Artículo de Juan Laborda en su blog en vozpopuli publicado con fecha 14/9/2016.
Si echamos una mirada en derredor
de nuestro país inmediatamente cunde el desánimo. La democracia está siendo
devorada desde dentro, a marchas aceleradas. Lo peor es que había señales de
advertencia, muy claras, pero las ignoramos. En la década de los 80 las élites
empezaron a fraguar el gran negocio, y de una manera muy sutil iban
perfeccionando su capacidad de presionar e influir, guiados por un instinto de
clase depredador y el diseño de una conspiración continua contra la ciudadanía,
contra la democracia. Ese proceso se ha acelerado tras la crisis sistémica de
2008. Mientras todo iba bien, y había algo que repartir a la plebe, más o menos
todo iba cuadrando. Pero cuando ya no hay nada que repartir y además se trata
de rescatar y ayudar a los que mandan la cosa cambia. Sale a la luz la gran
mentira.
La “superclase” hace tiempo que
decidió que la democracia era una amenaza para su riqueza y poder, y empezó a
maquinar como neutralizarla
La “superclase” hace tiempo que
decidió que la democracia era una amenaza para su riqueza y poder, y empezó a
maquinar como neutralizarla, obviamente sin dar la sensación de que lo estaba
haciendo. Hay que sustentar la apariencia externa de democracia, con el fin de
mantenernos tranquilos y entretenidos, a la vez que se elimina cualquier
sustancia de ella. En nuestro país, como en la inmensa mayoría de las
democracias de nuestro entorno, determinadas fundaciones, grandes corporaciones
e individuos profundamente ricos se dedican a financiar, directa o
indirectamente, centros de pensamiento que simplemente producen estudios con
resultados sesgados a su ideología y sus intereses. Pero ahora ya no hay
sutileza que valga, han entrado a saco en los grandes medios de comunicación
escritos y hablados, y en la mayoría de ellos, mediante un riego generoso de
euros, solo se da voz a aquellos que justifican lo que hay y que incluso hacen
que el sistema parezca hasta piadoso. Además si hace falta se les crea puestos
ad hoc.
Lo sustantivo es mantener todo
como está con el fin de continuar aplicando de manera sistemática aquellas
políticas distópicas empeñadas en reconstituir el sistema existente. El
objetivo no es otro que favorecer de manera permanente a la clase dominante.
Para eso, y por eso, el interés de la ciudadanía en participar en la vida
pública lo han rebautizado como "populismo mal informado”.
El fracaso del proceso de
selección natural
Desde un punto de vista
económico, para ayudar a encubrir este continuo latrocinio, se necesitaba un
determinado brillo intelectual atractivo. Así intelectuales públicos y
subvencionados fueron reclutados para convertir la globalización, el
neoliberalismo y el consenso de Washington en un sistema de creencias
teológicas. La ciencia sombría de la economía se convirtió en un milagro de la
fe. Wall Street y la City brillaban como la nueva tierra prometida, pero muy
pocos percibieron que aquellos ángeles que bailaban alrededor de sus cabezas eran
realmente chamanes. La codicia se transformó en una virtud.
Se ha evaporado más un 30% de la
riqueza promedio de las familias
Pero al final la inmensa mayoría
de la gente acabó perdiendo. Se ha evaporado más un 30% de la riqueza promedio
de las familias. Muchas familias no solo no han salido de la crisis, sino que
se adentran más profundamente en ella. Todavía tienen que cargar con una deuda
onerosa; sus salarios se ven menguados; y sus pensiones de jubilación futuras,
y aún no lo saben, serán anémicas. Todo esto fue cínicamente definido como una
mejora en el proceso de selección natural. Chorradas. Esta doctrina de
"progreso" nos lleva de nuevo a la selva.
En teoría política existe
suficiente literatura que advierte contra el poder de las facciones privilegiadas
para capturar la maquinaria de las democracias. Hay que desconfiar, incluso
detestar, el poder privado concentrado, y es necesario erigir salvaguardias
para evitar que éstos subviertan el principio moral y político básico de toda
democracia, y que debería comenzar así: "Nosotros, el pueblo". Pero
las hienas han acabado devorándonos. Las grandes empresas, esas que no pagan un
euro de impuestos, pobrecitas ellas, y sus colaboradores, generosamente regados
con dinero por doquier, han contado con el apoyo del establishment político
para legitimar una desigualdad creciente en la renta y riqueza, para proteger
las redes de privilegios y monopolios de las principales industrias. Una
mención especial merecen los medios de comunicación, en su mayoría quebrados,
pero generosamente financiados por la
superclase. Algunas editoriales de ciertos medios producen sonrojo.
Aquellos que defendían como algo
bueno la creciente desigualdad han fracasado, sus teorías, mitos y dioses son
falsos
Yo personalmente no dejo de sorprenderme
de cómo una pequeña facción privilegiada guiada por una codicia extrema, y
políticamente protegida, nos llevó al borde de una segunda Gran Depresión.
Para, a continuación, culpar gobierno, a los más débiles e indefensos, a los
menos formados, a los más pobres, y a los inmigrantes de nuestros problemas. Ya
saben cómo ha acabado todo, ellos más ricos y poderosos que nunca. Y la
ciudadanía perpleja y empobrecida. Pero ahora toca levantarse y actuar.
Aquellos que defendían como algo bueno la creciente desigualdad han fracasado,
sus teorías, mitos y dioses son falsos. Pero la sociedad debe reconocerlo y
“botarles”. Solo de esta manera podemos reiniciar la democracia.
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