miércoles, 30 de mayo de 2018

¡Sí a la moción de censura! Preparando una agenda transformadora!


Pedro Sánchez ha hecho lo que tenía que hacer, y mucho nos habríamos evitado si en 2015 Podemos y Cs hubiesen pactado con el líder del PSOE una hoja de ruta constituyente
Artículo de Juan Laborda en su blog de Vozpopuli de fecha 29/5/2018.

España vive una profunda crisis social, económica, y política. Todas ellas convergen y se sintetizan en una honda depresión moral. Y es en este caldo de cultivo donde algunos nacionalismos periféricos han medrado para introducir, además, una crisis territorial. La crisis de España, en definitiva, es generalizada. No solo afecta a la clase política gobernante, que también, es extensible a unas élites económicas, intelectuales y académicas, en líneas generales dóciles con el poder, todo por mantener un statu-quo, sus ”privilegios”. Como corolario obvio nunca en los últimos cuarenta años España había pintado tan poco en la esfera internacional. Las élites actuales son sin duda las más mediocres de nuestra joven democracia. Pero también nosotros, los ciudadanos, tenemos nuestra ración de culpa, especialmente la clase media. Hemos validado con nuestro voto dichos comportamientos.

Esta degradación moral alcanzó bajo el actual partido en el poder niveles de hedor insoportables. Tras la primera sentencia por el caso Gürtel, el actual ejecutivo debería haber dimitido. No solo no lo han hecho, sino que además se han autodenominado garante de la estabilidad patria. ¡Pero qué estabilidad ni qué carajo! España, país de ensambladores, camareros y crupieres, tiene la tasa de paro más alta de la OCDE, alcanzando límites insufribles cuando la ajustamos por precariedad y temporalidad. Los salarios son míseros, y nuestros jóvenes no tienen ningún futuro aquí. ¿De qué estabilidad hablan? ¿Que la economía está creciendo desde 2014? Sí, pero por factores no atribuibles a ellos: la relajación del ajuste presupuestario, con la aquiescencia de Bruselas; la entrada de flujos financieros foráneos en nuestra economía, derivados de la política monetaria del BCE; y la bajada no prevista del precio del petróleo y otras materias primas. Y como corolario, una deuda soberana récord histórico. Pero estos vientos empiezan a soplar en contra.

En realidad quienes nos desgobiernan aprovecharon la crisis para beneficiar al 1% más rico. No lo digo yo, lo detallan los datos oficiales de Banco de España o de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Implementaron una devaluación salarial que no ha servido para aumentar la competitividad de nuestras empresas. ¿Saben que han hecho nuestras empresas con las bajadas salariales? ¡Subir precios para mejorar márgenes, aumentando aún más la participación del factor capital en la renta nacional a costa de las familias y de los trabajadores! Eso, lo deberían saber, es social y económicamente ineficiente. El desprecio de nuestros gobernantes por los más débiles y humildes alcanza cotas insoportables.

Una hoja de ruta constituyente

Tras la sentencia Gürtel no quedaba otra que convocar una moción de censura. En este sentido, Pedro Sánchez ha hecho lo que tenía que hacer. Además era el único que legalmente lo podía hacer. Mucho nos hubiésemos evitado si allá por 2015 Podemos y Cs hubiesen pactado con Sánchez una hoja de ruta constituyente encaminada a solucionar los gravísimos problemas de España. Aunque con retraso, aún estamos a tiempo de al menos programar otra que ponga las bases de una sociedad mejor. Pero me temo que los tactismos, ahora de Rivera, como antes de Iglesias, descarrilarán esta nueva oportunidad. Espoleados por unos sondeos, cocinados por aquellos que quieren que todo siga igual, la formación naranja parece que ansía unas elecciones anticipadas.
Déjenme soñar y pensar que al final la oposición se pone de acuerdo y pacta una hoja de ruta. Esta hoja de ruta ya la detallé hace un año. Permítanme recuperarla. El preámbulo de la moción de censura podría explicitarse así: “Durante los dos próximos años este gobierno de transición consensuado con las fuerzas políticas y sociales pondrá las bases que permitan una regeneración y rearme moral, económico y social de nuestro país”. Pero para ello deberá explicitar un conjunto de cambios legales, reformas y propuestas que sean el común denominador de todos aquellos que quieran dar la vuelta a la situación actual.

Es necesario llevar a cabo un conjunto de reformas que hagan de España una democracia de facto y de iure. Cosas básicas, elementales. Viendo atónitos los escándalos que circulan estos días es necesario apuntalar una separación efectiva de poderes. Es ineludible una ley antimonopolio que prohíba explícitamente la participación en el accionariado de medios de comunicación de bancos y otros vehículos de inversión, y viceversa. Es fundamental terminar con las puertas giratorias de políticos y funcionarios. Las grandes empresas, especialmente aquellas que viven del Boletín Oficial del Estado, deben entender de una vez por todas que les será más rentable invertir en formación de sus trabajadores, en innovación de procesos o productos, que en políticos y/o funcionarios. Y, por higiene democrática, es fundamental acabar con todo aquel personal de la administración pública colocado a dedo por los partidos de turno -amigos, familiares, militantes…-, mientras se refuerza el correspondiente a los pilares básicos de nuestro estado del bienestar: educación, sanidad, justicia, dependencia, inspección, seguridad,….

Desde un punto de vista económico el gobierno de transición “promoverá todas las reformas económicas y sociales encaminadas a un modelo productivo más eficiente, económica, ecológica y energéticamente; y, obviamente, mucho más justo -la pobreza se está cebando con los jóvenes, con los más débiles-". Hay que acabar con el capitalismo de amiguetes y el Totalitarismo Invertido en que se ha convertido España, donde la igualdad de oportunidades son meras palabras huecas que hace tiempo el viento se llevó. Es necesario repensar la educación de nuestros hijos y nietos como el motor clave para que alcancen su auténtica libertad, no sometidos a ningún proceso de alienación, y, obviamente, para que el ascensor social funcione. No es de recibo, al menos para mí, que según el barrio en el que se nazca, los niños y niñas de este país están predestinados a ser carne de cañón.

Hoy en día es más necesario que nunca algo de lo que carecemos, nuevas élites audaces que promuevan una profunda reforma fiscal -aumentar la imposición a rentistas, mientras se baja la del factor trabajo, el IVA y la de las pequeñas y mediana empresas-; lucha sin cuartel contra los oligopólios patrios, y, muy especialmente, un cambio radical del actual marco energético. El objetivo es claro: iniciar una fase de incremento y modernización de nuestro aparato productivo. Ello será complementado con una lucha sin cuartel contra la creciente desigualdad, mientras se defiende políticas redistributívas. La evidencia empírica demuestra que la baja desigualdad después de impuestos está altamente correlacionada con un crecimiento más alto y duradero, y que las políticas redistributivas no tienen un impacto negativo en el crecimiento, al revés, el gasto en sanidad y educación es positivo.

Déjenme soñar y pensar que al final un grupo de hombres y mujeres buenos, de diferentes ideologías, se ponen de acuerdo en sentar las bases de una España más libre, justa y próspera. Y un deseo final: ansío que aquellos que actúen por tactismo y descarrilen esta oportunidad ojalá lo acaben pagando en las urnas.

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