McCoy es uno de los analistas económicos más brillantes y
mejor informados de España. Sus artículos en El Confidencial, se esté o no de
acuerdo con todo lo que afirma, suelen ser rigurosos y siempre útiles, con
claves fundamentales para entender lo que sucede en la economía española. Pero,
como le suele pasar a quienes tienen servidumbres concretas con el sistema
económico y financiero, cuando se pone de por medio Podemos y la posibilidad de
que cambien algunas cosas importantes en España pierde la mesura y hasta la
educación. Le salta el chip y no sabe sino recurrir al insulto y a la zafiedad,
sin temor a mentir y a decir simplezas con tal de atacar como un lobo
hambriento a Podemos. La yugular de Pablo Iglesias y sus colegas cotiza bien en
el parqué de los medios que viven de los bancos y las grandes empresas y hay
que ir a por ellos como sea.
Como prueba de lo que digo, McCoy acaba de escribir un
artículo titulado Podemos enloquece: no a los planes privados de pensiones que
está lleno de mentiras y que oculta lo que de verdad hay detrás de la cuestión
que se debate.
El asunto viene porque en el programa de la coalición Unidos
Podemos se propone “la eliminación de los beneficios fiscales para la previsión
complementaria individual, como en el caso de los planes de pensiones
privados”.
El propio McCoy dice que “No se entiende muy bien el porqué
de esta medida”. Y como no la entiende ya dice que Podemos ha enloquecido.
Para justificar el insulto a unos 6 millones de personas que
votan a las fuerzas políticas que hacen esa propuesta, McCoy recurre a los
siguientes “argumentos” en su artículo:
1. Si se trata de “penalizar al rico, Iglesias y Garzón
yerran el tiro” porque “la contribución media del españolito de a pie se sitúa
en los 1.400 euros” y “No da la impresión, por tanto, de que sean los más
adinerados los que obtengan ventajas exclusivas por esta vía”.
2. La sostenibilidad del sistema público de pensiones está
“aritméticamente en duda”.
3. Lo que se debe hacer es abrir las ventajas fiscales “a
cualquier instrumento equivalente”. De este modo “sí que ayudarían a los
cotizantes actuales a tener un futuro mejor, y no prometiéndoles la utopía de
unas prestaciones que el paso del tiempo va a convertir en impagables”.
4.“Carteras de acciones, de fondos de inversión con el
correspondiente peaje fiscal, activos alternativos y hasta inmuebles podrían
servir a tal fin, siempre que se trate de un dinero inmovilizado para que el
titular pueda disfrutar de él cuando termine su vida laboral”.
5. “Se pueden vivir tragedias personales tremendas en un
futuro no muy lejano, cuando muchos descubran que donde no hay, no hay, y además
no se puede sacar”.
6. Todo lo anterior, dice McCoy, es “Palabra de patronal”.
Pues bien, al respecto de todas estas afirmaciones de McCoy
cabe señalar lo siguiente:
1. Miente McCoy cuando achaca solo a Podemos e Izquierda
Unida la propuesta porque la hacen una gran cantidad de expertos, mucho de
ellos en las antípodas ideológicas de esos partidos. Uno de los autores de un
estudio reciente del IESE sobre los fondos privados decía: “para que el
partícipe no obtenga buenas rentabilidades y sea desplumado a comisiones no es
preciso otorgar incentivos fiscales a estos instrumentos”. E incluso lo ha
propuesto la propia Unión Europea, quien afirmó que “La desgravación fiscal de
las contribuciones a planes de pensiones tiene efectos regresivos y falsea la
composición del ahorro”.
2. Miente McCoy cuando dice que no son los adinerados los que
más se benefician de esa ayuda fiscal. Esa desgravación, en contra de lo que
dice, es muy regresiva porque la ayuda aumenta a medida que aumenta el salario:
Ahorrar con planes de pensiones solo es rentable para quien gane más de 60.000
euros anuales, se decía en un artículo en El Economista nada sospechoso de
izquierdismo.
3. Miente McCoy cuando dice que solo apoyando a los planes de
ahorro privados van a tener los cotizantes actuales un futuro mejor. Se trata
de una de las grandes mentiras financieras que utilizan los partidarios de los
fondos privados para defender los intereses de las entidades financieras. Si
dentro de 20 o 30 o 40 años no hay ahorro para las pensiones públicas (por
ejemplo, como dicen, porque las sociedades habrán envejecido y no haya
suficientes cotizantes) tampoco lo podrá haber para las privadas. Eso es
indefectiblemente así porque las pensiones de cada momento se pagan con el
ahorro que haya en ese momento y si no hay ahorro para las públicas tampoco lo
habrá para las privadas.
4. Miente McCoy cuando dice que dinero del ahorro que la
gente deposita en planes privados está “inmovilizado para que el titular pueda
disfrutar de él cuando termine su vida laboral”. En realidad, está en continuo
movimiento porque las gestoras de esos fondos lo utilizan para llevar a cabo
inversiones. Y ese es el problema que no menciona McCoy porque esas
inversiones, casi siempre puramente especulativas, son arriesgadísimas, muy peligrosas,
de modo que continuamente provocan quiebras y que los ahorradores (sobre todo
los de menor aportación) pierdan sus fondos.
5. Miente McCoy cuando dice que las pensiones públicas son
las que se van a convertir en impagables mientras que los planes de ahorro
privado aseguran la pensión futura. La historia ha demostrado que los fondos
privados son los que más han quebrado y que millones de personas en todo el
mundo han perdido sus ahorros.
6. Miente también McCoy porque no menciona que la única rentabilidad
que proporcionan esos fondos es la que proviene de la desgravación fiscal. Como
señala el informe del IESE que he mencionado arriba, la rentabilidad media de
los fondos de pensiones privados en España entre 2008 y 2012 fue negativa en
términos reales (descontando la inflación), y de los 257 fondos con al menos 15
años de historia, únicamente tres lograron una rentabilidad media superior a
los bonos del Estado a 15 años.
7. Miente McCoy cuando dice que “La sostenibilidad del
sistema público de pensiones está aritméticamente en duda”. El sistema público
de pensiones esta políticamente en duda, eso sí, pero multitud de
investigadores han demostrado, aritméticamente como él dice, que puede ser
perfectamente viable y que, en todo caso, si predominan las circunstancias que
sus críticos aducen para ponerlo en duda entonces tampoco serán viables las
pensiones privadas salvo, lógicamente, para quienes sean suficientemente ricos
como para ahorrar a lo largo de su vida. Y, como hemos demostrado Vicenç Navarro
y yo en nuestro libro Lo que tienes que saber para que no te roben la pensión,
da la casualidad de que, con el paso del tiempo, se ha podido comprobar que
quienes defienden aritméticamente la insostenibilidad de las pensiones públicas
se han equivocado siempre, siempre, siempre en sus cálculos.
8. McCoy oculta la verdad cuando no dice que “la mitad de los
españoles no puede ahorrar más de 100 euros al mes” o que “un 44% sufre para
hacer frente a los pagos y tiene dificultades para llegar a fin de mes”. Es decir,
que nunca podrán generar los suficientes fondos a lo largo de su vida para
financiar una pensión privada cuando ya no trabajen.
9. McCoy solo dice la verdad cuando él mismo reconoce al
final de su artículo que sus palabras son “palabra de patronal”. Efectivamente,
su artículo es la palabra de la patronal de las entidades financieras que hacen
el agosto a base de cobrar comisiones a los ahorradores, algo que McCoy oculta.
En fin, McCoy se ha mostrado como uno más de esos liberales
que desprecian al Estado y a los impuestos pero que defiende que el Estado, es
decir, la inmensa mayoría de los españoles, sufrague un negocio privado que
despilfarra y que no tiene rentabilidad ni personal ni social, salvo para quien
lo gestiona.
Quien ha enloquecido no es Podemos ni Izquierda Unida, ni los
investigadores, ni la Unión Europea que también hacen la misma propuesta que
critica McCoy. Quien enloquece son periodistas e ideólogos como él que, con tal
de defender a los intereses de los más privilegiados, son capaces de tirar a la
basura la realidad de los hechos para atacar a base de insultos a los
compatriotas que no piensan como ellos.
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