jueves, 29 de septiembre de 2016

La crisis del PSOE como crisis de régimen.

Artículo de Pablo Iglesias en diario Público de fecha 29 septiembre 2016.


“El PSOE tardará mucho en volver a ser útil”. Lo decía esta mañana Iñaki Gabilondo, uno de los rostros más prestigiosos de nuestra historia reciente (recuerden que fue su cara la que apareció en la televisión para transmitir tranquilidad a España el 23F, mucho antes que apareciera la de Juan Carlos) desde el periódico que fue el intelectual orgánico de la Transición y la referencia internacional durante años para entender España. Ayer Felipe González, la figura histórica más importante después de Franco, el presidente –a un tiempo carismático y siniestro– más relevante del sistema político del 78, señalaba a Pedro Sánchez desde la SER, nada menos que desde la SER. Poco después el aparato del partido apuñalaba. Y hoy el editorial de El País llama a Sánchez “insensato sin escrúpulos”. No estamos sólo ante la crisis de un partido, sino ante lo que Alberto Garzón definía con acierto ayer como motín oligárquico; un intento de golpe en el interior del PSOE para entregar el Gobierno al PP.
El pasado domingo, en la clausura de la Universidad de verano de Podemos que hicimos en la Universidad Complutense, expuse a mis compañeros las que, a mi entender, son las claves estratégicas para entender la situación de bloqueo que vive nuestro país. Expliqué que no estamos viviendo una situación de “empate catastrófico”, una expresión traída de América Latina donde la paridad de fuerza electoral entre sectores pro-oligarquía y sectores populares obligó a soluciones constituyentes. En España aún no es posible ni el desempate electoral ni una solución constituyente a corto plazo. El bloqueo de nuestro país tiene que ver más bien con las tensiones que se están produciendo en el Partido Socialista entre los partidarios de la restauración del sistema de partidos anterior a las elecciones del 20D, y los partidarios del reacomodo del PSOE a la nueva situación. Lo que se dirime en este partido es básicamente su papel y su estrategia en un contexto histórico nuevo.
Los partidarios del “reacomodo”, con Felipe González y Susana Díaz a la cabeza, cuentan con el apoyo entusiasta de Juan Luís Cebrián y el grupo de comunicación del que es propietario. A mi entender son el sector del PSOE con el proyecto político más claro y una orientación estratégica más armada y precisa. Son partidarios de entregar el Gobierno al Partido Popular y reconocen sin ambages estar más cerca de este partido que de nosotros. Para ellos, el PP es uno de los pilares políticos de España, su histórico competidor en el sistema del turno, mientras que Podemos y sus aliados representan un peligro frente al que hay que conjurarse incluso con sus viejos rivales del turnismo. Este sector cuenta con el apoyo de las élites económicas de nuestro país y de los poderes extranjeros, pero no cuenta con la simpatía ni de los votantes ni de las bases socialistas.
Los partidarios de la “restauración” están representados por Sánchez y su equipo. No cuentan con apoyos mediáticos ni de sectores oligárquicos y además carecen de proyecto político. Ni se han atrevido a intentar diseñar un proyecto de reformas y de gobierno con nosotros, ni tampoco a afrontar con sentido común la tensión plurinacional que se vive en España. Les aterra, con buen criterio, entregar el gobierno al PP por las consecuencias electorales que tendría para su partido y querrían volver a un sistema bipartidista que nos dejara a nosotros ocupando una modesta posición en la izquierda del tablero político, mayor que la que tuvieron en su momento el PCE e IU pero lejos de la paridad actual. Desde enero su objetivo es bien subalternizarnos (al pedirnos que facilitáramos sin participar su gobierno con Ciudadanos) o repetir las elecciones con la esperanza de que el hastío y el aburrimiento de la gente nos hiciera retroceder. Mientras mantenga su no al PP, este sector cuenta con más simpatías entre la militancia y los votantes socialistas.
Los últimos acontecimientos han hecho que estos dos sectores pasen de la guerra fría a la guerra abierta. Del resultado de la misma no sólo depende lo que Gabilondo llama “utilidad” del PSOE, pronosticando una paulatina pérdida de relevancia histórica de este partido, sino nada menos que el resultado de la transición política que vive nuestro país.
Hoy la transición de hace 40 años, con todas sus complejidades, sus tensiones y sus a menudo olvidados centenares de muertos, parece un proceso sencillo si se compara con la actual situación. La sociedad española de entonces –a pesar de las excepciones representadas por las vanguardias de la oposición democrática y los movimientos sociales (en especial el movimiento obrero) y las propias excepcionalidades catalana y vasca– era una sociedad lógicamente atemorizada por la dictadura. El éxito de Suárez (tanto de la Ley de Reforma Política como de su UCD) señaló la hegemonía de su proyecto de metamorfosis de la dictadura en una monarquía constitucional más o menos homologable en Europa. La izquierda, sumida en sus debates para no dar miedo (las renuncias respectivas al marxismo y al leninismo del PSOE y el PCE no eran más que eso), se vio obligada a acomodarse a la estratégica de Suárez. Aquel exitoso proceso (si atendemos a los enormes consensos que suscitó y que no dejaron de aumentar cuando la transición se convirtió en relato fundante de nuestra democracia encarnado en la monarquía) culminó con la victoria electoral socialista de 1982, tras un golpe de Estado a un tiempo fracasado y exitoso. Nacía un nuevo régimen político con un poderosísimo PSOE al timón del Gobierno, sostenido, como cualquier sistema político que se precie, por unas nuevas clases medias. Como señala el malvado Emmanuel Rodríguez en su Por qué fracasó la democracia en España, las clases medias son más una noción ideológica que una categoría sociológica. La promesa de modernización y de mejora de las expectativas de vida encarnadas en el Partido Socialista fueron el alimento de esos sectores auto percibidos como clases medias, esa nueva España a la que el PSOE se parecía más que ningún otro partido.
La hegemonía del PSOE era tal que se le perdonó todo durante años, desde las consecuencias de su aceptación de la división del trabajo en Europa –que nos convirtió en una periferia especializada en el turismo–, pasando por la corrupción hasta el terrorismo de Estado. La arrogancia con la que todavía hoy se refiere Felipe González a “lo que hicimos en el País Vasco” revela hasta qué punto el expresidente vive aún en ese mundo. Aquel PSOE, sin embargo, sentó las bases sociales que permitieron el éxito electoral de Aznar y que el PP no sólo se hiciera con el poder durante años, sino que convirtiera la Comunidad Valenciana y Madrid en sus laboratorios más elaborados de su modelo corrupto-neoliberal, aún con Zapatero en la Moncloa.
La crisis económica, como en otros países de Europa, hizo saltar por los aires la auto-percepción de clases medias de inmensos sectores populares en España. Y el siglo XX ha dado sobradas lecciones de lo que pasa cuando se tocan las expectativas de las clases medias. Los desahucios, las estafas permanentes, el paro, la precarización de las condiciones de vida, la emigración de los jóvenes, fueron el caldo de cultivo del movimiento que lo cambió todo: el 15-M. Los hijos e hijas de las nuevas clases medias bajaron a las plazas y señalaron a las élites políticas y económicas. Solo había que ponerles nombre. Nosotros decidimos llamarles casta.
Aquello no fue una venganza de los perdedores políticos de la Transición, una izquierda que durante más de 30 años bastante hizo con resistir. Aquello era el inicio de una crisis de régimen que introducía los ingredientes para una nueva gramática política llamada a cambiar muchas cosas en España. Podemos fue quizá la expresión electoral más elaborada (pero no la única) de aquella nueva gramática. Pero sería absurdo desvincular aquel movimiento de las tradiciones democráticas y regeneradoras de nuestro país. Por las venas del 15-M corría la sangre del movimiento obrero, de los movimientos liberales del XIX, de la lucha de las mujeres, de las luchas contra la dictadura. Sólo así se explica que fuera precisamente el PSOE el partido más afectado por el 15-M y que Podemos haya sido capaz de atraer a un nuevo espacio, no sin dificultades, a todos los sectores que levantaron las banderas de la resistencia en el pasado. Pero ni los símbolos, ni el lenguaje, ni las formas, habrían de ser los mismos.
Podemos vivió una primavera de esperanza en 2014 y un verano en el que nuestras líneas avanzaban ante la desbandada y la torpe resistencia de los adversarios. Así hasta encontrarnos con unas encuestas que nos situaban como la primera fuerza política. El 31 de enero de 2015 hicimos una demostración de fuerza social con una movilización de partido probablemente sin precedentes desde el asesinato de los abogados de Atocha. Pero entonces llegó el invierno ruso y nuestras líneas dejaron de avanzar. Tuvimos que enfrentar procesos electorales en las peores condiciones para hacerlo y aun así irrumpimos en todos los parlamentos y fuimos uno de los motores principales de la conquista de las principales capitales del país por alcaldesas y alcaldes del cambio. Las elecciones catalanas fueron la prueba más difícil para nosotros. No recibimos el apoyo de los sectores a los que nosotros empujamos para alcanzar la alcaldía de Barcelona y nos vimos atrapados en una confrontación frentista que nos obligó a conformarnos con sembrar semillas para el futuro, asumiendo un duro revés electoral. Hace exactamente un año, las encuestas preveían nuestro hundimiento al tiempo que “el Podemos de derechas” que pidió el dueño del Banco Sabadell despuntaba en las encuestas. Pero llegó la remontada y el resultado de las elecciones del 20D cambió, a mi juicio para siempre, el sistema de partidos en España.
A partir de entonces la tensión en el PSOE provocó la situación que ahora vemos en toda su crudeza. Es innegable el valor demostrado por Pedro Sánchez enfrentándose a las fuerzas del régimen en su partido, pero quizá hubiera tenido más sentido proyectar también ese valor hacia los poderes establecidos fuera del partido. De haber sido así hoy podríamos estar gobernando juntos y quizá nuestro Gobierno, con todas las dificultades, hubiera podido implementar políticas redistributivas, regeneradoras, avanzar soluciones democráticas a la tensión plurinacional y ser un ejemplo para otros países europeos.
No sé qué ocurrirá finalmente en el PSOE. Temo que lo que se dirime allí no dependerá sólo de interpretaciones jurídicas y estatutarias; hablamos de la crisis más importante desde el fin de la Guerra Civil en el partido más importante del último siglo en España. Quien pensaba que podía haber normalidad política sin que el PSOE se decidiera por el PP o por nosotros se equivocaba.
Frente a la incertidumbre, a nosotros nos toca seguir del lado de la gente. Debemos estar preparados para gobernar o para la repetición electoral, pero también, si finalmente se imponen los partidarios de dar el Gobierno al PP, debemos estar seguros de nuestro papel como fuerza política que ofrece garantías y que se debe construir como instrumento de un movimiento popular que siga empujando por una sociedad más justa. Nadie duda en España de que nosotros jamás iremos de la mano del Partido Popular. En tiempos de incertidumbres y de golpes oligárquicos, Unidos Podemos debe ser el referente de seguridad de los que quieren una sociedad mejor frente a las élites.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Hacia una nueva crisis de deuda privada

Artículo de Juan Laborda en su blog vozpopuli publicado con fecha 24/9/2016.


¿Pensaban ustedes que los problemas de deuda privada ya estaban acabados, suavizados, eliminados? En absoluto, simplemente están hibernando hasta que se forme la siguiente tormenta perfecta. Y de nuevo la deuda privada, y un endeudamiento público creciente, no para crecer, sino para generar colateral que permita subsistir a un sistema bancario podrido, quebrado. Prepárense para lo que viene, nada nuevo y nada bueno. Y nos pillará otra vez desnudos, sin haber armado el traje que nos debería haber protegido.
El endeudamiento público ha sido generado para pagar las deudas del sector privado a los bancos extranjeros
La situación actual es curiosa, mejor dicho, paradójica. Tanto en los países del sur de la Eurozona -con sistemas bancarios muy frágiles-, como en aquellos países postsoviéticos que son miembros de la Unión Europea, pero no forman parte del euro -con una deuda hipotecaria a punto de estallar-, el endeudamiento público ha sido generado para pagar las deudas del sector privado a los bancos extranjeros. Y ello constituye una auténtica perversión antidemocrática de unas élite profundamente corruptas. Pero vayamos por partes.
Target 2 y los países del sur de Europa
Target2 es el sistema que guarda y compensa las operaciones financieras de pagos en el Eurosistema. Permite que las entidades bancarias tengan posiciones deudoras en el sistema mientras sigan teniendo colateral que colocar. Mientras las entidades financieras españolas sigan en una situación nada halagüeña como la actual, el Estado español no va a dejar de emitir deuda para proporcionarles colateral. Los bancos centrales del sur de Europa piden prestado a otros bancos centrales para “sus” bancos comerciales. Target2, por lo tanto, es un sistema para las entidades financieras europeas y los bancos centrales. No es un sistema ni para los Estados europeos ni para los ciudadanos.
Protege siempre a la banca privada porque al final si hubiera impagos lo acaban pagando los contribuyentes. Si un banco español, por ejemplo, no pudiera pagar su deuda con un banco alemán y su colateral no valiera nada, el Bundesbank pagaría al banco alemán, el Banco Central Europeo (BCE) al Bundesbank, y el BCE reclamaría a Banco de España. Si Banco de España no pagara, el coste de la perdida se repartiría entre todos los bancos nacionales del Eurosistema.
Jamás el colateral que admite el BCE había tenido menos valor que ahora
Ya hemos aprendido e interiorizado que el BCE nunca se puede quedar sin dinero para prestar a las entidades o a otros bancos centrales. Jamás antes había sido tan fácil a las entidades financieras conseguir dinero del BCE. Nunca antes el BCE había expandido su balance como ahora. Jamás el colateral que admite el BCE había tenido menos valor que ahora. Ello explica dos cosas, por un lado, las operaciones de financiación a largo plazo o préstamos LTROs a la banca europea, y, por otro, tras el acuerdo tácito entre las élites, los programas de compra de activos (deuda) del BCE a la banca, después de que esta financiara a los gobiernos y consiguiera así colateral. Tremendo, ¿verdad? De esta manera se están recapitalizando, por ejemplo, las entidades bancarias españolas. Pero no olviden que la garantía de esos préstamos a las entidades la damos nosotros, los contribuyentes. Recuerden que el BCE en el caso de
Grecia no rescató al gobierno ni al pueblo griego, lo que hizo fue rescatar a las entidades financieras alemanas y francesas.
Deudas hipotecarias en euros países fuera del Euro
La deuda pública en Grecia sólo fue la primera. Hay más bombas por estallar. Las deudas hipotecarias en algunas economías postsoviéticas (Letonia, Hungría, Rumanía,…) son todavía más peligrosas. A pesar de que estos países no están en la zona euro, la mayor parte de sus deudas están denominadas en euros. Alrededor del 87% de las deudas de Letonia son en euros u otras monedas extranjeras, y la deben principalmente a los bancos suecos, mientras que Hungría y Rumanía a los bancos austriacos.
Para pagar deudas impagables a estos bancos extranjeros los gobiernos de estos países de la otrora esfera soviética se han ido endeudando para apoyar los tipos de cambio y así poder pagar las deudas del sector privado a los bancos extranjeros. Como consecuencia, en estos países aumenta el déficit comercial y su crecimiento económico se paraliza. Lo peor es que estos países han apoyado a sus tipos de cambio mediante préstamos de la UE y el FMI, cuyos términos son insostenibles: fuertes recortes presupuestarios del sector público, las tasas más altas de impuestos sobre el factor trabajo, ya saturado de impuestos, y unos planes de austeridad que se encogen economías e impulsan más mano de obra que emigrar.
Lo que de una vez por todas deben entender los banqueros de aquí y allá es que tienen que asumir tanto el coste como las deudas que se van a dejar de pagar, o se pagarán en monedas fuertemente devaluadas. Pero no se dan por aludidos, todo lo contrario. A la primera señal de que un país amenace con pagar en una moneda devaluada o cuestione una deuda externa como inadecuada, las agencias de calificación, auténticos mafiosos, se moverán para recortar su calificación crediticia.
Es necesario modificar profundamente un diseño institucional ineficiente que no solo no anticipó sino que alentó que los pasivos bancarios se convirtieran en deuda pública
Lecciones a extraer
Podemos extraer varias lecciones importantes a partir de este análisis. Respecto a los países del euro, es necesario modificar profundamente un diseño institucional ineficiente que no solo no anticipó sino que alentó que los pasivos bancarios se convirtieran en deuda pública en situaciones de crisis, impidiendo la restructuración privada de la deuda.
Para los países de la Unión Europea que no forman parte del euro, las dos lecciones más importantes son que el sector privado no debe endeudarse en monedas distintas de la suya ni emitir bajo legislación que no sea la de su país. Pero además deben aprovechar algo que nosotros no tenemos, la soberanía monetaria para implementar expansión fiscal con tipos de cambio flexibles.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Reiniciando la democracia


Artículo de Juan Laborda en su blog en vozpopuli publicado con fecha 14/9/2016.

Si echamos una mirada en derredor de nuestro país inmediatamente cunde el desánimo. La democracia está siendo devorada desde dentro, a marchas aceleradas. Lo peor es que había señales de advertencia, muy claras, pero las ignoramos. En la década de los 80 las élites empezaron a fraguar el gran negocio, y de una manera muy sutil iban perfeccionando su capacidad de presionar e influir, guiados por un instinto de clase depredador y el diseño de una conspiración continua contra la ciudadanía, contra la democracia. Ese proceso se ha acelerado tras la crisis sistémica de 2008. Mientras todo iba bien, y había algo que repartir a la plebe, más o menos todo iba cuadrando. Pero cuando ya no hay nada que repartir y además se trata de rescatar y ayudar a los que mandan la cosa cambia. Sale a la luz la gran mentira.
La “superclase” hace tiempo que decidió que la democracia era una amenaza para su riqueza y poder, y empezó a maquinar como neutralizarla
La “superclase” hace tiempo que decidió que la democracia era una amenaza para su riqueza y poder, y empezó a maquinar como neutralizarla, obviamente sin dar la sensación de que lo estaba haciendo. Hay que sustentar la apariencia externa de democracia, con el fin de mantenernos tranquilos y entretenidos, a la vez que se elimina cualquier sustancia de ella. En nuestro país, como en la inmensa mayoría de las democracias de nuestro entorno, determinadas fundaciones, grandes corporaciones e individuos profundamente ricos se dedican a financiar, directa o indirectamente, centros de pensamiento que simplemente producen estudios con resultados sesgados a su ideología y sus intereses. Pero ahora ya no hay sutileza que valga, han entrado a saco en los grandes medios de comunicación escritos y hablados, y en la mayoría de ellos, mediante un riego generoso de euros, solo se da voz a aquellos que justifican lo que hay y que incluso hacen que el sistema parezca hasta piadoso. Además si hace falta se les crea puestos ad hoc.
Lo sustantivo es mantener todo como está con el fin de continuar aplicando de manera sistemática aquellas políticas distópicas empeñadas en reconstituir el sistema existente. El objetivo no es otro que favorecer de manera permanente a la clase dominante. Para eso, y por eso, el interés de la ciudadanía en participar en la vida pública lo han rebautizado como "populismo mal informado”.
El fracaso del proceso de selección natural
Desde un punto de vista económico, para ayudar a encubrir este continuo latrocinio, se necesitaba un determinado brillo intelectual atractivo. Así intelectuales públicos y subvencionados fueron reclutados para convertir la globalización, el neoliberalismo y el consenso de Washington en un sistema de creencias teológicas. La ciencia sombría de la economía se convirtió en un milagro de la fe. Wall Street y la City brillaban como la nueva tierra prometida, pero muy pocos percibieron que aquellos ángeles que bailaban alrededor de sus cabezas eran realmente chamanes. La codicia se transformó en una virtud.
Se ha evaporado más un 30% de la riqueza promedio de las familias
Pero al final la inmensa mayoría de la gente acabó perdiendo. Se ha evaporado más un 30% de la riqueza promedio de las familias. Muchas familias no solo no han salido de la crisis, sino que se adentran más profundamente en ella. Todavía tienen que cargar con una deuda onerosa; sus salarios se ven menguados; y sus pensiones de jubilación futuras, y aún no lo saben, serán anémicas. Todo esto fue cínicamente definido como una mejora en el proceso de selección natural. Chorradas. Esta doctrina de "progreso" nos lleva de nuevo a la selva.
En teoría política existe suficiente literatura que advierte contra el poder de las facciones privilegiadas para capturar la maquinaria de las democracias. Hay que desconfiar, incluso detestar, el poder privado concentrado, y es necesario erigir salvaguardias para evitar que éstos subviertan el principio moral y político básico de toda democracia, y que debería comenzar así: "Nosotros, el pueblo". Pero las hienas han acabado devorándonos. Las grandes empresas, esas que no pagan un euro de impuestos, pobrecitas ellas, y sus colaboradores, generosamente regados con dinero por doquier, han contado con el apoyo del establishment político para legitimar una desigualdad creciente en la renta y riqueza, para proteger las redes de privilegios y monopolios de las principales industrias. Una mención especial merecen los medios de comunicación, en su mayoría quebrados, pero generosamente  financiados por la superclase. Algunas editoriales de ciertos medios producen sonrojo.
Aquellos que defendían como algo bueno la creciente desigualdad han fracasado, sus teorías, mitos y dioses son falsos
Yo personalmente no dejo de sorprenderme de cómo una pequeña facción privilegiada guiada por una codicia extrema, y políticamente protegida, nos llevó al borde de una segunda Gran Depresión. Para, a continuación, culpar gobierno, a los más débiles e indefensos, a los menos formados, a los más pobres, y a los inmigrantes de nuestros problemas. Ya saben cómo ha acabado todo, ellos más ricos y poderosos que nunca. Y la ciudadanía perpleja y empobrecida. Pero ahora toca levantarse y actuar. Aquellos que defendían como algo bueno la creciente desigualdad han fracasado, sus teorías, mitos y dioses son falsos. Pero la sociedad debe reconocerlo y “botarles”. Solo de esta manera podemos reiniciar la democracia.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Frente a la desesperanza, déjenme soñar

Artículo de Juan Laborda de fecha 31/8/2016 en su blog vozpopuli.


No voy a opinar sobre el pacto entre PP y Ciudadanos. Paso, me aburre el tactismo, las medias verdades, el donde “dije digo, digo Diego”. Además, en este medio, Andrés Herzog publicó, hará unos días, un blog excelente sobre el mismo. A él me remito. Por el contrario, permítanme comentar algo que se suele decir en las distintas tertulias y que resulta terminantemente falso. Frente a lo que se dice, la falta de gobierno no ha afectado negativamente al crecimiento económico. Al revés, la ausencia de un ajuste fiscal, un turismo viento en popa (espoleado por conflictos geopolíticos que han arruinado a nuestra competencia), la expansión cuantitativa del Banco Central Europeo (empiezan a estudiar con retraso algo de Teoría Monetaria Moderna), y la depreciación del tipo de cambio efectivo real ha mantenido la velocidad de crucero de nuestra economía en el 0,7%-0,8% inter-trimestral. Pero nada es atribuible al ejecutivo saliente, solo el haber pactado con las élites europeas una expansión fiscal por razones políticas, y cuyo impacto, desde la segunda mitad de 2014, está siendo muy positivo para nuestra economía. ¡Paradojas de la vida! La austeridad ha fracasado y lo saben. Pero da igual, sujeto el Régimen y prietas las filas, prepárense para nueva ración de cicuta.
Hoy más que nunca era necesario un acuerdo del resto de los grupos políticos para consensuar lo básico
Era un momento ideal, porque así lo había decidido la mayoría de la gente decente de este país, de colocar al actual ejecutivo en funciones y a sus élites colindantes en la calle, a todos y cada uno de ellos. Hoy más que nunca era necesario un acuerdo del resto de los grupos políticos para consensuar lo básico: regeneración, lucha contra la corrupción, lucha contra la pobreza, nuevo modelo productivo, lucha contra los rentistas-oligopolistas, pacto inter-generacional, lucha contra el fracaso escolar, pacto por la infancia... Acordar lo básico para los próximos 2 años, poner las bases para una España mejor. Pero da igual. Ya todo da igual.  Aquellos que han llevado a España al final de un ciclo histórico, caracterizado por una profunda degradación política, económica, social y moral, van a continuar medrando. Cuentan además con la ayuda inestimable de unos medios de comunicación que nos quieren dóciles, manejables, sumisos. Por lo tanto, su herencia se va a alargar en el tiempo. Salarios míseros, jóvenes talentosos emigrando, pensionistas temerosos, buscadores de rentas haciendo su agosto, niños marcados por el lugar donde nacen y que no ascenderán en el ascensor social… País de camareros, país de crupieres. Pero al final esos hombres y mujeres, buenos y decentes, despertarán de este mal sueño y pondrán los puntos sobre las íes.
La doctrina del shock fracasará
Ya conocen nuestra tesis. Las élites auto-programaron un crecimiento económico para “sujetar” al Régimen. Los motores de crecimiento patrios son, por un lado, la relajación del ajuste presupuestario, con el consentimiento expreso de Bruselas -desde 2014 se ha producido un incremento del déficit estructural-. Por otro, la entrada de flujos financieros foráneos en nuestra economía, derivados fundamentalmente de la política monetaria del BCE. Inicialmente fueron inyecciones directas de liquidez al sistema bancario, vía préstamos a largo plazo a coste irrisorio; ahora, a través de la expansión cuantitativa, mediante la compra en mercado secundario de deuda pública y privada por parte del regulador. El objetivo último era mantener el régimen y statu-quo actual de nuestro país. Y lo han conseguido. Pero su objetivo final es otro. Han ganado tiempo para continuar haciendo lo de antes. Cuando se forme el nuevo ejecutivo, nueva ración de austeridad, pero no por razones económicas, ¡qué va!
Vayamos a “la raíz del asunto”. La zona euro no es sólo un área monetaria, es mucho más, se trata de un régimen de acumulación de capital sin parangón en nuestra historia reciente. Se podría utilizar la capacidad de emisión de moneda del BCE para financiar los déficits fiscales de los Estados miembros de manera que pudieran fomentar el crecimiento y el empleo en sus economías nacionales sin encontrarse con las restricciones que los mercados de bonos privados ejercen en sus gastos. Pero eso no lo van a hacer, ¡qué va! Prefieren aplicarnos la doctrina del shock: cualquier desequilibrio macroeconómico en virtud de las disposiciones institucionales de la Unión Monetaria conduce a un ajuste a expensas de los ingresos laborales, la protección del empleo y los servicios sociales, por medio de la reforma del mercado laboral y la deconstrucción del estado de bienestar.
La labor de desinformación es vital porque al ocultar el origen de la crisis permiten que esta agenda se alcance
Los defensores de la austeridad intentan cambiar el modelo social, privatizar todo -incluida la sanidad y la educación-, forrarse a nuestra costa. Y para ello la labor de desinformación es vital, clave, porque al manipular y ocultar el origen de la crisis permiten que esta agenda se alcance, aun a costa de los ciudadanos. Y lo saben, y por ello levantaron el pie del acelerador en el período 2013-2016. Una vez sujeto el Régimen, volverán ¡a jugar! Pero hay un problema de fondo muy serio: la clase dominante en realidad no tiene un plan hegemónico, simplemente sigue las tendencias espontáneas del capitalismo contra la inmensa mayoría de la ciudadanía. Por eso fracasarán y colapsarán, aunque el daño infligido previamente ya será irreversible. Sí, lo reconozco, quizás sea un sueño, pero déjenme soñar.