jueves, 28 de enero de 2016

Una propuesta para acabar con los déficits públicos y la deuda de los estados sin apenas pagar impuestos.


Artículo de Juan Torres López en Nueva Tribuna de fecha  24 de Enero de 2016

 
La solución de Smith es la que muchos economistas y asociaciones cívicas como ATTAC venimos proponiendo desde hace años: establecer una tasa sobre una parte de la economía que hasta ahora está prácticamente exenta de cualquier tipo de gravamen, las transacciones financieras
Los grandes medios de comunicación solo se suelen hacer eco de los dos o tres candidatos presidenciales que tienen el apoyo de los poderes económicos y financieros de Estados Unidos. Pero cuando se celebran allí elecciones suelen presentarse también otros candidatos a veces con propuestas realmente interesantes, como ahora ocurre con Scott Smith. En su página web hace una propuesta tan fácil como efectiva y revolucionaria para evitar que el gobierno siga generando déficits multimillonarios y una deuda que aumenta cada año sin necesidad de que las empresas y personas físicas sigan pagando impuestos para financiarlos.
La idea, expuesta de la manera más sencilla es la siguiente, tal y como él la expone en su web.
El presupuesto federal de Estados Unidos es de 3,9 billones (españoles, es decir, millones de millones) de dólares.
La renta personal en Estados Unidos es de unos 15 billones de dólares, de modo que tratar de financiar con ella los 3,9 billones del presupuesto obliga a establecer altos impuestos o a incurrir en grandes déficits.
La solución de Smith es la que muchos economistas y asociaciones cívicas como ATTAC venimos proponiendo desde hace años: establecer una tasa sobre una parte de la economía que hasta ahora está prácticamente exenta de cualquier tipo de gravamen, las transacciones financieras.
Las cuentas de Scott Smith para Estados Unidos son muy sencillas.
Según las estadísticas internacionales, el volumen de transacciones financieras de la economía estadounidense era de 4.456 billones de dólares en 2013 (sería fácil demostrar que en realidad es mayor, porque esas cifras suelen estar infravaloradas, pero podemos dejar las cosas así).
Eso significa, por tanto, que para financiar los 3,9 billones del gasto presupuestario haría falta exactamente el 0.0875%del total de las transacciones financieras (esa es la proporción que 3,9 billones representa de 4.456 billones). Es decir, que (redondeando) con una simple tasa del 0,1% sobre todas las transacciones financieras ya no sería necesario que ni las personas ni las empresas pagaran impuestos para financiar el gasto público (compárese ese 0,1% con el porcentaje que cada uno de ustedes paga de impuestos sobre su renta).
Lógicamente, esta misma propuesta se podría aplicar en Europa, en España y para el mundo en su conjunto y su efecto sería inmediato y de una eficacia impresionante. Valgan tres de ejemplos.
– El stock de deuda pública actual en todo el mundo es de 58 billones de dólares.
– El gasto público mundial anual es de unos 20 billones de dólares.
– La financiación establecida en la reciente cumbre de París para hacer frente al cambio climático fue de 100.000 millones de dólares al año.
Por otro lado, de los datos del Banco Internacional de Pagos se deduce, según una estimación bastante conservadora, que el volumen total de transacciones financieras en el mundo es de unos 11.000 billones de dólares.
Eso quiere decir que:
a) Toda la deuda acumulada en el mundo se financiaría con una tasa única (un solo año) del 0,5% del total las transacciones financieras (58 billones/11.000 billones x 100).
b) El gasto público mundial se financiaría con una tasa anual del 0,2% de todas las transacciones financieras (20 billones/11.000 billones x 100) y prácticamente ya no haría falta ningún otro impuesto.
c) La lucha contra el cambio climático se podría financiar anualmente con una tasa del 0,0001% del total de las transacciones financieras internacionales.
Naturalmente, establecer en todo el mundo una tasa de este tipo y sobre una base amplia de las transacciones financieras conlleva complicaciones pero desde luego no mayores que las que implica mantener los sistemas fiscales actuales en todos los países. Además, con ella se ahorraría mucho dinero en personal y en gastos de administración, y nadie podría decir que se está estableciendo una medida confiscatoria o ni siquiera que atente contra el funcionamiento del sistema. Hablamos de un porcentaje verdaderamente ridículo.
¿Por qué no se adopta entonces? El candidato a la presidencia de Estados Unidos Scott Smith dice que es porque hacemos frente a problemas del siglo XXI con instrumentos del siglo XIX. Lleva razón, pero yo creo que también se rechaza porque los poderosos que gobiernan el mundo no quieren ceder ni un céntimo. Lo quieren todo. Y también porque, en realidad, lo que les preocupa no es que haya más o menos impuestos sino que, gracias a la fórmula que acabo de explicar todos los seres humanos pudieran ejercer sus derechos, informarse, estudiar y conocer, el mundo sin ser esclavas día a día de la necesidad.
En cualquier caso, que nadie se confunda. La propuesta que acabo de hacer muestra que los problemas de déficits y deuda pública gigantescos que tienen las economías no se solucionan porque no se quiere pero eso no quiere decir que, incluso si se resolviesen por la forma que propongo, estuviese ya todo solucionado. Seguiría habiendo una predomino letal de la actividad financiera que antes o después acaba con la creación de riqueza que satisface nuestras necesidades y quedaría pendiente resolver otros muchos problemas. Sobre todo el fundamental de cómo generar los ingresos básicos para poder organizar la vida económica sin provocar los desequilibrios e injusticias que ahora hay. Y hay que tener en cuenta, además, que los impuestos no son útiles solo para recaudar sino también para redistribuir la renta y la riqueza y para incentivar o desincentivar determinadas actividades. Pero de eso hablaremos otro día.

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