No
podemos permitirnos el lujo de que nos den migajas a cambio de condiciones
draconianas en términos de salarios y gasto público, que nos empobrezca como
sociedad.
Artículo
de Juan Laborda publicado en Vozpopuli con fecha 2 abril 2020.
España, o la Teoría Monetaria Moderna, o el caos. Este era el título de la
columna de opinión que publiqué en la Fundación Transparencia y Opinión, de cuyo
consejo asesor formo parte, el 20 de enero de este año. Y eso que aún
no había hecho su aparición el coronavirus. Con la pandemia de la Covid-19
todavía fuera de control, el mejor resultado económico que alguien puede
esperar es una recesión más profunda que la que siguió a la crisis financiera
de 2008. Pero dada la débil respuesta política y económica de occidente,
hasta la fecha, las posibilidades de un resultado mucho peor aumentan día a
día. Hoy más que nunca es necesario aplicar la Teoría monetaria Moderna, o,
alternativamente, dentro de la arquitectura del euro, a la cual pertenecemos,
aquella opción que más se le aproxime.
Tipos de interés
Reconozco que debe ser muy duro para los economistas ortodoxos, social-liberales,
ordoliberales, o anarcoliberales a ultranza, que han estado atizando desde sus
columnas de opinión contra la TMM, entender, tarde o temprano lo harán,
que no hay alternativa. Read my lips, o TMM o el caos, “There
is no Alternative”. Nouriel Roubini lo dejó claro en su último blog “A Greater Depression”. En uno de los párrafos
aseveraba, “Pero estas intervenciones financiadas por el déficit deben
ser totalmente monetizadas. Si se financian mediante la deuda pública
estándar, los tipos de interés aumentarían considerablemente y la recuperación
se asfixiaría en su cuna. Dadas las circunstancias, las intervenciones
propuestas durante mucho tiempo por los izquierdistas de la escuela de la
Teoría Monetaria Moderna, se han convertido en la corriente principal”.
La recesión y/o depresión derivada del coronavirus junto a la aversión al
riesgo de los mercados financiaros ha activado la última de las burbujas: la
deuda privada corporativa. El eslabón más débil son las empresas no
financieras de medio mundo que se adentraron en un lodazal de deudas de
su propia creación. Estuvieron impulsando los precios de sus acciones con
adquisiciones empresariales y/o recompras sin fin de sus propias acciones,
ambas financiadas con préstamos con tipos de interés bajos y
emisiones de bonos basura. Junto a bancos zombis, ahora tendremos además
corporaciones zombis. Les recomiendo el último blog de Carmen Reinhart, “This Time is Truly Different” Frente a
la que se avecina, es necesario implementar, por lo tanto, nuevas medidas de
política económica alternativas a la ortodoxia dominante. No se puede
volver a repetir los errores cometidos durante la Gran Recesión.
Monetización de la deuda
Para no repetir errores asociados a la incompetencia intelectual y/o
intereses de clase, deben quedar claros ciertos conceptos. Desde un principio
había una solución óptima para todos. La hipótesis era muy sencilla, dos meses
de confinamiento total, pero soportando con dinero público las rentas de los
trabajadores y los costes fijos de las empresas. Lo del confinamiento
total con permisos retribuidos recuperables es una broma, es no
entender que van a caer miles de empresas porque la demanda no se desplaza a
placer automáticamente. Una alternativa, el modelo danés, salvar las
Pymes a toda costa. Se trata de una ayuda directa a las empresas, que serán
las que recibirán la compensación y pagarán las nóminas, hasta un tope, sin
ninguna rebaja en el sueldo. Pero topamos con nuestro primer ministro holandés,
reencarnado en nuestra ministra de Economía, Calviño.
Esto no va de coronabonos, no tiene nada que ver ganarse la
confianza de los mercados mutualizando la deuda. El Banco Central Europeo puede
hacer lo que quiera con los tipos de interés y con las curvas de deuda.
Acuérdense de ciertas evidencias que van contra el consenso de los
economistas. El dinero es endógeno y los tipos de interés
cuasi-exógenos. Pero esto tampoco va de acudir al Mecanismo de Estabilidad
Europea. No podemos permitirnos el lujo de que nos den migajas a cambio de
condiciones draconianas en términos de salarios y gasto público, que nos
empobrezca como sociedad. No se puede repetir lo de Grecia. ¡Qué
les den!
Las políticas fiscal y monetaria pueden concentrarse en garantizar que el
gasto doméstico sea suficiente para mantener altos niveles de empleo
Solo hay una alternativa. El entorno actual es TMM. Tras la ruptura
de Bretton Woods en 1971, la mayoría de gobiernos empezaron a
emitir sus monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio
flotante. Un tipo de cambio flexible libera a la política monetaria de tener
que defender una paridad fija. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria
pueden concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para
mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas
tienen un tipo de cambio flotante y solo emiten deuda en moneda local, ya no
tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda
nunca pueden quedarse sin dinero.
Pero hete aquí que nos topamos con la arquitectura del Euro, distópica
desde sus orígenes. No tenemos soberanía monetaria y no disponemos de un banco
central porque renunciamos a él cuando entramos en el euro. Las normas de los
tratados europeos prohíben que el Tesoro abra descubiertos en su cuenta del banco
central. Por ese motivo el Tesoro está obligado a emitir deuda pública por
importe aproximadamente equivalente al déficit público. Entonces, ¿qué podemos
hacer? Hace 2 semanas, el Banco Central Europeo nos dio una salida, anunció
un Programa de Compras para la Emergencia de la Pandemia por
importe de 750.000 millones de euros. Pero esta vez no exigirá condiciones a
los estados miembros que acudan a él. Úsenlo ministras María Jesús
Montero y Nadia Calviño, y tengan preparado ¡ya! un New Deal para
después, porque si no el destrozo social, económico y moral de nuestro país
será insoportable, y nuestras previsiones, de una contracción del 8% en 2020,
se quedarán cortas.
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