partido Socialista entre los partidarios de la restauración del sistema de partidos anterior a las elecciones del 20D, y los partidarios del reacomodo del PSOE a la nueva situación. Lo que se dirime en este partido es básicamente su papel y su estrategia en un contexto histórico nuevo.
Los partidarios del “reacomodo”, con Felipe González y Susana Díaz a la cabeza, cuentan con el apoyo entusiasta de Juan Luís Cebrián y el grupo de comunicación del que es propietario. A mi entender son el sector del PSOE con el proyecto político más claro y una orientación estratégica más armada y precisa. Son partidarios de entregar el Gobierno al Partido Popular y reconocen sin ambages estar más cerca de este partido que de nosotros. Para ellos, el PP es uno de los pilares políticos de España, su histórico competidor en el sistema del turno, mientras que Podemos y sus aliados representan un peligro frente al que hay que conjurarse incluso con sus viejos rivales del turnismo. Este sector cuenta con el apoyo de las élites económicas de nuestro país y de los poderes extranjeros, pero no cuenta con la simpatía ni de los votantes ni de las bases socialistas.
Los partidarios de la “restauración” están representados por Sánchez y su equipo. No cuentan con apoyos mediáticos ni de sectores oligárquicos y además carecen de proyecto político. Ni se han atrevido a intentar diseñar un proyecto de reformas y de gobierno con nosotros, ni tampoco a afrontar con sentido común la tensión plurinacional que se vive en España. Les aterra, con buen criterio, entregar el gobierno al PP por las consecuencias electorales que tendría para su partido y querrían volver a un sistema bipartidista que nos dejara a nosotros ocupando una modesta posición en la izquierda del tablero político, mayor que la que tuvieron en su momento el PCE e IU pero lejos de la paridad actual. Desde enero su objetivo es bien subalternizarnos (al pedirnos que facilitáramos sin participar su gobierno con Ciudadanos) o repetir las elecciones con la esperanza de que el hastío y el aburrimiento de la gente nos hiciera retroceder. Mientras mantenga su no al PP, este sector cuenta con más simpatías entre la militancia y los votantes socialistas.
Los últimos acontecimientos han hecho que estos dos sectores pasen de la guerra fría a la guerra abierta. Del resultado de la misma no sólo depende lo que Gabilondo llama “utilidad” del PSOE, pronosticando una paulatina pérdida de relevancia histórica de este partido, sino nada menos que el resultado de la transición política que vive nuestro país.
Hoy la transición de hace 40 años, con todas sus complejidades, sus tensiones y sus a menudo olvidados centenares de muertos, parece un proceso sencillo si se compara con la actual situación. La sociedad española de entonces –a pesar de las excepciones representadas por las vanguardias de la oposición democrática y los movimientos sociales (en especial el movimiento obrero) y las propias excepcionalidades catalana y vasca– era una sociedad lógicamente atemorizada por la dictadura. El éxito de Suárez (tanto de la Ley de Reforma Política como de su UCD) señaló la hegemonía de su proyecto de metamorfosis de la dictadura en una monarquía constitucional más o menos homologable en Europa. La izquierda, sumida en sus debates para no dar miedo (las renuncias respectivas al marxismo y al leninismo del PSOE y el PCE no eran más que eso), se vio obligada a acomodarse a la estratégica de Suárez. Aquel exitoso proceso (si atendemos a los enormes consensos que suscitó y que no dejaron de aumentar cuando la transición se convirtió en relato fundante de nuestra democracia encarnado en la monarquía) culminó con la victoria electoral socialista de 1982, tras un golpe de Estado a un tiempo fracasado y exitoso. Nacía un nuevo régimen político con un poderosísimo PSOE al timón del Gobierno, sostenido, como cualquier sistema político que se precie, por unas nuevas clases medias. Como señala el malvado Emmanuel Rodríguez en su Por qué fracasó la democracia en España, las clases medias son más una noción ideológica que una categoría sociológica. La promesa de modernización y de mejora de las expectativas de vida encarnadas en el Partido Socialista fueron el alimento de esos sectores auto percibidos como clases medias, esa nueva España a la que el PSOE se parecía más que ningún otro partido.
La hegemonía del PSOE era tal que se le perdonó todo durante años, desde las consecuencias de su aceptación de la división del trabajo en Europa –que nos convirtió en una periferia especializada en el turismo–, pasando por la corrupción hasta el terrorismo de Estado. La arrogancia con la que todavía hoy se refiere Felipe González a “lo que hicimos en el País Vasco” revela hasta qué punto el expresidente vive aún en ese mundo. Aquel PSOE, sin embargo, sentó las bases sociales que permitieron el éxito electoral de Aznar y que el PP no sólo se hiciera con el poder durante años, sino que convirtiera la Comunidad Valenciana y Madrid en sus laboratorios más elaborados de su modelo corrupto-neoliberal, aún con Zapatero en la Moncloa.
La crisis económica, como en otros países de Europa, hizo saltar por los aires la auto-percepción de clases medias de inmensos sectores populares en España. Y el siglo XX ha dado sobradas lecciones de lo que pasa cuando se tocan las expectativas de las clases medias. Los desahucios, las estafas permanentes, el paro, la precarización de las condiciones de vida, la emigración de los jóvenes, fueron el caldo de cultivo del movimiento que lo cambió todo: el 15-M. Los hijos e hijas de las nuevas clases medias bajaron a las plazas y señalaron a las élites políticas y económicas. Solo había que ponerles nombre. Nosotros decidimos llamarles casta.
Aquello no fue una venganza de los perdedores políticos de la Transición, una izquierda que durante más de 30 años bastante hizo con resistir. Aquello era el inicio de una crisis de régimen que introducía los ingredientes para una nueva gramática política llamada a cambiar muchas cosas en España. Podemos fue quizá la expresión electoral más elaborada (pero no la única) de aquella nueva gramática. Pero sería absurdo desvincular aquel movimiento de las tradiciones democráticas y regeneradoras de nuestro país. Por las venas del 15-M corría la sangre del movimiento obrero, de los movimientos liberales del XIX, de la lucha de las mujeres, de las luchas contra la dictadura. Sólo así se explica que fuera precisamente el PSOE el partido más afectado por el 15-M y que Podemos haya sido capaz de atraer a un nuevo espacio, no sin dificultades, a todos los sectores que levantaron las banderas de la resistencia en el pasado. Pero ni los símbolos, ni el lenguaje, ni las formas, habrían de ser los mismos.
Podemos vivió una primavera de esperanza en 2014 y un verano en el que nuestras líneas avanzaban ante la desbandada y la torpe resistencia de los adversarios. Así hasta encontrarnos con unas encuestas que nos situaban como la primera fuerza política. El 31 de enero de 2015 hicimos una demostración de fuerza social con una movilización de partido probablemente sin precedentes desde el asesinato de los abogados de Atocha. Pero entonces llegó el invierno ruso y nuestras líneas dejaron de avanzar. Tuvimos que enfrentar procesos electorales en las peores condiciones para hacerlo y aun así irrumpimos en todos los parlamentos y fuimos uno de los motores principales de la conquista de las principales capitales del país por alcaldesas y alcaldes del cambio. Las elecciones catalanas fueron la prueba más difícil para nosotros. No recibimos el apoyo de los sectores a los que nosotros empujamos para alcanzar la alcaldía de Barcelona y nos vimos atrapados en una confrontación frentista que nos obligó a conformarnos con sembrar semillas para el futuro, asumiendo un duro revés electoral. Hace exactamente un año, las encuestas preveían nuestro hundimiento al tiempo que “el Podemos de derechas” que pidió el dueño del Banco Sabadell despuntaba en las encuestas. Pero llegó la remontada y el resultado de las elecciones del 20D cambió, a mi juicio para siempre, el sistema de partidos en España.
A partir de entonces la tensión en el PSOE provocó la situación que ahora vemos en toda su crudeza. Es innegable el valor demostrado por Pedro Sánchez enfrentándose a las fuerzas del régimen en su partido, pero quizá hubiera tenido más sentido proyectar también ese valor hacia los poderes establecidos fuera del partido. De haber sido así hoy podríamos estar gobernando juntos y quizá nuestro Gobierno, con todas las dificultades, hubiera podido implementar políticas redistributivas, regeneradoras, avanzar soluciones democráticas a la tensión plurinacional y ser un ejemplo para otros países europeos.
No sé qué ocurrirá finalmente en el PSOE. Temo que lo que se dirime allí no dependerá sólo de interpretaciones jurídicas y estatutarias; hablamos de la crisis más importante desde el fin de la Guerra Civil en el partido más importante del último siglo en España. Quien pensaba que podía haber normalidad política sin que el PSOE se decidiera por el PP o por nosotros se equivocaba.
Frente a la incertidumbre, a nosotros nos toca seguir del lado de la gente. Debemos estar preparados para gobernar o para la repetición electoral, pero también, si finalmente se imponen los partidarios de dar el Gobierno al PP, debemos estar seguros de nuestro papel como fuerza política que ofrece garantías y que se debe construir como instrumento de un movimiento popular que siga empujando por una sociedad más justa. Nadie duda en España de que nosotros jamás iremos de la mano del Partido Popular. En tiempos de incertidumbres y de golpes oligárquicos, Unidos Podemos debe ser el referente de seguridad de los que quieren una sociedad mejor frente a las élites.