Artículo de Arturo Gonzalez, publicado en Público con fecha 17 septiembre 2013.
Ya es oficial. La mayor afrenta que se ha inferido a la
sociedad española. Sin inmutarse y con el
mayor impudor imaginable, comunican las cifras: las pensiones se recortarán en 33.000 millones y además
ellos mismos reconocen que los asesinados sociales, quiero decir, los
pensionistas, verán reducidas su pensión por lo menos hasta 2022. Claro que lo dicen con el mismo
impudor y sin inmutarse con el que han confirmado que la mayor parte de los
100.000 millones empleados en rescatar bancos y cajas se perderá, esto es, lo pagaremos nosotros, en contra de lo que habían dicho hasta la saciedad.
¿Pero cómo es posible que nadie, absolutamente nadie, les siga votando
a estos sujetos? ¿Cómo es posible que los periodistas conservadores sigan
ciegos y defendiendo al PP y al Gobierno? Resulta incomprensible, por nula y
estúpida que sea la Oposición.
De modo que oficialmente nueve millones y medio de personas
serán más pobres y tendrán serias dificultades para
mantener un mínimo de vida digno en lo económico. Son los asesinados sociales. Los miserables que no
roban. Somos todos, los de ahora y los del inminente mañana. La vida se encarece bastante más de lo que reflejan o camuflan las cifras, pero el
pensionista cobrará menos. Es un lento
exterminio. Y sin embargo una buena parte les seguirá votando. España se ha convertido ya
claramente en el reino de los arriba y los de abajo. Los de arriba asesina a
los de abajo. Sin justificación ética o política alguna. Efectivamente
España no es un país para viejos. Ni para prejubilados ni jóvenes emigrados. Los mejores, los que no han robado sino
que han trabajado dejando sus vidas al servicio del capital, los limpios de
corazón, incluso los apolíticos, los que todavía echan miguitas a los pájaros o recogen las cacas de sus perrillos, mientras van a
la farmacia a pagar lo que no pueden, los que viven casi a oscuras porque no
les llega para pagar la luz, los que a pesar de todo ayudan a sus familias en
dificultad, aquéllos a quienes han lavado el
cerebro, en definitiva, los de abajo, ésos que son las víctimas de la indecencia del Gobierno, que es tan ruin que
arremete contra quienes sabe que no tienen capacidad de defenderse. Gracias a
estos tipejos, un pensionista es un pobre. Son los asesinados sociales. Y
todos, menos ellos, sabemos quiénes son los asesinos. ¿Pasaremos también esto, esta vileza, por alto?
¿Qué tiene que ocurrir para que España se rebele? ¿Estamos muertos? ¿Es posible que hayamos caído
en tal indolencia y falta de solidaridad? ¿Les seguiremos votando? ¿No han cruzado todas las rayas rojas de los
incumplimientos?
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