sábado, 27 de enero de 2018

Quiebra técnica del sistema público de pensiones



Artículo de Norberto Marchesano Martínez publicado en infolibre de fecha 26/1/2018
ANTECEDENTES

Se han cumplido 
todas las previsiones adelantadas a principios de julio del 2017 en nuestro artículo Números Rojos en la Seguridad Social. El Fondo de Reserva muestra al 31.12.2017 un saldo mínimo de 8.095 millones de euros, insuficiente para solventar el pasivo financiero que la Seguridad Social se ha visto obligada a comprometer con el Estado por 10.192 millones de euros.


El Gobierno del Partido Popular ha castigado en el período 2012-2017 en 
84.629 millones de euros las cuentas de la Seguridad Social, sustrayendo del Fondo de Reserva 74.437 millones de euros y endeudando al sistema público en 10.192 millones.


Ha utilizado las aportaciones directas del Estado, los excedentes de las Mutuas Colaboradoras y los intereses generados por las colocaciones en los Bonos del Estado, para cubrir su 
fallida gestión administrativa.


En estos seis años 
el gasto en pensiones ha aumentado un 23,5%, con una tasa promedio de incremento interanual del 3,5%, aunque se ha atenuado ese crecimiento en el último año, al 2,99%. Por el contrario, los ingresos totales relacionados con la recaudación obtenida en el año 2011 han disminuido en más de 20.000 millones de eurosNo ha existido una política de ingresos destinada a atender el incremento del gasto.

Se ha instalado un 
déficit crónico en torno a los 18.000 millones de euros anuales que ya se registró en 2016 y que se repetirá en el año 2017. El otorgamiento de un nuevo préstamo del Estado de 15.000 millones de euros para el 2018 que no cubrirá el déficit anual es la prueba definitiva de que su política de empleo no sirve para garantizar el sistema público, como tampoco es útil a los trabajadores que se incorporan al mercado laboral, para evitar la precariedad, la desigualdad y la pobreza.

Es la 
quiebra técnica del sistema, escenificada por un patrimonio neto negativo y un déficit prolongado y sin solución en el tiempo.
 
INFORME DE LA SEGURIDAD SOCIAL

El informe de la Seguridad Social al 31.12.2017 demuestra que después de seis años de gestión del Partido Popular, y a pesar del crecimiento de los contratos temporales y a tiempo parcial, nos encontramos con que solo se registran 
por cada pensionista, 2,23 afiliados cotizantes, ocupados y desempleados a la Seguridad Social. Es la peor cifra del siglo XXI y hay que remontarse a 1998, también con un gobierno del PP, para encontrar una relación más paupérrima.

Según el informe, esta relación ha empeorado respecto al año 2016 cuando se situaba en 
2,27, es sensiblemente inferior a la del 2011 cuando alcanzaba el 2,47 y resulta muy alejada del índice de 2,71 de diciembre del 2007.

El Gobierno obsesionado con comparar la situación actual del empleo con la del año 2007, no destaca que en ese año, no solo se aseguraba con esa relación del 2,71 la sostenibilidad del sistema público, sino que se aportaba a la Hucha de las Pensiones 
10.000 millones de euros, en lugar de generar un déficit de 18.000 millones de euros como ha sucedido en el ejercicio precedente.

Si nada se modifica sustancialmente, si se continua con el déficit desmedido, las advertencias e imposiciones de Bruselas y del FMI convertirán a la Seguridad Social en el 
problema fundamental del déficit del Estado, lo que permitirá justificar una disminución importante de las pensiones como está planteado ante estos organismos, que también sugieren continuar prolongando la vida laboral e incentivar la contratación de los planes de pensiones privados.
 
EL PACTO DE TOLEDO

Mientras que la presidenta del Pacto de Toledo, del propio Partido Popular, se ha expresado con 
palabras al menos desafortunadas y sin datos sobre la supuesta existencia de pensionistas que estarían más años cobrando la pensión que cotizando y ha redundado en comentarios en favor de los planes de pensiones privados, el Ministerio de Empleo, en lugar de abocarse a resolver el grave problema que ha creado por la insuficiencia de los ingresos, ha utilizado el escenario para presentar como propia la idea de utilizar para el cálculo de la base reguladora, toda la vida laboral.

Resulta por lo menos insólito que el Gobierno responsable de los contratos temporales y a tiempo parcial que precisamente impiden acumular años de cotización, de los salarios y cotizaciones de miseria que sólo aseguran pensiones de miseria, de disminuir la protección y el tiempo de cotización por desempleo retrasando a los 55 años el derecho al subsidio de los mayores de 52 años, de contabilizar a la baja en un 50% las bases de cotización en períodos no trabajados, de continuar aplicando el Índice de Revalorización del 0,25% perjudicando en 2016 y 2017 el poder adquisitivo de los pensionistas y de adelantar la aplicación del Factor de Sostenibilidad a partir del año 2019, plantee 
de forma oportunista, ideas que ni de lejos puede compensar los perjuicios ya ocasionados a este colectivo.

El Partido Socialista tampoco puede eludir responsabilidades al existir un 
claro hilo conductor entre la reforma de las pensiones del PSOE del año 2011 y la reforma del PP del 2013. También se verifica en materia de precariedad del empleo y pérdida de derechos de los trabajadores, una continuidad entre la reforma laboral del PSOE del 2010 y la reforma del PP del 2012. Ambas reformas laborales deberían ser derogadas.

El PSOE ha entrado en la guerra de titulares y propuesto un impuesto extraordinario sobre los beneficios de la banca, que aunque copiado de Unidos Podemos, suena muy bien como medida de resarcimiento del rescate bancario. La cifra de recaudación prevista para este impuesto es de 860 millones de euros anuales y representa un 0,60 % del gasto anual en pensiones. No resulta determinante para mitigar el déficit y no alcanzaría siquiera para compensar a los pensionistas de la pérdida de poder adquisitivo respecto de la inflación registrada en 2017 del 1,1%. En consecuencia, presentar esta medida aislada y declinar al mismo tiempo la aplicación de mejoras en la recaudación por cotizaciones sociales, realmente indispensables para afrontar el déficit del sistema, equivale a 
eludir la solución del problema.

Ciudadanos no está interesado en el actual sistema público de pensiones y
 apoya sin fisuras la gestión del Partido Popular. Respalda las medidas tendentes a favorecer los contratos con bajas remuneraciones y por consiguiente bajas cotizaciones. Se opone a cualquier propuesta que altere la cómoda posición que mantienen los empresarios en este peculiar mercado laboral y es un claro defensor de los planes de pensiones privados.

Analistas y periodistas afines al Gobierno pretenden convencer a los pensionistas que han sido los más favorecidos durante la crisis, que no han perdido poder adquisitivo y se refugian en los datos de la pensión media del sistema, para evitar mencionar que el 50% de los pensionistas perciben 
menos de 700 euros mensuales, cifra inferior al salario mínimo interprofesional vigente.
 
PROPUESTAS PARA LA SOLUCIÓN DEL DÉFICIT

Resulta imposible con este Gobierno y llevará su tiempo en circunstancias políticas más favorables, generar 
un cambio fundamental de la estructura productiva, que permita crear empleo suficiente, estable y de calidad, que reduzca la desigualdad e incremente los salarios y por consiguiente los ingresos de la Seguridad Social.

Se trata entonces, de 
mejorar sustancialmente y de inmediato las fuentes de financiación para aumentar los ingresos y anular el déficit vigente. En este escenario, sólo los sindicatos, Unidos Podemos y las Mareas de pensionistas, plantean cada uno desde su propio punto de vista, la necesidad de implementar medidas complementarias que requieren de una clara voluntad política, al afectar directamente la cuenta de resultados de los empresarios.

Las propuestas son las siguientes:
 
·        Supresión de los topes máximos de cotización, fijados en 45.012 euros anuales.

·        Las reducciones y bonificaciones como incentivos a la contratación, deben financiarse como fomento de empleo con cargo a los presupuestos generales.

·        Corresponde mejorar el régimen de cotización de los trabajadores autónomos propiciando una cotización más compatible con sus ingresos reales.

·        Los gastos corrientes por bienes y servicios y nóminas del personal de la Seguridad Social deben ser cargados a los presupuestos generales del Estado como ocurre con los distintos organismos de la Administración Pública.

·        Luchar contra el fraude en la Seguridad Social potenciando la gestión de la Inspección de Trabajo en el control de la contrataciones a tiempo parcial y de falsos autónomos.

·        Los déficits puntuales de la Seguridad Social deben atenderse a través de transferencias directas a cargo de los presupuestos generales del Estado, y no por el sistema de préstamos que hipotecan el futuro de la Seguridad Social.

·        No debe excluirse la aplicación de impuestos transitoriospara atenuar los déficits que inicialmente se continúen ocasionando.

·        Eliminar, el Índice de Revalorización de las pensionesvolviendo al sistema de revalorización del IPC, como así también el Factor de Sostenibilidad que afectará negativamente el cálculo de la base reguladora de las nuevas pensiones al relacionarlo con la esperanza de vida. El desarrollo de su fórmula indica que es un factor que en todo los casos restará, ya que la esperanza de vida va siempre en aumento.
Corresponde movilizarse en apoyo de estas propuestas, alentando la idea de que el sistema público de pensiones además de ser sostenible, debe posibilitar el acceso a pensiones dignas y equivalentes entre hombres y mujeres.


lunes, 8 de enero de 2018

Salarios de hambre, pensiones en el aire


Si alguien piensa que su hijo debe asumir que gana menos de lo que ganó él, porque… así es la vida, debe recordar que el dinero de su pensión saldrá de ese raquítico salario
Artículo de Emilio de la Peña en Público de fecha 3/1/2018.
No hace muchos días escuché en la radio un titular que advertía de los riesgos de nuestro sistema de pensiones por el envejecimiento de la población. Lo decía el último informe de la OCDE.  Se refería a las dificultades que se atisbaban para el año 2050. Está bien divisar el horizonte lejano, aun a riesgo de apreciarlo de forma confusa y casi siempre equívoca. Pero desde luego es más realista  observar lo que tenemos  delante. Ahí no hay predicción posible, son hechos ciertos.
Desde que Rajoy llegó al Gobierno, no ha pasado un año sin que lo que ingresa la Seguridad Social haya sido insuficiente para pagar las pensiones. Es la primera vez que esto ocurre de manera continuada. El 83% de lo que ingresa la Seguridad Social proviene de las cotizaciones por los salarios. Y ahora estas cotizaciones no dan para el pago de las pensiones. Cabría pensar que esto se debe a la combinación de dos cosas: Cada vez hay más pensionistas y la crisis provocó que hubiera menos trabajadores cotizando a la Seguridad Social. Es, digamos, la explicación oficial, por llamarla de alguna manera, aunque la realidad es que desde los discursos oficiales nada de esto se dice. Se repite tan sólo el mantra de que se crea más empleo que nunca, por lo que la recuperación es un hecho.

EL 83% DE LO QUE INGRESA LA SEGURIDAD SOCIAL PROVIENE DE LAS COTIZACIONES POR LOS SALARIOS. Y AHORA ESTAS COTIZACIONES NO DAN PARA EL PAGO DE LAS PENSIONES

Pero hay cosas que no cuadran. Por ejemplo, en 2010, el año en que se inauguraron los recortes y reducciones salariales, el número de afiliados a la Seguridad Social era muy semejante al del año pasado: cotizaban 17.660.000 personas frente a los 17.600.000 en 2016. Sin embargo, el año pasado, ya acabada la crisis, según el Gobierno, con un claro crecimiento, la Seguridad Social recaudó 1.400 millones de euros menos que siete años antes. La explicación es bastante obvia: los salarios han bajado, las personas que son contratadas ahora reciben sueldos claramente menores, y por tanto cotizan menos a la Seguridad Social para pagar las pensiones. 

Más evidencias: Acudimos a los datos de la Seguridad Social y nos fijamos en lo que aportan las cotizaciones de los trabajadores del llamado Régimen General. Son la gran mayoría, en torno al 80% de los afiliados. Por término medio, en los 10 primeros meses de 2017, cada asalariado aportó 4.553 euros a la Seguridad Social. En el periodo equivalente de 2010, la aportación media por afiliado había sido mayor: de 4.628 euros, por tanto 75 euros más. Pero, el dinero no representa lo mismo ahora que entonces, porque sube el coste de la vida. Si calculamos los euros en el valor actual, la diferencia es mucho mayor: en 2010 lo que aportó cada salario fue 150 euros más que ahora. En 2017 esa recaudación por afiliado ha descendido un 3,2 por ciento. Lógico, porque los salarios son más bajos.  

Esto no ha ocurrido en un año. Desde 2009 la aportación media de los afiliados a la seguridad social ha ido descendiendo, en euros de 2016, hasta llegar a ser 544 euros menos por persona, lo que supone una caída superior al 8%. 

A la bajada de los salarios se añade otra cosa que resta recaudación. Ahora son más los parados que no cobran el seguro de desempleo y por tanto el Estado no cotiza por ellos a la Seguridad Social. En 2009,  el 75% de los parados inscritos en las oficinas de empleo recibían una prestación. En 2017 sólo el 55% de los desempleados recibe tal ayuda. Y el dinero que cobra cada parado, incluida su cotización a la Seguridad Social, es además menor en 2017: 807 euros al mes, mientras que en 2009 llegaba a los 994 euros mensuales. 

No han sido sólo los años malos. La bajada de recaudación por afiliado ha continuado los años que el Gobierno considera ya buenos y con la crisis superada. ¿Está superada una crisis cuando los que trabajan no ganan lo suficiente para pagar como es debido las pensiones de los que ya no trabajan? 

LA BAJADA DE RECAUDACIÓN POR AFILIADO HA CONTINUADO LOS AÑOS QUE EL GOBIERNO CONSIDERA YA BUENOS Y CON LA CRISIS SUPERADA

Esa escasez recaudatoria persiste y puede prolongarse a largo plazo. La bajada de los salarios no es un fenómeno de poco tiempo, incluso aunque en los convenios colectivos se proceda a partir de ahora a incrementar los sueldos algo más. Lo más grave de los  bajos salarios no es el recorte que han sufrido los que ya trabajaban cuando llegó la crisis, con ser esto negativo y empobrecedor. Lo peor ha sido y sigue siendo la sustitución de puestos de trabajo con sueldos aceptables por otros con salarios notablemente menores. Estos todavía son minoritarios, les toca sobre todo a los jóvenes que acceden a su primer empleo, pero con el paso del tiempo aumentarán. Por ejemplo,  gran parte de los trabajadores que se jubilan o prejubilan con sueldos buenos son relevados por otros con un salario mucho más bajo. Es una rueda de sustitución continua que no para. Se da así el fenómeno perverso de que  el nuevo contratado con salario mísero no puede con su cotización aportar suficiente para pagar la pensión del trabajador al que sustituyó. Si alguien piensa que su hijo debe asumir que gana menos de lo que ganó él, porque… así es la vida, debe recordar que el dinero de su pensión saldrá de ese raquítico salario.

El Gobierno lo sabe, ¡cómo no! La primera solución que encontró fue pulirse el dinero que había en el Fondo de Reserva, en la hucha de la pensiones. Dinero ahorrado con lo que sobraba de las cotizaciones en los años anteriores. En total, casi 53.000 millones de euros, que se aportaron incluso en 2008 y 2010, cuando arreciaba la crisis y el PP consideraba la situación insostenible. A  ello había que sumar los intereses que ese dinero generaba y que alcanzaban, cuando llegó Rajoy al Gobierno, los 14.000 millones de euros. En total 67.000 millones de euros es lo que se encontró Rajoy en la hucha. Sacó de ella en los años de recesión, cuando se destruía empleo, y la recaudación de la Seguridad Social cayó al mínimo, en 2012 y 2013. Podía parecer razonable: para eso estaba la hucha. Pero en 2014 volvió a crecer la economía y mucho más en 2015 y 2016. Aumentaba el empleo y no había razón para sacar más dinero. Si las cosas iban bien, ¿por qué se seguía recaudando poco? La explicación es la política de bajos salarios implantada por el PP. Al comenzar este año quedaban 15.000 millones y ni con eso ha bastado para pagar todas las pensiones. Tanto es así que el Gobierno ha puesto otros 10.000 millones del Presupuesto del Estado. 

La otra solución es la de siempre: recortar. Ya se hizo con la última reforma de las pensiones. El argumento empleado es el que refleja también la OCDE: el envejecimiento de la población hace insostenible el sistema. Es el mirar a largo plazo y predecir mientras se oculta lo que la realidad, no la previsión, ha dejado patente: el envejecimiento de la población no se ha producido de la noche a la mañana y sin embargo la insuficiencia para pagar las pensiones sí. La recaudación de la Seguridad Social por cotizaciones sociales fue en 2016  un 4% más baja que en 2008, mientras que la renta total de los españoles fue prácticamente la misma. Eso sí, la renta ha estado peor repartida. Mientras que la de los salarios ha caído un 5%, el beneficio empresarial ha subido algo más de uno por ciento. 

Para pagar pensiones dignas es necesario que trabaje más gente, reducir drásticamente el desempleo y salarios dignos. O lo que es lo mismo, un reparto más equitativo de la riqueza generada cada año.


miércoles, 3 de enero de 2018

Joseph Stiglitz: "No podemos confiar en el sector financiero, si no lo regulamos, engañarán, se aprovecharán de la gente"

"Podemos tiene un entendimiento de por qué las cosas han salido mal y un compromiso para tratar de mejorarlas, a diferencia de lo que se llama el populismo de derechas, que utiliza el descontento para crear regímenes autoritarios o para enriquecerse"
"Cuando la gente está peor de lo que estaba hace diez años, decirle que están recuperados es un disparate"
Los directivos: "Tienen que ser responsables financieramente. Si te portas mal, tus bonificaciones se recortan. Esto podría implicar, además, penas de cárcel"

Trump: "¿Qué hará falta para que sus partidarios se convenzan de que se han enamorado de alguien que no es la persona que creen que es?"

"Puede que sea necesario dejar el euro para salvar a Europa"

  
Artículo de María Sánchez Díez publicado en eldiario.es con fecha 31/12/2017

Joseph Stiglitz (Gary, Indiana, 1943) abandonó su carrera en física para dedicarse a la economía. Su tesis ya trataba sobre la desigualdad y, tras toda una carrera dedicada a la economía (un Nobel incluido en 2001), la brecha entre pobres y ricos todavía no parece ofrecerle tregua. Fue consejero de Bill Clinton durante su presidencia y economista jefe del Banco Mundial hasta el año 2000. Tras años predicando contra los excesos del Fondo Monetario Internacional y la desregularización del sector financiero, como una Casandra de la ciencia económica en un mundo dominado por las tesis neoliberales, la crisis financiera le dio buena parte de razón. Desde su despacho en la Universidad de Columbia, recibe a eldiario.es para hablar de los nuevos movimientos de oposición a la globalización, la regularización de Silicon Valley, el futuro del euro, la irrupción de Trump, la lucha contra el cambio climático y un sector financiero al que, según advierte, debemos seguir vigilando de cerca.
Hace 15 años escribió ‘El malestar de la globalización ’. Hoy estamos presenciando nuevas olas de descontento: desde el Brexit hasta la victoria de Donald Trump pasando por el auge de los populismos nacionalistas en Europa. ¿Se ha convertido el statu quo económico en una fuente de resultados políticos  inesperados cada vez más frecuentes?
La razón por la que los problemas del malestar con la globalización se han extendido del Sur hacia al Norte es que los acuerdos comerciales se realizaron realmente en función de los intereses corporativos, así que acabas teniendo perdedores tanto en el Norte como en el Sur. ¿Y quiénes fueron los ganadores? Las corporaciones. Ganaron porque bajaron los sueldos en el Norte y consiguieron sueldos más baratos en el Sur. Lograron todas las ganancias y, al debilitar el poder negociador de los trabajadores, les robaron dinero, ya sea en el Norte o en el Sur.
¿Cómo espera que sus críticas a la globalización evolucionen en el futuro? ¿Cuáles serán las nuevas fuentes del malestar?
Ya está incluso afectando a algunas corporaciones, porque algunas ganan y otras pierden. Pero en este caso tengo menos simpatía. Mi nuevo libro, que va a salir ahora, se llama ‘El malestar de la globalización revisitado, con el subtítulo: Antiglobalización en la era de Trump’, se centra en cómo estamos viendo los viejos descontentos en los países en desarrollo más los nuevos descontentos en los países desarrollados.
¿Me puede adelantar algo?
Básicamente, el rompecabezas es: ¿cómo es posible que la globalización sea mala para los países en vías de desarrollo y mala también para los países desarrollados? Y la respuesta es: porque la definieron las corporaciones para ellas mismas. Trump dice que los acuerdos comerciales como Nafta son los peores de todos los tiempos y que desfavorecen a Estados Unidos. ¿Cómo pueden perjudicar a Estados Unidos y también a los países en vías de desarrollo? Y: ¿Es posible que perjudiquen a Estados Unidos cuando fue Estados Unidos quien los dictó? Mi respuesta es no, no es posible. Conseguimos lo que queríamos, pero era lo que las corporaciones querían, no lo que los trabajadores estadounidenses querían. Y Trump no lo arreglará porque representa a la plutocracia, a las corporaciones ricas. No está interesado en los trabajadores excepto para obtener votos. Si estuviera interesado en su bienestar, no habría propuesto un programa de seguro de salud que dejaría a 20 millones de personas sin seguro médico. No estaría proponiendo una reforma tributaria que daría todo el dinero a los más ricos. No está interesado en los trabajadores, excepto en la medida en que puede persuadirlos para que voten por él y darle más dinero.
Los movimientos de oposición  son de naturaleza ideológica muy diversa, pero algunas voces los consideran el mismo tipo de respuesta contra las élites. ¿Es correcto equiparar a Podemos con Trump?
Son totalmente diferentes. El problema es que Trump está explotando este malestar. Y creo que Podemos tiene un entendimiento bastante sofisticado de por qué las cosas han salido mal y un compromiso para tratar de mejorarlas, a diferencia de lo que a menudo se llama el populismo de derechas, que utiliza el descontento para crear regímenes autoritarios o para enriquecerse. Está muy claro que Trump realmente no está preocupado por los estadounidenses comunes. Lo que ha hecho bien es persuadirlos de que se preocupa por ellos, de una forma deshonesta. Pero fue a esos lugares tan pobres, Kentucky y demás, a los que Hillary ni siquiera fue, y dijo: ‘Me preocupo por vosotros’. Pero era todo una farsa, porque ahora va y dice: ‘Voy a quitaros el seguro sanitario y voy a hacer que estéis peor’. Así que la pregunta ahora es: ¿se despertarán los estadounidenses o responderán al mensaje emocional, incluso cuando [Trump] les está robando? Y muchos demócratas están empezando a preocuparse porque, por malo que sea para esta gente, lo quieren (risas). Puede mentir, y no les molesta. ¿Qué hará falta para que sus partidarios se convenzan de que se han enamorado de alguien que no es la persona que creen que es? 
Ha criticado que los acuerdos comerciales internacionales se firmen con estándares  democráticos tan bajos y con tan poca transparencia. ¿Cuál sería una mejor manera de articularlos en el futuro?
Una mejor manera de llegar a acuerdos es obviamente que haya una mayor participación en la toma de decisiones: que trabajadores, ecologistas y otras personas con intereses en la sociedad participen en la negociación, en fijar los términos de referencia. Las disputas inversionista-Estado [cláusulas que permiten a compañías privadas pedir compensaciones si un país regula en contra de sus intereses] ilustran esto. Hay que tener principios claros y decir: 'mira, no tienes derecho a demandar por una regulación, eso depende del país. Solo puedes demandar por discriminación’.
¿Cómo podemos asegurar un futuro en el que los intereses económicos privados no pongan en compromiso la democracia?
Creo que la plena liberalización del mercado de capitales es particularmente peligrosa, especialmente para los países en vías de desarrollo, porque el capital entrando y saliendo a corto plazo es lo que más compromete a la democracia. En el caso de un país como Brasil, cuando a Wall Street no le gusta un candidato sacan su dinero, el tipo de cambio baja, la gente entra en pánico... puede tener un efecto muy grande en el papel de los mercados financieros en la política. Para mí eso es al menos una pieza importante. En Estados Unidos el principal tema son las contribuciones a las campañas. El dinero está influyendo muy directamente en nuestra política.
¿Cuánto puede crecer la brecha entre los pobres y los ricos sin que haya conflictos sociales?
Tenemos la sensación de que cuando hay más desigualdad, puede haber más conflicto, pero también sabemos que las cosas son más complicadas. Hay personas que dicen que, de hecho, el conflicto no se produce cuando las cosas están mal de verdad, sino cuando están mejorando, pero no mejoran lo suficientemente deprisa; cuando se le da a la gente la sensación de que las cosas podrían ir mejor, sus aspiraciones cambian, pero se decepcionan. Eso puede dar lugar a problemas. Muchos de estos estudios se hicieron en el pasado y hoy es muy diferente. La gente puede ver lo que está pasando en el resto del mundo mucho más fácilmente y su sentido de lo que es posible es diferente. Ahora todo el mundo ve y se pregunta: ‘¿por qué están viviendo mejor que yo?’
El mensaje que estamos recibiendo en Europa o en España es que la economía se ha recuperado, aunque las mejoras pueden ser imperceptibles en el día a día de las personas normales. ¿Cómo podrá defenderse la ciudadanía de un gobierno que le dice que está bien cuando en realidad no lo está?
Creo que es muy peligroso que los políticos digan cosas que son inconsistentes con la percepción de la gente, porque eso conduce a la desconfianza en el gobierno y en las élites. Obama dijo que nos habíamos recuperado en 2009, en 2010, en 2011, cuando el 91% de todas las ganancias fueron al 1% [más rico] y el 99% no se recuperó. El efecto que eso tuvo fue un aumento de la desconfianza en el gobierno. Y contribuyó, creo yo, al triunfo de Trump. Dio la sensación de que el gobierno estaba mintiendo, porque la gente sabía que no estaba mejor y aún así se estaba diciendo que la recesión había terminado. Es extraordinariamente peligroso que los líderes políticos tergiversen lo que está sucediendo en las vidas de individuos ordinarios. En el caso de lo que está sucediendo en España y en Europa la pregunta es: ¿Estás en el punto en el que estabas? Y la respuesta es no. Cuando el desempleo de los jóvenes es del 40%, claramente hay grandes grupos de la población que no lo están pasando bien. Cuando la gente está peor de lo que estaba hace diez años, decirle que están recuperados es un disparate.
La tecnología, la robotización, biotecnología... todos estos campos contienen una promesa de desarrollo económico y progreso democrático.  ¿Cómo se distribuirá esta nueva riqueza en el futuro?
Siempre existe este tema de cómo distribuir los beneficios de la globalización, de los avances tecnológicos. El principio general dice que, si la sociedad es más rica, todo el mundo podría estar mejor. Pero depende de la naturaleza del cambio tecnológico. Si es lo que llamamos innovación de ahorro de trabajo, entonces se reduce la demanda de mano de obra y los trabajadores pueden estar peor. Creo que es imperativo en este contexto que tengamos políticas gubernamentales activas involucradas en la redistribución y que nos aseguremos de que, a medida que nos hacemos más ricos, los beneficios se comparten, al menos en parte, entre todos los grupos de la sociedad.
Mientras hablamos, hay industrias que se están transformando de forma irreversible en Silicon Valley. ¿Estamos prestando suficiente atención a este nuevo centro de poder?
Mucho de lo que está pasando tiene que ver con cambios en industria de la publicidad o en una nueva industria de redes sociales. ¿Es tan importante? Es interesante, pero eso no es tan fundamental como otros aspectos de cómo vivimos. Hay que tener cuidado de no comprarle el bombo publicitario a Silicon Valley. Han exagerado su disrupción. Han transformado los taxis, pero parte de lo que están haciendo es arbitraje regulatorio [práctica mediante la cual las empresas capitalizan las lagunas legales para eludir regulación desfavorable]. Airbnb ha transformado el mercado de los hoteles, pero probablemente es porque evita pagar impuestos. Si lo regulamos adecuadamente, con impuestos, no creo que vaya a ser tan rompedor. Las ventajas de Airbnb serían más pequeñas una vez pagaran impuestos y estuvieran regulados. La gente probablemente preferiría ir a un hotel regular que a un Airbnb, aunque todavía sería una industria activa. Esas son dos industrias relativamente pequeñas hasta ahora. A largo plazo habrá grandes problemas con la inteligencia artificial y cómo la manejamos. Se trata de un problema mayor que se remonta a la cuestión de las innovaciones de ahorro de mano de obra, que reducen la demanda y, por lo tanto, bajan los salarios. Si nuestra economía es más rica, podemos imponer impuestos que hagan que estemos todos mejor. Estos son temas más políticos que económicos. La pregunta es: ¿cómo podemos asegurarnos de que los frutos de estos avances se compartan equitativamente?
En la lógica de Trump, la lucha contra el cambio climático es incompatible con un buen desempeño económico.  ¿Cuál es el argumento económico para reducir las emisiones de carbono?
Trump no sabe nada de economía, siempre ha hecho dinero con prácticas comerciales turbias, es el prototipo de la búsqueda de renta, de una persona que gana dinero aprovechándose de otras. No es un creador de riqueza, es un destructor de riqueza. No tiene autoridad para hablar de nada. Abordar el cambio climático crearía una economía más fuerte. Por ejemplo, Trump habla de la industria del carbón, pero se están creando más trabajos en los paneles solares que en el carbón. De hecho, hay más instaladores de paneles solares que mineros de carbón. Trump vive en el pasado. No sé si no piensa muy profundamente, si mira las estadísticas, si realmente ha pensado en ello, pero realmente creo que podemos tener una economía más fuerte tratando más efectivamente con el cambio climático.
Los flujos de inmigración podrían ser la solución a las amenazas demográficas que enfrentan los países occidentales: tasas bajas de fecundidad, envejecimiento de la población, preferencias en el empleo. ¿Cómo podría esta narrativa ganar fuerza en el momento antiinmigrante de Trump en EEUU y el de los refugiados en la UE?
En Occidente y el Norte tenemos que ver como nuestra responsabilidad parte de la migración. Hemos sido el principal contribuyente al calentamiento global y el calentamiento global está contribuyendo a la desertificación en el Sahel y creando una gran cantidad de refugiados económicos que, combinado con nuestros subsidios al algodón, están deprimiendo el nivel de su vida y dañándolos. Hemos tenido un efecto muy negativo en muchas poblaciones, así que tenemos la responsabilidad moral de ayudarles a resolver el problema que contribuimos a crear. Desde la perspectiva estadounidense, somos una sociedad que fue creada por los inmigrantes. Me parece intolerable decir que los inmigrantes son un problema, estamos donde estamos por los inmigrantes. La retórica anti-inmigrante es muy peculiar, porque Trump no estaría aquí si su familia no hubiera emigrado. Las únicas personas que tienen legitimidad para quejarse son los indios americanos a quienes los inmigrantes dañaron, y a quienes se les robó su tierra. Pero eso no es de lo que Trump está hablando.
¿Qué medidas cree que podrían ser lo suficientemente disuasivas para evitar que los bancos y el sector financiero vuelvan a causar el daño que ya hemos vivido?
Primero, debemos saber que no podemos confiar en ellos, que engañarán, que se aprovecharán de la gente. La idea de que pueden autorregularse es absurda, es un oxímoron. Tiene que haber regulaciones. Y tenemos que supervisarlos con mucho cuidado. Segundo, no es lo mismo responsabilizar a los individuos que a las corporaciones. Los bancos tuvieron que pagar decenas de miles de millones de dólares, pero los directores ejecutivos se marcharon con su dinero en efectivo. Y no son las corporaciones las que hacen las cosas, son los individuos. Nuestro nivel de rendición de cuentas se ha reducido. Tercero, [los CEOs] necesitan ser responsables financieramente. Si te portas mal, tus bonificaciones se recortan y tu salario debe ser provisional. Si te portas mal, pagas. Esto podría implicar más que responsabilidad financiera, prisión también. Son crímenes de cuello blanco: estaban robando dinero a otras personas de una forma u otra y no hemos hecho lo suficiente. Llegamos muy lejos en la eliminación de la responsabilidad individual y tenemos que traerla de vuelta.
El neoliberalismo o el "fundamentalismo del libre mercado", como usted le ha llamado, ha dominado las instituciones económicas internacionales desde hace décadas, pero ha fallado a los ciudadanos y ha costado a la sociedad mucho dolor. Como ideología económica, sin embargo, sigue siendo dominante. ¿Por qué y hasta cuándo?
Es una ideología que sirve a ciertos intereses que son muy influyentes. Tienes a personas de la comunidad financiera articulando una visión de la economía, tal y como la ven. Una parte de ella es ignorante, otra es interesada y otra está cegada por un problema de percepción: a ellos les va bien con el neoliberalismo y, por lo tanto, a todo el mundo le va bien. Creo que están empezando a entender que no es tan genial. Estoy esperanzado de que muchas personas del 1% están genuinamente preocupadas, están diciendo: ‘El sistema está roto, y tenemos que arreglarlo’. Mi verdadera preocupación es cómo la gente llega a entender qué no está funcionando bien. Está la historia de Trump, incipiente, una especie de populismo neoliberal: plutócratas tratando de aprovechar los fracasos para poder hacer aún más dinero. Cuentan una historia sobre los extranjeros, sobre haber sido robados... y ha engañado a un gran número de estadounidenses. Y lo mismo en Europa: Le Pen en Francia o muchas personas en España que creen que la austeridad ha funcionado y que la economía se está recuperando. Pero tengo que ser optimista: la democracia funcionará, la mayoría de la gente entenderá que este tipo de populismo trumpista no funciona,  que la austeridad no está funcionando y tendrán una mente más abierta hacia políticas que puedan funcionar.
¿También en la Eurozona?
En el caso de Europa hay un aspecto que lo dificulta y es que las manos de los países europeos que son parte del euro están atadas por él. Y el resultado es que te encuentras a los partidos de centroizquierda proeuropeos defendiendo el euro. Pero domina Alemania y su austeridad. Esto ha debilitado al centroizquierda, que sería la fuente de crítica natural a este tipo de populismo neoliberal. Es un gran problema para Europa.
Usted ha defendido que la salida del euro podría tener sentido para algunos países, a modo de “divorcio amigable”.
Podrían irse, pero creo que sería mejor si consiguieran que Europa se reformara. Por ahora, Alemania ha demostrado una reticencia notable a hacer reformas, pero tal vez diga: ‘Si seguimos esta dirección, vamos a desmoronarnos, vamos a estancarnos, vamos a tener movimientos populistas trumpistas, es demasiado peligroso para el futuro’. Se trata de un juicio político sobre si Alemania podrá ser persuadida por el peligro real de la prolongación de su política.
¿Por qué estamos tan apegados al Euro?
Entiendo el caso de Grecia y también el de España. Son países que estaban en la periferia, que tuvieron gobiernos fascistas, así que quieren estar atados al proyecto europeo y han malinterpretado el euro: en vez de verlo como un medio para un fin, lo han visto como un fin en sí mismo. Yo diría: puede que sea necesario dejar el euro para salvar Europa. Han confundido estos trozos de papel con la identidad europea. Y no termino de entender por qué.