Un informe que augura que el 34% de los empleos actuales estarán en peligro
en 2030 en España por la automatización hace revivir un debate que ya afrontó
en parte el Parlamento Europeo hace un año
Pepe Álvarez, líder de UGT, cree que hay que reflexionar sobre si las
máquinas que sustituyen a empleados tienen que tributar. Bill Gates cree que
sí, que hay que ponerle impuestos a los robots de la automatización.
Artículo de Arsenio Escolar en eldiario de fecha 12/3/2018.
Los robots
podrán ocupar la mitad de empleos de Japón en 2030, según un informe
Las plataformas de pensionistas que el pasado 22 de febrero,
jueves, sorprendieron a Gobierno, oposición y sindicatos al tomar las calles de
86 ciudades españolas van a volver a ellas el próximo sábado, 17 de marzo. Los
jubilados no estarán esta vez solos. Han convocado sus nuevas movilizaciones
para un sábado para que puedan acompañarlos sus hijos, sus nietos y todo
aquel que, activo o no activo, con empleo o sin empleo, esté
preocupado por el presente y por el futuro de nuestro sistema público de
pensiones.
Tras la gigantesca movilización feminista del pasado jueves 8, el Gobierno
apenas ha reaccionado por ahora con un gesto mínimo: un lazo morado en la
chaqueta del presidente, Mariano Rajoy, gesto que fue tachado de oportunista y
cínico entre la oposición y que ha sido polémico incluso dentro de las filas
del PP. Tras las movilizaciones de pensionistas de hace casi un mes, y la exhibición
de fuerza delgrey power, el Ejecutivo sólo ha
reaccionado por ahora con una ocurrencia del ministro de la caja de caudales,
Cristóbal Montoro, que habló de manera inconcreta de bajarles el IRPF a algunos
pensionistas de edad “muy avanzada”.
Este miércoles, en el pleno monográfico sobre las pensiones que celebrará
el Congreso de los Diputados, tendrán Rajoy, el Gobierno y el PP una nueva
oportunidad para afrontar el problema con algo más que una ocurrencia. ¿Cederán
a la presión de la calle y de la oposición parlamentaria y cambiarán su propia
ley para que la revalorización anual de las pensiones sea superior al 0,25% que
fija la norma, paupérrima subida que ha sido uno de los detonantes de las
protestas? ¿Irán incluso más allá, y admitirán que algunas pensiones se paguen
desde los Presupuestos Generales del Estado, vía impuestos?
Sea ahora, sea un poco más adelante, en el PP previsiblemente se
reaccionará con mayor convicción cuando vean que la marea de la calle les
inunda los graneros de votos y deja alguno de ellos muy deteriorado. Puede
estar empezando a pasar. Un dato: en el Barómetro del CIS de enero de 2017, el
34,6% de los encuestados de 65 años o más decían directamente que votarían al
PP. Un año después, en el Barómetro del CIS de enero de 2018 -cuando los
pensionistas ya sabían que la recuperación económica tan cacareada por el
Gobierno les ha dado este año una subida de la pensión del 0,25%; es decir, 1,5
euros más al mes a muchos de ellos-, ese porcentaje ha bajado al 28,8%. Casi
seis puntos porcentuales de caída en doce meses y ello pese a que cuando se
hizo el campo del Barómetro de enero pasado aún no habían empezado las grandes
movilizaciones de los pensionistas.
Reacciones rápidas y medidas a corto plazo aparte, la reflexión sobre el
futuro de las pensiones ocupa cada vez más tiempo en instituciones públicas,
partidos, sindicatos y think tanks. Entre las ideas que ahora se
barajan, una que ya comenzó a debatirse hace un par de años: que
los robots que están sustituyendo a personas en algunos empleos coticen a
la Seguridad Social o que al menos aporten vía impuestos al erario cantidades
significativas que permitan completar las políticas sociales, entre ellas el
sostenimiento y mejora del sistema público de pensiones. Se sumó a ella hasta Bill
Gates, el fundador de Microsoft, una de las grandes compañías
aceleradoras de los procesos de automatización. "S i una persona hace
un trabajo valorado en 50.000 dólares en una fábrica, esa cantidad es
sometida a impuestos sobre la renta, impuestos de la Seguridad Social y todas
esas cosas. Si un robot viene para hacer el mismo trabajo, pensarías que
habría que ponerle un impuesto del mismo nivel ", comentó Gates.
La idea ha vuelto al primer plano del debate tras un estudio reciente sobre
el impacto de la automatización en el empleo. Se titula 'Will robots
really steal our jobs' (¿Realmente robarán los robots
nuestros empleos?), lo ha hecho la consultora PwC y analiza la
situación en 29 países. Las conclusiones, para el nuestro, son bastante
inquietantes: en 2030, la automatización mediante robots de muchas tareas hará
que el 34% de los empleos actuales estén entonces en peligro, pues se podrán
hacer con máquinas inteligentes. Los empleados con menor formación y los
sectores de transporte, logística e industria –y en menor medida los de
alimentación y distribución- son los que mayor riesgo corren. El estudio de PwC
confirma en gran medida lo que apuntaba otro de la OCDE que en 2016
situaba a España como el tercer país de entre los 21 de la organización
analizados, tras Alemania y Austria, al que más afectaría la sustitución de
empleados por máquinas con inteligencia artificial.
En octubre de 2016, poco después del estudio de la OCDE, Pepe Álvarez,
recién llegado entonces a la secretaría general de UGT, planteó en un
acto sindical en Asturias que las empresas compensaran a la Seguridad Social,
mediante una cotización o alguna otra medida similar, por la pérdida de empleos
que se producía con los avances tecnológicos en las cadenas de producción.
"Que los robots paguen a la Seguridad Social por los trabajadores que no
están en las empresas", resumió Álvarez.
El asunto no era nuevo. Por aquel entonces, en el Parlamento Europeo ya se
trabajaba en una iniciativa similar, impulsada por los grupos de izquierda. Un
texto aprobado en la comisión parlamentaria señalaba
que "considerando que el desarrollo de la robótica y la
inteligencia artificial puede dar lugar a que los robots asuman gran parte del
trabajo que ahora realizan los seres humanos sin que puedan reemplazarse
por completo los empleos perdidos" debería "estudiarse
la posibilidad de someter a impuesto el trabajo ejecutado por robots o
exigir un gravamen por el uso y mantenimiento de cada robot" para
financiar el reciclaje profesional de las personas que perdieran su puesto de
trabajo. En el pleno del Europarlamento, ya en febrero de 2017, los grupos de
derecha rebajaron el texto. Se instaba a la UE a que legislara sobre robots y
automatización, pero se eliminaban las referencias al impacto de la
robotización en el mercado laboral y a los posibles impuestos para compensarlo.
Ahora, tras el informe de PwC, Pepe Álvarez, el líder de UGT, insiste, y
con más convicción. “Mantengo lo que dije. El debate está abierto, hemos de
reflexionar sobre ello. Al PSOE no lo he convencido, a algunos dirigentes de
Podemos sí”.
Su idea no la comparte su homólogo en Comisiones Obreras, Unai Sordo:
“Nosotros más bien pensamos que si la robotización se implanta en las empresas
es para mejorar la productividad, y que lo que hay que gravar es el beneficio
empresarial con un funcionamiento mucho más activo del impuesto de sociedades”.
El líder de Comisiones considera que “no hay que desincentivar la inversión
tecnológica porque es necesaria para mejorar el tejido productivo español”.
“Nuestra forma de buscar ‘la cotización de los robots’ es hacer que más
empresas paguen realmente los impuestos que tienen”, concluye Sordo.
En CEOE tampoco están a favor de que los robots paguen impuestos. Consideran
que hay que afrontar antes otras cuestiones derivadas del cambio tecnológico
que en su opinión están afectando más que la automatización a la caja de la
Seguridad Social: “La llamada ‘economía colaborativa’, que en ocasiones no es
colaborativa, crea competencia desleal y no aporta cotizaciones sociales o
cotiza muy poco”, en palabras de un dirigente de la patronal.
En sus conclusiones, el informe de PwC llega incluso a relacionar el auge
de los robots y de la inteligencia artificial con los ingresos públicos y con
un reparto también social de la riqueza generada. Propone que “además de
invertir en educación, capacitación e infraestructura" se invierta
"en redes de seguridad social más fuertes para aquellos que no son capaces
de adaptarse fácilmente a la automatización".
PwC lleva incluso el debate más allá, al recoger también en sus
conclusiones una idea "más radical" que "ha ganado fuerza en
Silicon Valley y en otras partes del mundo en los últimos años como una manera
potencial de mantener los ingresos de aquellos que salen perdiendo en la
automatización". La idea de crear con parte de los beneficios extra
generados por la robotización "una renta básica universal". ¿Por
generosidad, por altruismo, por justicia social? No solo. Porque -dice el
informe- "el consumo es importante para mantener la economía en
marcha".
No hay comentarios:
Publicar un comentario