Artículo de Eduardo Garzón publicado en
su blog Saque de Esquina con fecha 24/5/2020
Es desgraciadamente muy habitual encontrarse con análisis
económicos que comparan las cuentas de un Estado o administración pública con
las de una familia o una empresa. Por ejemplo, muchos suelen señalar (incluidos
muchos economistas, gobernantes e incluso presidentes del gobierno) que si una
familia no puede estar gastando más de lo que ingresa indefinidamente tampoco
lo puede hacer un Estado. Este es un mantra muy repetido y muy utilizado para
clamar por la reducción del déficit público, por recortes en el gasto o
aumentos de impuestos. ¿¡Cómo va a estar el Estado en números rojos tanto tiempo
si eso no lo hace ninguna empresa o familia?! Se trata de una comparación
intuitiva, porque a primera vista parece lógico pensar que el funcionamiento de
las cuentas de una familia debería ser idéntico o al menos parecido al de las
administraciones públicas. Pero esta comparación es absolutamente tramposa y
errónea. Aunque afortunadamente también es fácil de entender por qué la
intuición falla tanto en este caso, y es lo que veremos en este vídeo.
Lo primero que hay que tener en cuenta es el que el tamaño
y potencial del Estado sobre la economía es muy superior al tamaño y potencial
de cualquier familia o empresa. Que una empresa o familia quiera ahorrar o
gastar mucho no tiene apenas impacto en la economía, pero que lo haga el Estado
sí lo tiene.
Por ejemplo, ¿cómo podría una persona normal y corriente
-como tú- ahorrar? Pues por un lado podría consumir menos, y por otro lado
podría ingresar más dinero (trabajando más o haciendo cualquier otra cosa que
genere un ingreso). De esta forma, estarías ahorrando y tus cuentas personales
estarían mejorando. Pero como tú eres solamente una persona, poca gente notaría
lo que estás haciendo. Si dejas de darte caprichos, pues a lo mejor el
restaurante o la tienda de ropa ingresan algo menos, pero no lo van a notar apenas,
porque tienen otros muchos clientes. Tú no eres imprescindible para que sus
negocios puedan seguir funcionando, eres muy pequeño en comparación con la
economía y tu capacidad de influencia es reducida.
Lo mismo pasa con una empresa, aunque evidentemente el
impacto que provoca una empresa es mayor que el que provoca una persona, porque
mueve más dinero. Pero en cualquier caso, ni siquiera la empresa más grande del
mundo afecta apenas a la economía cuando decide gastar o ingresar más o menos.
Pero esto es diferente en el caso del sector público. Si
el Estado, por ejemplo, quiere ahorrar, puede hacer lo mismo: gastar menos o
ingresar más. Pero la clave del asunto es que el Estado afecta a casi todos los
ámbitos de la economía tanto con sus gastos como con sus ingresos. Si gasta
menos pagando menos sueldos afectará a millones de personas, y lo mismo si lo
hace pagando menos pensiones o menos prestaciones por desempleo, llegará mucho
menos dinero a familias y empresas. Si decide ingresar más, aún peor, porque
los impuestos afectan a muchísima más gente, a veces a todo el mundo: si
aumenta el IVA, el IRPF, o el IBI hará más pobres a los afectados, que son
millones.
¿Y todo esto cómo afecta a las cuentas del Estado o de
las familias y empresas? Pues que las familias y empresas podrán lograr siempre
que quieran o casi siempre sus objetivos de ahorro, y controlar más o menos sus
cuentas, pero el Estado no. Si tú quieres ahorrar, probablemente lo puedas
conseguir, porque basta con que gastes algo menos o ingreses algo más. Y que lo
hagas no afecta a la economía. Pero si el Estado quiere ahorrar una determinada
cantidad, puede que no lo consiga, porque al aumentar impuestos o reducir
gastos está empobreciendo a la gente, que es precisamente la que tiene que
pagar los impuestos de los que se nutre el Estado. Si la gente se ha
empobrecido mucho, el Estado no podrá recaudar lo suficiente como para cumplir
sus objetivos de ahorro. Es un círculo vicioso: si el Estado ahorra mucho,
afectará mucho a la economía, empobreciendo a familias y empresas y entonces
estas no podrán pagar los impuestos que el Estado necesita para ahorrar.
¿Un poco confuso todo esto? Veamos un ejemplo que ayudará
a entender el asunto: la pesca. Si tú quieres pescar un número determinado de
peces, siempre que quieras podrás hacerlo, porque eres sólo una persona y por
mucho que pesques no vas a afectar significativamente la cantidad total de
peces que hay en el mar. Pero si el Estado se pone a pescar sin ton ni son con
todo su potencial, llegará un momento en el que no queden suficientes peces
para pescar. Entonces, aunque el Estado quiera pescar una cantidad determinada
de peces, no podrá hacerlo! Porque ya no habrá suficientes peces por culpa de
haber pescado tanto.
Extrapolando el ejemplo, un Estado no puede ahorrar todo
lo que quiera ni controlar cuánto va a ahorrar porque cuando se pone a hacerlo
llega un momento en el que la gente se queda sin suficiente capacidad económica
para pagar los impuestos que el Estado necesita recaudar para ahorrar lo que desea.
Por eso una familia o una empresa sí tienen facilidades para controlar sus
cuentas, pero un Estado no. Al igual que la propia acción de pescar de un
pescador masivo afecta negativamente a la capacidad de pesca, la propia acción
de ahorrar del Estado afecta negativamente a su capacidad de ahorro.
Ahora vamos con el segundo motivo fundamental que explica
por qué las cuentas públicas no tienen nada que ver con las privadas, y es el
siguiente: el dinero es una institución pública, no privada. El dinero es un
invento creado y regulado por el Estado a través de sus bancos centrales. Es
verdad que los bancos privados crean también dinero, pero es dinero oficial (en
nuestro caso euros) que crean con el permiso y bajo la supervisión y regulación
de las autoridades públicas.
Por lo tanto, el Estado tiene la capacidad de crear
dinero, lo que le da muchas más facilidades para gastar más de lo que ingresa.
Es fácil de entender, si creas el dinero puedes gastar 6 euros aunque solo
tuvieses 5 en un principio: creando un euro más. En cambio una familia no puede
crear dinero (salvo de forma ilegal, falsificándolo, claro, pero eso tiene
consecuencias penales) y por lo tanto para conseguir gastar dinero tienen
primero que obtenerlo de otro sitio. En cambio, el Estado puede crearlo y
gastarlo sin necesidad de obtenerlo.
Para los despistados y/o mal pensados: que el Estado
pueda crear dinero no quiere decir que tenga sentido que cree todo el dinero
del mundo sin parar, lo que quiere decir es eso: que puede crear dinero, lo que
lo sitúa en un plano muy distinto al de las empresas y familias a la hora de
controlar sus cuentas y sus finanzas. Un Estado puede cubrir parte de sus
gastos sin ingresos, simplemente creando dinero. En cambio las empresas y
familias no pueden.
En este vídeo no voy a abordar las dificultades a las que
podría enfrentarse un Estado por crear más dinero de la cuenta. Aquí sólo me
limito a señalar la obviedad de que las cuentas públicas no son comparables a
las cuentas privadas. Y que, por lo tanto, cualquier comparación que se haga al
respecto será tramposa, errónea y falaz. Cuando escuchéis a alguien decir que
las cuentas de un Estado son como las de una familia, sed conscientes de que
está diciendo una barbaridad y una falsedad. Las cuentas del Estado no tienen
nada que ver con las de una empresa o familia.
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