Artículo de Vicenc Navarro, Catedrático Emérito
de Ciencias Políticas y Políticas Públicas.Universitat Pompeu Fabra en diario
Público, con fecha 25/4/2019.
En unos
días va a haber unas elecciones que tendrán un enorme impacto en el bienestar
de las clases populares de este país, y muy en particular, en el de sus jóvenes. Y lo digo con pleno conocimiento de
causa. Mi profesión incluye el análisis del bienestar y calidad de vida de las
poblaciones y el desarrollo de políticas públicas para mejorarlos. Y los datos
disponibles no pueden ser más convincentes y contundentes. La crisis
social del país ha alcanzado en estos últimos diez años unas dimensiones sin
precedentes. Por primera vez en la historia reciente de España, la mayoría de
jóvenes en el futuro no vivirán mejor que sus padres. El significado de
este dato es enorme. Y sin embargo, este dato no se ha publicado en los
principales medios de comunicación de este país, financiados por los partidos
gobernantes que los instrumentalizan (en el caso de los medios públicos) o por
poderes financieros (en el caso de los canales privados). Se mire como
se mire, es un dato impactante que en cualquier país con una mejor calidad
democrática que en el nuestro habría centrado el debate político. No ha sido el
caso.
Las causas,
como he documentado en mi libro Ataque a la democracia y al bienestar, y explicado recientemente en varios artículos (“El enorme
sufrimiento causado por el neoliberalismo y sus responsables”, por
ejemplo, publicado en Público el 25.03.19), son las políticas
públicas de sensibilidad neoliberal que se han estado aplicando por parte de
los gobiernos españoles (y aquí en Catalunya, por parte del gobierno de la
Generalitat) con el apoyo, estímulo y presión de las autoridades que gobiernan
la Unión Europea. De nuevo, los datos son muy claros y contundentes: las
reformas laborales y los recortes de gasto público social (que cubría
la financiación de los servicios públicos del escasamente financiado Estado del
Bienestar –como la sanidad, la educación, la vivienda social, los servicios
sociales, las escuelas de infancia, los servicios domiciliarios y otros
servicios–, que juegan un papel determinante en configurar la calidad de vida
de las clases populares), así como las reducciones de las
transferencias públicas (como las pensiones, de las cuales las más
importantes son las de vejez, que deberían garantizar –aunque no lo hacen– una
vida digna a los ancianos), han hecho un daño enorme a tales clases
populares. Y los jóvenes han sido uno de los colectivos más afectados
negativamente por estas políticas.
La pregunta que debe hacerse: ¿por qué pasa todo esto?
Muchas
son las respuestas que da el establishment político-mediático que rige el país
para explicar por qué los jóvenes no vivirán mejor que sus padres. La más
común es que la gente mayor tiene demasiado poder en España, poder que
supuestamente se consigue a costa del desempoderamiento de los jóvenes. La
“lucha de generaciones” se presenta como una lucha en la que los que ganan –los
no jóvenes– lo hacen a costa de los que pierden –los jóvenes–. Este argumento,
sin embargo, es falso. Y es fácil de demostrar. En realidad, la pobreza de
recursos afecta a todos los grupos etarios. Aun cuando infantes y
adolescentes tienen menos recursos que, por ejemplo, los ancianos, la realidad
es que estos últimos también tienen muy pocos recursos. Los datos, de
nuevo, así lo muestran. En contra de lo que dice y promueve la “sabiduría
convencional”, que es la visión que promueve aquel establishment
político-mediático, la realidad es que las pensiones de vejez son más
bajas en España que en el promedio de los países con un nivel semejante de
desarrollo económico al nuestro (la Unión Europea de los Quince).
La gran
visibilidad de este argumento de la “lucha de edades” se debe a que tal
establishment intenta ocultar la causa real de la situación actual, que es
ni más ni menos que una expresión silenciada por tal establishment, que la
practica sin llamarla por su nombre: la “lucha de clases” existente desde
siempre en este país, ocultada en la historia de España escrita por los
vencedores, realidad que se ha ocultado a los jóvenes. Ocurre ahora y
ocurrió antes. La causa de la gran subfinanciación del Estado del
Bienestar en España y de la existencia de un mercado de trabajo muy sesgado a
favor del mundo empresarial y en contra del mundo del trabajo es el enorme
poder que una clase minoritaria tiene (y ha tenido siempre en nuestro país)
sobre la mayoría de la población. Invito al joven lector a que recupere la
historia de este país, que le ha sido robada durante todos estos años. Por
fin están apareciendo libros que muestran lo sesgada que es la enseñanza de la
historia reciente de este país, con una inclinación conservadora y derechista
que oculta las causas reales de nuestro gran retraso social, económico y
cultural. La historia de España que yo (tengo ochenta y dos años) viví
(y como yo, millones de españoles) no es la que han enseñado en las escuelas de
este país. No es la primera vez que cuando fuerzas progresistas quieren
cambiar, por vías democráticas, la estructura de poder económico, mediático y
político del país, los depositarios de ese poder levantan la bandera de la
defensa de la “unidad de España”. Veamos.
La breve historia de este país
Mi vida
comienza con la Segunda República, donde por primera vez las clases populares
tuvieron a su alcance los instrumentos para mejorar su bienestar. Hubo
cambios, y muchos: desde la expansión de los derechos sociales como la
Seguridad Social (las pensiones) hasta la universalización de la enseñanza,
pasando por el establecimiento del divorcio, del aborto, del voto para las
mujeres, las reformas agrarias y muchas, muchas otras reformas. Y como era
de esperar, los grupos afectados por estas reformas –la banca, que
se opuso a la expansión de la Seguridad Social; la Iglesia, que se
opuso a la universalización de la escuela pública; la patronal, que
estaba en contra del reforzamiento de los sindicatos; los
terratenientes, que se opusieron a las reformas encaminadas a distribuir su
propiedad, y un largo etcétera–, junto con otros grupos conservadores,
presionaron al ejército para dar un golpe de Estado contra la gran mayoría
de las clases populares, que triunfó con la ayuda de las tropas del
régimen nazi de Hitler y del régimen fascista de Mussolini. Este golpe
militar estuvo inspirado por una ideología claramente fascista,
caracterizada por un nacionalismo étnico y racial extremo, una visión de España
monárquica, radial y jacobina, con una concepción imperialista, acompañada
de una brutal represión, que consideraba a la visión distinta, la republicana,
democrática y plurinacional, comprometida con la justica social, como la
“anti-España”. Su eslogan y justificación de la guerra se basaba en la defensa
de la patria (que era ni más ni menos que los intereses de la estructura de
poder económico y financiero) contra los rojos y separatistas, que eran la
anti-España. No fue una guerra civil, sino un conflicto de una minoría
contra otra gran mayoría de las clases populares de los distintos pueblos y
naciones de España.
Yo soy
hijo de los vencidos. Mis
padres eran maestros ilusionados con las reformas educativas de la República y
de la Generalitat de Catalunya. Apoyaron al gobierno republicano de
Companys –que, en contra de lo que han indicado muchos independentistas, era y
se sentía profundamente español (como también se sentían mis padres)– dentro de
una República Federal Española. Mis padres y mi familia, como millones de los
vencidos, tenían una visión distinta de España, republicana, identificando
patria con los intereses de las clases populares.
Mi
padre, mi madre y mis tíos y tías fueron brutalmente represaliados. Mis padres fueron expulsados del pueblo
(Gironella) donde era maestros, y mi padre fue expulsado del magisterio. Y mis
tíos y tías –junto con millones de españoles– iniciaron la diáspora
republicana. Muchos fueron a Francia, donde iniciaron la resistencia anti nazi
cuando las tropas de Hitler ocuparon aquel país. Una de mis tías fue deportada
(como lo fueron cerca de 10.000 españoles) a campos nazis. Más tarde, fueron
tropas republicanas españolas las que encabezaron la liberación de París (y por
cierto, desarmaron las cargas explosivas con las que los alemanes querían volar
la Torre Eiffel y la catedral de Notre Dame). Hay mucho de lo que los republicanos
pueden estar orgullosos y que ha sido ocultado en nuestro país. Eran la “otra
España”, ignorada, vilipendiada, olvidada y marginada hasta hoy.
El
golpe militar impuso una de las dictaduras más crueles (por cada asesinato
político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000) que hayan existido en la
Europa Occidental. Esta
enorme represión era resultado de la consciencia que tenía la estructura de
poder de que tenía a la mayoría de la población en contra. En realidad, los
promotores del golpe de Estado con la ayuda militar de la Alemania nazi i la
Italia fascista creían que tomarían el poder en tres meses. Le costó tres años
a causa de la gran resistencia popular, escasamente armada debido a la falta de
apoyo que recibió la República de las democracias occidentales, incluyendo los
EEUU. Tal golpe impuso también un enorme retraso al país: cuando
tuvo lugar en 1936, España tenía el mismo nivel de desarrollo que Italia; al
final de la dictadura, solo el 68% del nivel de riqueza de aquel país.
Pero
siempre que haya explotación hay resistencia. Y a pesar de la enorme
represión, se inició una resistencia pacífica. Recuerdo (puesto que
participé) ya en los años cincuenta en las primeras huelgas de tranvías de
Barcelona. Y esta resistencia fue aumentando en los años sesenta y más tarde en
los años setenta, lo que forzó (bajo el liderazgo del movimiento obrero) el fin
del régimen dictatorial, dando inicio al régimen democrático actual.
El origen del actual régimen democrático caracterizado
por una democracia incompleta que determina un bienestar insuficiente
Así
pues, fueron el gran descontento de la población con el régimen dictatorial,
que había impuesto un gran retraso social, y las movilizaciones lideradas por
el movimiento obrero, los que forzaron el fin de aquella dictadura. Pero las
derechas controlaban el Estado y todos los medios de comunicación. De
ahí que la transición distara mucho de ser modélica, pues las derechas
continuaron teniendo un gran poder sobre el Estado y en la sociedad civil.
Ni que decir tiene que hubo cambios, y muy significativos, la mayoría durante
los gobiernos socialistas. Pero el retraso social era tan grande al
iniciarse el proceso democrático que en muchas áreas continuamos estando a la
cola de la UE-15. El gasto público social continúa siendo de los más bajos.
En realidad, la mayor causa de este retroceso social ha sido la excesiva
influencia de las fuerzas conservadoras –herederas de aquellas que controlaron
el Estado dictatorial– sobre el Estado español, el cual no se construyó
sobre una ruptura con el anterior, sino sobre una apertura grande y
significativa que conservó las estructuras represivas y de defensa del orden
que llamaron constitucional, sesgado a su favor. Es importante señalar
que la Constitución fue una síntesis de las relaciones de
poder, y por lo tanto incluyó características de la ideología dominante
en aquel Estado junto a otros elementos impulsados por las fuerzas
progresistas. Unidas Podemos (UP) ha señalado esta realidad de una manera muy
hábil e inteligente para denunciar, en el debate electoral actual, la
monopolización de la Constitución por parte de las derechas a fin de defender
su visión uninacional de España, olvidando los elementos progresistas de tal
Constitución, que existen pero que se ignoran y ocultan sistemáticamente por
parte de los tribunales de justicia y por el Estado.
Se me
dirá que hoy sí que existe una amenaza a la unidad de España, de lo que se
deduce que el eslogan de defender “la unidad de España” está justificado. Pero
tal argumento oculta que el crecimiento del independentismo se debe
primordialmente a la resistencia del Estado borbónico a admitir su
plurinacionalidad, que incluso la Constitución admite. El secesionismo
surgió a partir del veto del Tribunal Constitucional al Estatuto propuesto por
las izquierdas catalanas en tiempos del gobierno tripartito, presidido
por el que fue el mejor presidente de Catalunya después de Companys, Pasqual
Maragall. Las derechas ahora están utilizando el mismo eslogan, “la
unidad de España” para defender, como hicieron en 1936, los intereses de los
poderes económicos y financiero que dominan la vida política del país, creando
a la vez una gran crisis territorial que moviliza a sus bases, ocultando con
ello la enorme crisis social.
¿El fin del régimen del 78?
El
origen de la crisis social que tenemos, y que nos ha llevado a una realidad en
la que los jóvenes no vivirán mejor que sus padres, se sitúa en el momento en
el que los gobiernos españoles aceptaron la inevitabilidad de las reformas
neoliberales, que eran propuestas por las autoridades gobernantes de la UE. En España, el neoliberalismo, en la
segunda etapa del gobierno Zapatero, creó un gran desánimo y abstención entre
las clases populares, lo que desembocó en la victoria de las derechas, herederas
de los que lideraron el régimen dictatorial anterior. Y aplicaron incluso con
mayor dureza esas medidas neoliberales que habían iniciado los gobiernos
socialistas. El PSOE había aprobado políticas públicas
socialdemócratas, introduciendo las más grandes reformas del período
democrático. Yo les ayudé, y me alegra haber contribuido a introducir el
concepto y la realidad del cuarto pilar del bienestar (aun cuando yo había
sugerido que incluyera el derecho a las escuelas de infancia y a los servicios
domiciliarios; solo aceptaron los servicios domiciliarios). Pero su
conversión posterior al neoliberalismo generó una de las mayores protestas que
España haya visto en su período democrático, el 15M, que denunció la falta de
democracia, responsable de que se aplicaran las políticas públicas neoliberales
que carecían de mandato. Su eslogan “no nos representan” lo decía todo.
El inicio del proceso de democratización del Estado
De ahí
el gran apoyo que ofrecí al 15M, escribiendo el libro que hicimos Juan Torres y
yo, Hay alternativas, que el 15M hizo suyo,
un movimiento este que dio pie al surgimiento de Podemos. Fue un tsunami
político. Cinco millones de votos en solo dos años. Era la voz de la protesta.
Y lo continúa siendo. Con el añadido de que sus propuestas eran propuestas
viables, como lo han mostrado donde han gobernado, como en Barcelona y en
Madrid. En alianza con una Izquierda Unida renovada, la coalición UP y
sus confluencias –En Comú Podem en Catalunya y En Marea en Galicia–, se han
convertido en el mayor motor de cambio. Y una muestra de este cambio ha sido la
influencia de UP en el PSOE, que causó una rebelión de sus bases, que eligieron
a Sánchez, el candidato contra el aparato, el cual continúa fuerte y puede
forzar una alianza con Ciudadanos, a no ser que UP aumente su base electoral
para neutralizar esta posibilidad.
Como
motor de cambio, UP y sus confluencias lideraron el rechazo a la corrupción del
gobierno Rajoy que condujo a su caída. La expulsión del gobierno Rajoy, debido
a su corrupción (que ha caracterizado a las derechas españolas gobernantes,
incluyendo las catalanas), se dio como resultado de una alianza de
todas las fuerzas que habían luchado contra la dictadura, en contra de los que
eran los herederos del régimen de 1939, el PP (apoyados por la primera escisión
de tal partido, que en realidad fue Ciudadanos, y que constituyen, entre ambos,
la derecha neoliberal).
Por
otra parte, esta victoria frente a los nacionales españolistas (tal como se
definieron entonces y se definen ahora las derechas españolas) permitió a las
fuerzas democráticas dar pie a que aparecieran otras alternativas a las que
habían gobernado España durante tantos años. Y una petición de las
izquierdas (liderada, de nuevo, por UP) ha sido que se reviertan las políticas
neoliberales que han causado tanto daño. Ha sido, con ello, una
reproducción de lo ocurrido en 1936. La apuesta por una agresiva
“defensa de la unidad de España” por parte de la derecha oculta su defensa
feroz del status quo, que es la continuación hoy del neoliberalismo. Vox es
la versión más acentuada de lo que también sostienen los otros dos partidos
neoliberales (PP y C’s). Su programa económico, de claro tono
trumpiano, es el neoliberalismo fascista llevado al extremo. Son, así pues, la
revitalización de los “nacionales”, del fascismo que ganó en 1936 y puede ganar
ahora.
A
instancias de UP se intenta desarrollar la plurinacionalidad del Estado
español. Ahora bien, un gran impedimento para que ello tuviera lugar ha sido la
dirección del bloque independentista en Catalunya, que, en su estrategia del
“procés”, ha antepuesto sus intereses partidistas y su propia hostilidad hacia
el concepto de plurinacionalidad (en España y en Catalunya), al proyecto
reformista del Estado, propuesto por UP (y acompañado por la propuesta de
presupuesto más progresista para Catalunya y el resto de España). Su oposición
ha impedido poder conjugar la justicia social con la plurinacionalidad,
proyecto republicano español que hoy solo defiende UP. De ahí la gran necesidad
de apoyar a tal formación política.
Espero
que estas líneas ayuden a la gente joven de todas las edades a recuperar la
historia de este país, añadiendo su voz a la de los que lucharon tanto para
llegar donde estamos hoy. Es esencial que Unidas Podemos y sus confluencias
aumenten su capacidad de influencia en nuestra sociedad. A pesar de los
errores, que han sido muchos, continúa siendo el único instrumento válido motor
del cambio en nuestro país.
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