Publicada en diario Público el 18 abril 2013.
Señor Mariano Rajoy. Señores diputados y
diputadas del PP, miembros del Gobierno de España,
Les escribe Ada Colau, pero esta vez no
como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), sino como
una ciudadana cualquiera.
Estos últimos días han sido intensos. La señora
delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y otros miembros del
Gobierno y de su partido, así como algunos medios de comunicación, han lanzado
graves acusaciones contra mi persona. Se han dicho muchas mentiras o medias
verdades deformadas: que si era filoterrorista, que si era simpatizante de no
sé qué, que si estaba condenada en juicios inexistentes, que si era antisistema
por acciones pacíficas varias, que si estaba subvencionada con millones de
euros... Es igual. Los abogados me dicen que debo denunciar, y en algunos casos
graves lo haré, pero no vale la pena perder tiempo respondiendo a la
difamación. Sin embargo, se han acumulado algunos malentendidos de fondo que
creo oportuno aclarar.
No debería sorprenderles que esas
familias llamen a su puerta, han agotado todas las vías que la insuficiente
democracia española ofrecía
En primer lugar, ustedes no han entendido el movimiento de la PAH. Dejen que
les cuente. La PAH es un movimiento ciudadano en el que participan miles de
personas, la mayoría afectadas, algunas otras solidarias, todas movilizadas
por la defensa del derecho a la vivienda. Es un movimiento apartidista, muy
plural y transversal, en el que personas muy distintas hemos coincidido movidas
por la indignación frente al abuso de las entidades financieras y la
complicidad que éstas han encontrado tanto en su Gobierno como en el anterior.
Por ello les digo que sus acusaciones de que el PSOE mueve los hilos de la
PAH son ridículas y demuestran un desconocimiento de la realidad preocupante.
Deberían venir a nuestras reuniones y comprobarlo. En ellas encontrarán
votantes de todos los partidos y abstencionistas; clases medias y bajas;
inmigrantes y autóctonos; jóvenes y mayores... Vamos, la ciudadanía en general.
En segundo lugar, la PAH no tiene ni necesita
lideresas. Parece que ustedes se han empecinado en buscar cabecillas a los
que poder decapitar, como forma rápida de acabar con una protesta que a las
entidades financieras, y ahora parece que también a ustedes, les resulta
molesta. Yo no soy nadie importante ni especialmente brillante. Soy en estos
instantes una portavoz, pero como yo hay miles de personas tanto o más
implicadas. Ésa es la fuerza del colectivo: somos un movimiento profundamente
democrático, que apuesta por la descentralización y el protagonismo de todas y
cada una de las personas que en él participan. Ése es uno de los ingredientes
secretos que explican que en los momentos más difíciles las personas saquen lo
mejor de sí mismas. El empoderamiento y la solidaridad nos hacen imparables. Y,
finalmente, hablemos de los escraches.
Les molesta que podamos ir a protestar frente a
su casa. Lo entiendo. A mí tampoco me gustaría. Pero si alguna vez hubieran
acudido a un desahucio, entenderían que se trata de algo infinitamente más
molesto. Hay miles de personas en una situación límite, en la calle y con
deudas, en paro, sin tener qué comer... Y todo ello a pesar de que viven
rodeadas de abundancia. Miles de familias viven en la calle en el país de
Europa que más viviendas vacías acumula. Pasan hambre en un Estado que
permite que cada día se tiren toneladas de alimentos en buenas condiciones. Y
ustedes gobiernan ese país, por lo que no debería sorprenderles que esas
familias llamen a su puerta después de haber intentado en vano llamar su
atención. Este movimiento, absolutamente ejemplar, ha agotado todas las
vías que la insuficiente democracia española ofrecía: durante más de cuatro
años hemos intentado negociar con las entidades financieras, hemos hablado con
los partidos políticos, con servicios sociales, ayuntamientos... Hemos puesto
recursos en los juzgados y hemos recogido como hormiguitas casi un millón y
medio de firmas. Pero nada, el Partido Popular no se ha movido ni un milímetro
y anuncia que rechazará las medidas de la Iniciativa Legislativa Popular. Qué
casualidad. Justo en el momento en que la PAH cuenta con más apoyo social
(entre el 80 por ciento y el 90 por ciento, según todas las encuestas). Cuando
ya se han entregado el millón y medio de firmas de la ILP. Cuando la presión
social les ha obligado a admitir a trámite esa ILP que no pensaban ni debatir.
Cuando llega una sentencia europea que da la razón a las personas afectadas y
dice que las miles de ejecuciones hipotecarias y desahucios que se han
producido los últimos años en España son ilegales. Justo en este momento,
cuando parecería que ya nada más puede retrasar la necesaria reforma legislativa,
ustedes nos salen con una campaña de criminalización como única respuesta.
Hay que ser mala gente para
comparar nuestras acciones con el terrorismo de ETA o la Alemania nazi
En lugar de escuchar el clamor popular, intentan generar confusión llegando a
comparar nuestras acciones pacíficas con el terrorismo de ETA o la Alemania
nazi. Hay que ser mala gente para decir algo así. Recuerden que en este
tema de los desahucios de momento los únicos domicilios violados y los únicos
muertos los ha puesto la población. No sus señorías, que hasta la fecha se han
limitado a mirar desde lejos, y desde la comodidad, un drama que podrían haber
evitado si hubieran actuado donde les compete, en el Congreso. Por supuesto que
la ciudadanía no es tonta y en seguida ha visto que en toda esta campaña de
difamación no buscaba más que hacer ruido para desviar la atención. De modo
que no les va a funcionar. La realidad es tozuda y miles de personas
estafadas y desahuciadas no van a desaparecer por mucho que su Gobierno las ignore.
Dejen que termine usando el paralelismo con
la Alemania nazi al que ustedes recurren con tanta ligereza. Si bien la gravedad
no es comparable, en ambos casos estamos hablando de situaciones de
vulneraciones sistemáticas de derechos humanos. En España, afortunadamente, no
estamos frente a campos de concentración, deportaciones ni asesinatos masivos.
Pero sí tenemos violentos desalojos y miles de personas empobrecidas que ven
comprometidas sus necesidades básicas, y condenadas de por vida a la exclusión
social y la economía sumergida. Y todo para mantener los privilegios y los
beneficios astronómicos de las élites financieras. Décadas después del nazismo,
la sociedad alemana aún no se ha perdonado a sí misma el no haber sabido
reaccionar a tiempo para evitar la barbarie. Pues bien, en España miles de
ciudadanas y ciudadanos hemos decidido que en el futuro queremos poder mirarnos
al espejo.
No teman los escraches, no
teman a la población. Una democracia que permite la vulneración
sistemática de derechos humanos, e incluso la promueve, no es democracia,
por mucho que se vote cada cuatro años. Democracia será cuando el interés
general se anteponga a los dictados de los mercados. Cuando nada sea más
importante que la vida y la dignidad de las personas.
Señor presidente, nunca es tarde para
rectificar. No teman los escraches, no teman a la población. Bajen a
la calle y hablen con la gente. Hagan justicia y detengan los desahucios. Hay
vidas en juego que no pueden esperar más.
A LOS POLITICOS DE ESTA,España nuestra, no se les caen la cara de vergüenza, por que sinceramente no las tienen. N o se como pueden mirarse a la cara cada mañana, cobrando lo que cobran y encima robando a manos llena. Sres en las próximas eleciones ni p.p ni pesoe. son la misma mierda.
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