Artículo de Juan Torres López, de fecha 5 febrero 2014 en
diario Público
Los datos de paro registrado que acaban de darse a conocer vuelven a
mostrar —diga lo que diga el gobierno— que empeora el empleo en España. Es
cierto que el paro aumenta en menor medida que en meses de enero anteriores,
pero eso no ocurre porque haya más facilidades para encontrar trabajo sino
porque aumentan los desanimados y se expulsa a gran cantidad de personas del
mercado laboral, bien por desánimo, bien porque son inmigrantes que ya
abandonan España o españoles que tratan de encontrar nuevas oportunidades fuera
de su país.
Y lo peor es que este
empeoramiento es inevitable y que va a seguir produciéndose en el futuro porque
las políticas que se vienen realizando no aportan lo que resulta esencial en
cualquier economía para que las empresas puedan generar inversión productiva y
empleo. A mi juicio, en España se carece hoy día de seis condiciones
básicas e imprescindibles para crear puestos de trabajo.
La primera es la
financiación. Gracias a su enorme poder político los banqueros han impuesto un
rescate muy costoso de sus entidades que les ha permitido ocultar su quebranto
patrimonial y volver a obtener beneficios suculentos pero sin que hayan vuelto
a financiar a la economía.
El llamado rescate de
la banca es un escándalo que no ha servido para recuperar la financiación. Se
ha tirado de la manta que cubría las vergüenzas financieras acumuladas en los
últimos años por las cajas de ahorros para disimular la responsabilidad
general, pero lo cierto es que si se hubiera tirado al mismo tiempo de la que
cubre al resto de las entidades financieras los resultados hubieran sido
parecidos. Es el sistema financiero en su conjunto y no solo las cajas, el que
está repleto de activos tóxicos derivados de haber financiado sin escrúpulos ni
responsabilidad la anterior burbuja financiera. Lo que se está haciendo es
limpiar el segmento de mercado que ocupaban las cajas para que lo ocupen los
grandes privados y así puedan recobrar más o menos su equilibro patrimonial,
hoy día disimulado por las normas de contabilidad aprobadas por las autoridades
con el fin de evitar que aparezcan como lo que son —bancos zombis— y puedan
registrar beneficios a pesar de que apenas sí desarrollan negocio bancario.
Pero a ese paso la financiación tardará años en recuperarse.
Mientras no se ponga
de verdad en claro su situación y mientras no se garantice que fluya
financiación suficiente y barata a las empresas y familias es materialmente
imposible que se pueda crear empleo. Lo que ocurrirá, por el contrario, será
que sigan quebrando y despidiendo trabajadores o, a lo sumo, utilizando la
última reforma laboral para abaratar sus plantillas y así poder seguir
malviviendo.
La segunda condición
imprescindible para crear empleo y que falta también en España es la demanda.
O, dicho de otra forma, ingresos suficientes para que la población compre los
bienes y servicios que producen las empresas. En los dos años de gobierno
de Rajoy el consumo privado se ha desplomado como consecuencia de la pérdida de
ingresos salariales y, en general, de renta disponible de las familias. Y eso
no puede traducirse sino en una pérdida de demanda para todas las empresas (las
grandes han visto reducir sus ventas entre un 40% y un 50% desde 2008) y, en
particular y de forma más grave, para las pequeñas y medianas.
Argumentar que lo que
hace falta para crear empleo es más flexibilidad y costes laborales más
reducidos es una falsedad que solo sirve para que las grandes empresas que
dominan el mercado sea como sea (porque son multinacionales que operan en
muchos países u otras que tienen demanda cautiva) tengan beneficios
extraordinarios. Denles ustedes clientes y ventas elevadas a las empresas y
comprobarán que contratarán empleo sin problemas de flexibilidad
alguno. Por tanto, mientras sigan bajando los salarios no se creará empleo
en España.
La tercera condición
es disponer de uno o varios sectores de actividad que actúen como motor de la
economía en su conjunto y que tengan gran capacidad de multiplicar el empleo e
ingresos a su alrededor, algo para lo que no sirve cualquier tipo de actividad.
En contra de lo que se
viene diciendo, no basta con que aumente el PIB para que se cree empleo y mucho
menos para que éste sea de calidad y acompañado de ingresos suficientes. Además
de generarse actividades sostenibles, que no terminen cayendo más pronto que
tarde (como pasó y sucedería de nuevo con la construcción) es necesario que se
vertebren y constituyan tejido e interrelaciones adecuadas y que, además de
tener fuerza suficiente como para tirar de toda la economía (lo que, por
cierto, no le ocurre al sector exterior), nutran sobre todo al mercado interno
y no externalicen ni el ingreso ni el valor añadido que generen.
Mientras no se
consolide otra forma de producir y de consumir en España, no se podrá crear
empleo suficiente en nuestra economía.
La cuarta y la quinta
condición quizá puedan sorprender a quienes están habituados a oír hablar de
empleo y economía como si fueran mecanismos de relojería que nada tienen que
ver con las personas y su diferente posición en la sociedad. A los pocos
días de ser nombrado vicepresidente económico del gobierno, el profesor Fuentes
Quintana compareció en TVE en hora de máxima audiencia para hablarle a los
españoles de 1977 sobre la situación económica de aquel momento. Sus primeras
palabras fueron exactamente estas:
“Las soluciones de los
problemas económicos nunca son económicas sino políticas. No hay oscuras
fórmulas técnicas que permitan resolver las dificultades en un clima de
gabinete. Los problemas económicos de un país solo pueden superarse mediante el
esfuerzo y la colaboración de todos (…). Sé, desde luego, que solo puede
esperar esa colaboración un gobierno en quien ustedes confíen como veraz y que
les merezca credibilidad”.
Pues bien, esto último
también nos falta: un gobierno veraz, creíble y en quien confíe la gente.
Desde que la crisis
comenzó a notarse en España con Rodríguez Zapatero en el gobierno, los
españoles no hemos recibido sino mentiras sobre la situación económica y eso ha
hecho que la confianza en nuestras autoridades esté bajo mínimos. Y así, por
mucho que se quiera, es imposible que se genere la voluntad colectiva y el
esfuerzo mancomunado que es necesario para sacar adelante una situación tan
difícil como la que tenemos.
Finalmente, también
carecemos de instituciones que canalicen las preferencias ciudadanas, que
equilibren los poderes y que hagan posible el gobierno eficaz, controlado y
transparente. Y, sobre todo, que estén obligadas a poner en marcha que la
población quiera que se lleven a cabo para que así las pueda hacer suyas y
apoyar con el máximo empeño
La servidumbre de los
grandes partidos hacia los poderes económicos es total y eso ha corrompido las
instituciones. Ni uno solo de los partidos (desde el PP a IU pasando por los
nacionalistas) carece de imputados por corrupción y todos ellos han estado
presentes y han sido cómplices, por ejemplo, de la vergonzosa gestión de las
cajas de ahorro. Ni una sola autoridad —empezando por el monarca y siguiendo
por la judicatura, la fiscalía o el Banco de España— está libre de sospecha o
no ha sido denunciada por actos indignos o por complicidad con los
sinvergüenzas que han provocado la situación en la que estamos. Ninguna de las
estafas ni de los casos de corrupción que hemos sufrido se hubieran producido o
hubieran adquirido la dimensión que han alcanzado si todas esas instituciones
hubieran sido diligentes y si sus responsables o titulares se hubieran
comportado con honestidad.
Hablando en plata, en
España tenemos una democracia de cada vez más baja intensidad: los bancos y
grandes empresarios controlan los medios de comunicación, hay un pacto de
silencio sobre los grandes escándalos, los jueces que actúan contra los
oligarcas son los que resultan perseguidos y expulsados y el gobierno da
órdenes a la fiscalía para que no se persiga a los grandes ladrones y corruptos
o los indulta si no ha habido manera de librarlos antes.
¿Cómo va a salir de la
crisis un país cuyo jefe de Estado está más pendiente de disimular el
enriquecimiento y mal comportamiento propio o de sus familiares o de lavar la
cara y engrosar la cartera de las grandes empresas que de evitar que sus
conciudadanos más desfavorecidos pierdan un derecho detrás de otro?
La sexta y última
condición es disponer de suficiente capacidad de maniobra para poder poner en
marcha las medidas que pueden ayudar a que todo lo anterior se resuelva. Y
resulta que España no la tiene. No porque formemos parte de una unión monetaria
superior, porque eso simplemente debería dar lugar a que la capacidad de
maniobra radicase en otro lugar. Sino porque ésta unión está diseñada
precisamente para evitar que los gobiernos o los pueblos dispongan de ella. Por
eso no nos conviene, porque sin posibilidad de poner en marcha la voluntad
propia, con las manos y los pies atados y sujetos simplemente al dictado de
unos pocos grupos de poder que no están nunca presentes en las instituciones
representativas, es imposible tomar medidas y tratar de cambiar el rumbo de las
cosas. Mientras sigamos en esta Europa, mientras no demos un golpe en la mesa y
hagamos ver que así no seguimos con la señora Merkel y compañía, no se creará
empleo en España.
Sin libertad y sin
disponer de soberanía es imposible que nadie salga adelante. Y lo que supone
una paradoja bien significativa es aquellos que tienen constantemente en su
boca discursos patriotas y grandilocuentes menciones a la Patria la hayan
convertido en una vulgar esclava de los poderes financieros más antipatriotas y
corruptos.
El gobierno y su partido, los banqueros y los dirigentes de la patronal
podrán decir lo que quieran pero mientras no se pongan en marcha reformas de
regeneración económica y política que resuelvan estas cinco carencias será
imposible que se vuelva a generar empleo suficiente y de calidad en España.
Pues tienes toda la razón. En este país la democracia es de saldo porque ya nació así. NOs obligaron a aceptar una monarquía sí o sí, los herederos franquistas no fueron juzgados y continuaron ejerciendo su influencia hasta día de hoy. El PP, que aglutinó a todos aquellos "demócratas por oportunismo" jamás se han portado como un partido 100% democrático, sino que se tuvieron que hacer demócratas porque era lo que tocaba, pero en el fondo (y no tan fondo) siguen siendo una panda de señoritos con un único fin en la vida que es ganar dinero. Eso ya lo hemos visto. El PP ha sido hecho por y para ganar pasta para ellos y sus amigos. Mientras ese partido podrido siga como si nada, mientras tengamos de jefe de estado a un tipo que está ahí simplemente por "derecho de nacimiento", mientras la fiscalía ejerza más como agobados del corrupto que como fiscales, mientras los jueces sean parciales y, sobre todo, mientras la sociedad española no se ponga las pilas y despierte, vamos a ir hacia atrás. Ya lo vemos ahora. El escenario ideal del PP es un país con una gran brecha en la que en un lado estén ellos y las grandes empresas y banqueros y al otro... la chusma (así nos consideran, no se engañen).
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