Artículo de Juan Carlos Monedero
de fecha 5/11/2019 en Público.
En
la derecha, el único que quería debate era Abascal. En la izquierda, Iglesias.
Abascal le ha hablado, con éxito, a los Sancho Panzas. Iglesias, con
preocupación, a los Quijotes. Los demás eran secundarios de una mala función.
Pese a los trucos de buhonero de Rivera, que siempre tiene un conejo en su
sombrero español que solo a él da sombra. O los silencios de Sánchez que
atruenan en el infierno. O la barba de Casado que no todo lo oculta.
Sánchez
hubiera dado el moreno de la mejilla izquierda por no hacer ni un debate.
Sánchez lleva mucho tiempo mintiendo y solo se salva cuando Ferreras y la
fracción más jabonosa del Grupo PRISA le cubre las mentiras. A veces ni con
esas. La Sexta, en su sondeo, ha dado ganador a Pedro Sánchez. Que
sería como dar ganador en un concurso de coraje a los italianos en la batalla
del Ebro. A Ferreras ya no le importa hacer el ridículo. Ayer, en el otro
debate, antes, por eso de la equidistancia, entrevistaron otra vez a Sánchez.
Luego, para rematar, metieron de comentarista a Manuela Carmena. Y hoy
han invitado a Errejón de comentarista. En el PSOE ya nadie debate. Lo hace A
Tres Media por ellos. ¿Por qué no montan un partido?
Sánchez
ha estado patético cuando menos por tres cosas. Primero, porque no ha
contestado a nadie. Y si vas a un debate, eso no se hace.
Ante las preguntas, miraba a sus papeles o al horizonte y luego seguía con su
monólogo. Si se monologa, no hay debate. Es un debate en plasma o en diferido o
serrano. Pero no es un debate. Después,
ha guardado silencio cuando Iglesias le ha preguntado si va a pactar un
gobierno con el PP. Sánchez solo dice la verdad cuando le traiciona el
inconsciente. Le pasó cuando dijo que molestar a los
poderosos le quietaba el sueño. Y en el debate cuando se ha salido de su propio
guión y ha gritado a Casado: ¡Si no gobierno porque no os habéis abstenido! Que
es una suerte de «sí» igualmente en diferido. En tercer lugar, porque Pedro
Sánchez ha culminado el giro del PSOE a la derecha. O, al menos, el giro de
Pedro Sánchez. Quizá por eso Unidas Podemos gobierna con el PSOE en seis
comunidades y es imposible gobernar en la Moncloa pese a los casi cuatro
millones de votos. No por el PSOE, sino por Sánchez. El peor PSOE está de
vuelta.
Sánchez
ha ascendido a Nadia Calviño, que es la derecha en el equipo económico. Ha
castigado así a Teresa Ribero, Ministra de Trabajo, que había dicho que la
mochila austriaca, incorporada por Calviño en la propuesta económica mandada a
Bruselas, no la habían discutido en su departamento. Sánchez lo ha dejado
claro: la Vicepresidenta será Calviño. Que podría perfectamente ser una
Ministra del PP. Así que nada de revalorización de las pensiones al IPC, nada
de derogar las reformas laborales, nada de aumentar el gasto social y nada de
los presupuestos que el PSOE pactó con Unidas Podemos. Negras tormentas se
avecinan.
Por si fuera poco, Sánchez se
ha puesto a competir con Abascal a ver quién frenaba más la inmigración o quien
amenaza más a Catalunya. Mal están las cosas en el Partido Socialista. Allá
verán qué hacen los votantes y militantes. Que luego no digan que Pedro Sánchez
les ha engañado.
Casado
sabe que va a abstenerse para que gobierne Sánchez. Al tiempo, tiene que
quitarse el sambenito de derechista furibundo que solo ha servido para hacer
crecer a VOX. Así que ha pasado por el debate sin pena ni gloria. Como
Rivera, que ha vuelto a sacar souvenirs y ha dicho, mostrando un trozo de
adoquín, que es un adoquín de su tierra. Expoliando suelo catalán para llevarlo
a un plató de televisión. Rufián no se lo va a perdonar en la vida. Rivera está desencajado y por
eso no encaja en ningún lado. Le ha lanzado guiños al PSOE pero solo porque le
va la vida en ello. Pero le puede el falangista que lleva dentro,
vuelve a desencajarse, y deja a Abascal como una persona sosegada.
Abascal y VOX se han comido a
un Casado que venía a disimular y a un Rivera que no sabe que siempre puede
haber alguien más facha que tú. El blanqueo de la derecha a la extrema derecha
es de nota. Casado y Rivera llaman a VOX «partido constitucionalista». Que hoy
ha vuelto a decir que va a encarcelar a políticos e ilegalizar partidos o
cargarse entero el Título VIII de la Constitución.
La
extrema derecha española no se parece a la europea, más
crítica con el neoliberalismo. VOX es una escisión del PP que carga las tintas
en el tradicionalismo monárquico de los siglos XIX y XX. ¿Por qué el discurso
de Abascal ha sido hoy más eficaz? Porque ha hablado a la España «Sancho Panza». A esa España acobardada,
egoísta, poco empática, débil ante los fuertes y fuerte con los débiles,
arrogante, despreciadora, ignorante, valiente solo en grupo, defensora del
orden tradicional solo porque creen que algún beneficio les produce. Ha
dicho Abascal que, prácticamente, ha robado durante cuatro años de un
chiringuito que le montó Esperanza Aguirre a 80.000 euros por año. Pero que eso
le ha servido para saber lo malas que son las Comunidades Autónomas y que las
va a desmantelar. Como
si un proxeneta se ofreciera de inspector de trabajo en un prostíbulo.
La
extrema derecha en España, como el Don Guido de Antonio Machado, siempre ha
tenido una enorme jeta. Son vividores que ven ventajas en habitar esos ropajes.
Los vividores poblaron las filas de Falange igual que del fascismo y del nazismo. Y ahí
está el matrimonio Espinosa de los Monteros-Monasterio, amigos de pasarse la
ley por el forro para dedicarse al negocio inmobiliario, o el juez Serrano,
máximo líder de VOX en Andalucía, que le debe 2.5 millones de euros a Hacienda.
Pablo Iglesias ha puesto en su sitio a Abascal, quien ni con el pecho al aire,
ha tenido fuelle para contestarle. Porque en las filas de Unidas Podemos van
víctimas del terrorismo, como Rosa Lluch, que no va pavoneándose como Abascal
de lo mal que lo ha pasado y porque VOX es un ejemplo claro de cómo a la
derecha no le interesan todas las víctimas.
Frente
a la España de los fachas Sancho Panzas, hay, le ha recordado Iglesias, una
España digna que quiere acabar con el fraude fiscal, aumentar el gasto social,
atender a los dependientes en cualquier rincón del país, no olvidar a los
militares mayores de 45 años, hacer gratuitas las escuelas
infantiles y la universidad y exigir a los bancos que devuelvan el dinero. Y
esa España no le tiene miedo a la plurinacionalidad porque tiene una fe en una
España democrática que nunca ha tenido la derecha.
En
este debate, otra vez, se ha visto que Pablo Iglesias se los come a todos. Es
normal que Sánchez no quiera que esté en el mismo consejo de Ministros. Porque
mientras los demás seguían con sus cuitas catalanas y cuatro lugares comunes
sobre Franco, Pablo Iglesias le ha regalado su voz a los dependientes, a
los universitarios, a los pensionistas, a los exiliados económicos que no
pueden votar porque el voto rogado no les deja, a los animales maltratados y a
esos abuelos que vuelven a tener miedo porque no tienen seguridad económica.
Para
cerrar, le ha regalado su minuto de oro a una joven que -y ya van dos generaciones
de precarios en España-, vive en la incertidumbre laboral y social y no sabe
qué va a ser de su vida. Dos generaciones de gente que nunca ha podido irse de
casa pronto, hacer una familia, planificar un proyecto de vida sin miedo o
tener certezas en los estudios o el trabajo. La España de este debate es una
España a la que el PSOE y el PP ha llenado de interinos. Pablo Iglesias ha dejado en
ridículo al Sánchez que quiere gobernar en solitario aunque no le den los
votos, recordándole que vivimos en un sistema parlamentario. Sin embargo, no se
ha cebado con él. Incluso ha salido en su apoyo cuando la
derecha le ha acorralado por su inconsistencia. Cuando todos hablaban en el
bloque de cohesión territorial solo de Catalunya, les ha recordado que también
existe la España vaciada, las islas canarias y baleares, los territorios sin
cobertura sanitaria, educativa o tecnológica, a los pequeños agricultores y a
los autónomos.
El
debate ha tenido menos sorpresas que el desfile militar del 12 de octubre. No
creo que ese formato tan encorsetado funcione. Y es una verguenza que solo haya
un debate. Aunque visto el papelón que han hecho el PSOE, el PP y Ciudadanos,
tampoco debe extrañarnos tanto. Les sacas de Catalunya y naufragan como
marineros de agua dulce. Hay otra España esperando. La que cada vez que
despierta quieren volver a callar como sea.
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