miércoles, 19 de junio de 2019

De trifachito nada



Artículo de Pedro Luis Angosto en nuevatribuna de fecha 18/6/2019.

En España, o el Estado español nombre usado por quienes no saben o no quieren saber que es un término absolutamente franquista, no existe una derecha democrática. Pudo haberlo sido el CDS o el Partido Reformista de Roca, pero el lastre franquista pudo mucho más que esos intentos bien intencionados para articular una derecha europea en el país en el que la derecha siempre ha sido troglodita. Existen tres partidos fachas que provienen, como la Santísima Trinidad, de un sólo Dios verdadero, el partido franquista que fundó Manuel Fraga hace ya muchos años.
El origen, la evolución y la praxis del Partido Popular está claro, no deja lugar a dudas. En todas las ocasiones en que se ha propuesto que el Congreso condenase el franquismo, se ha negado alegando cuestiones tan peregrinas como ridículas al tratarse de uno de los mayores criminales de nuestra historia. Por otra parte, la huella que ha dejado su paso por el poder no puede ser más triste ni más dañina: Creación de la burbuja financiero-ladrillera que nos hizo descender muchos puntos en calidad de vida, endeudándonos social e individualmente para décadas; dilapidación de la Hucha de las pensiones, que a la llegada de Mariano Rajoy al poder contaba con 67.000 millones de euros; corrupción en todos los niveles de la vida pública al anteponer los intereses particulares a los generales que son el fundamento y el objeto de toda acción política democrática; degradación de las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores hasta llegar a un extremo en que muchas personas trabajan durante jornadas interminables y no pueden pagar los gastos corrientes; promulgación de leyes represivas que han llevado a la cárcel a cientos de personas sólo por expresarse libremente o actuar en piquetes de huelga, y, fomento de una política patriotera en la que -como sucede en Cataluña- las banderas, los desfiles y las vírgenes cuentan mucho más que las personas que sufren, poniendo además en riesgo grave, de cara a un futuro muy próximo, a todos los servicios públicos esenciales por falta de financiación adecuada con el fin de privatizarlos y entregarlos al lucro insaciable de las grandes corporaciones amigas.
En cuanto a Ciudadanos, su origen es otro. Independientemente de que su actual jefe Albert Rivera hubiese militado en Nuevas Generaciones del Partido Popular, Ciudadanos nació como una respuesta a la deriva independentista del nacionalismo catalán, y aunque en su seno exista una corriente extremadamente derechista, que es la encabezada por el propio Rivera y Arrimadas, hay personas que siendo de derechas no pertenecen a la estirpe ultra, personas tales como Luis Garicano o Francesc de Carreras, quienes, tal vez, si se desprendiesen de quienes hoy mandan en ese partido, podrían intentar construir esa derecha sin vínculos franquistas de que tan necesitado está el país. Sin embargo, a día de hoy, Ciudadanos se ha suicidado. Al mostrarse como partido fundamentalista, palmero del PP y no dejar dudas sobre su ideología por un puñado de alcaldías, ese partido será succionado por el partido al que decía quería desplazar y sustituir. De modo que ha perdido una ocasión de oro para ocupar el hueco que queda entre la extrema derecha de Vox y el PP y el Partido Socialista. Ese era su sitio, pero al permitir los gobiernos populares y pactar con Vox -ya está bien de tomar a la gente por gilipollas, si tus números y los del PP no dan y para gobernar necesitas a los de Abascal, es que has pactado con ellos, lo llames como lo llames- ha renunciado a la identidad propia que le podría haber deparado un futuro prometedor.
En cuanto a Vox, poco que decir. Su jefe fue amamantado por Esperanza Aguirre en el Partido Popular a base de mamandurrias muy bien pagadas con dinero público sin que a día de hoy sepamos todavía a qué se dedicaba. Es la ultraderecha franquista de toda la vida, rancia, casposa, irreflexiva, chulesca, medieval y machirula. En cuanto sus antiguos jefes toquen arrebato, volverán a la casa madre.
Hay en las tres derechas extremas españolas una cantidad tal de puntos en común que su existencia sólo se justifica por la coyuntura: dado que se sabía que muchos votantes del PP no volverían a confiar en él por la corrupción, surgieron dos marcas blancas para ofrecer alternativas sin salirse del programa único. En este caso, la división de la derecha ha cumplido con sus objetivos permitiendo mantener el número de votos y salvar la cara al partido de Fraga mientras se olvidan sus desaguisados, cosa de la que ya se encargaran los medios afines que son casi todos. 
Los tres partidos están a favor de bajar impuestos a los que más tienen hasta dejar los servicios públicos en  quiebra y sin posibilidad de realizar las funciones para las que fueron creados; los tres rechazan el cambio climático y son partidarios de continuar con el consumo a mansalva de energías fósiles aunque España -la patria amada- se convierta en un desierto con temperaturas muy por encima de las que puede soportar una persona; los tres defienden un Estado confesional en el que el Erario siga regalando a la Iglesia católica 12.000 millones de euros anuales pese a que la tan cacareada Constitución diga que España es un país aconfesional; los tres tienen un amor tan grande a la bandera que se olvidan de que el 12,3 millones de españoles, en decir una cuarta parte del total, viven en la pobreza más extrema o corren serio riesgo de exclusión social. La complicidad con los grandes poderes financieros e industriales, el uso vergonzoso de las puertas giratorias -la última Soraya Saenz de Santamaría que ha fichado por Cuatrecases Abogados por Dios y por España-, y el desprecio por todo aquello que construyeron los españoles a lo largo del tiempo para mejorar la vida de todos y cada uno de nosotros, son otras de las cualidades que unen a estos tres partidos ahora temporalmente separados.
Por mucho que se empeñen los medios de comunicación del sistema, en España no existe una derecha democrática de corte europeo. Seguimos esperando a que aparezca, pero mientras tanto, hemos de ser conscientes de que a día de hoy, los tres partidos estatales de la derecha beben en las fuentes del franquismo, en la protección de los privilegios de los más privilegiados, en el fomento de la desigualdad y la ignorancia, en la justicia de clase y en la utilización de lo público para fines privados.   


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