Artículo de Jesús López-Medel en
periódico el diario de fecha 16 octubre 2016.
Son varios y abundantes los
asuntos en los que está implicado judicialmente el partido del Gobierno. Entre
ellos, está pendiente de celebrarse la vista oral del "caso
Bárcenas", en el que el magistrado instructor en la Audiencia Nacional
imputa a este partido numerosos delitos, entre ellos, el de "organización
criminal".
Mientras llega ese asunto, al
igual que el de la Púnica, se están celebrando las sesiones de otro escándalo
ético, jurídico y social donde se confirman muchas miserias (y también se
intenta tapar algunas): el caso Gürtel.
Lo que tiene lugar en la
Audiencia Nacional debe ser puesto en conexión con lo que está sucediendo en el
patio del vecino político de enfrente, que debería ser alternativa de Gobierno
y que, sin embargo, ha decidido no serlo para convertirse más bien en un
apéndice de la gran mafia con el fin de salvar las migajas o los restos del
naufragio.
El Partido Popular es, desde la época del
implacable Paco Álvarez Cascos, una organización que responde a un engranaje
muy sólido, de gran rocosidad e incapaz de plegarse ante grandes daños o
escándalos. Y esto lo han traslado a la sociedad.
Desde hace muchos años hablan de
la fortaleza de un partido "unido y cohesionado" (repiten como
latiguillo aunque dentro hay de todo, especialmente obedientes), con 800.000
militantes (dicen, pero las cifras reales permanecen ocultas); y, como digo,
casi invulnerable, incapaz de ceder ante unos hechos que evidencian un penoso
lastre moral y jurídico.
Son varios los dirigentes del PP
ya condenados a nivel autonómico por prevaricación y malversación. Y en otros
casos están siendo juzgados, ahora también a nivel nacional como en Gürtel,
donde son abundantes las pruebas de una presunta comisión de irregularidades de
financiación ilegal muy generalizada. Pero quiero acentuar que lo más execrable
es, sobre todo, que utilizasen su posición en las Administraciones Públicas
para, perjudicando el dinero de todos, sacar beneficio para el partido y, de
paso, para ellos personalmente.
Hace 26 años se produjo el
enjuiciamiento de los dos primeros tesoreros. El PP, con excelentes y serviles
conexiones en el ámbito judicial, consiguió hábilmente dar la vuelta al asunto
para salir indemne y acabar convirtiendo el asunto en un problema del
magistrado que osó enfrentarse al PP ("caso juez Manglano") en lugar
de un caso sobre el propio PP y su financiación. Finalmente, el Tribunal
Supremo acabó archivando el asunto por enredos jurídicos a pesar de la evidencia
y realidad de las grabaciones y pruebas.
Desde entonces, con un poder
extendido y consolidado en numerosos ayuntamientos, diputaciones provinciales y
comunidades autónomas, el PP ha ido beneficiándose de un clima de impunidad
propiciado por numerosos jueces que
fueron poco valientes o permeables (para no perjudicar sus posibilidades
de ascenso en un estamento muy conservador) y una Fiscalía poco activa. Igual
que la sociedad española ha sido muy condescendiente con la corrupción, también
lo ha sido la administración de Justicia.
Como el "nunca pasa
nada" y la avaricia no tuvo límites, las prácticas corruptas se
generalizaron y se extendieron por muchas regiones y localidades y acabaron
explosionando. En algunos casos tuvieron suerte y se taparon muy bien. Pero
otras eran tan burdas y reiterativas en su sistemática irregularidad que
acabaron saliendo a la luz.
Ahora se está juzgando el asunto
Gürtel, pero no debe olvidarse que este caso tiene que ver con actuaciones
protagonizadas por algunos de los mismos sujetos: Madrid y la podredumbre en
tiempos de Esperanza Aguirre (la política más cínica para muchos); Baleares,
vinculada a Jaume Matas, uno de los protegidos y ensalzados por Rajoy; o la
Comunidad Valenciana, con Camps a la cabeza y muchos otros caciques locales,
como la inefable Rita Barberá, otra gran protegida del líder faraónico
entusiasta de las alcachofas.
La sucesión de escándalos de
corrupción es contemplada con cierta hipocresía por buena parte de la sociedad
española y ha sido hábilmente manejada por Mariano Rajoy, que sabe de la amplia
tolerancia de la masa social. Una pequeña parte de su electorado dejó de votar
al PP hace un año pero, como decía, sólo fue una pequeña porción. La corrupción
estaba ya amortizada. Lo que sucedió posteriormente no les pasó factura en
junio y si hubiera elecciones en diciembre (parece descartado), los juicios
actuales a estas prácticas criminales no les harían perder ni un voto. Y si lo
pierden, ahí está Ciudadanos, el partido de Rivera.
Por eso resulta espeluznante que
ante un partido político con una causa general abierta y abundantes y
entrelazados casos y procesos de corrupción, su teórico rival (?) se preste, en
aras de la "gobernabilidad del país", a facilitar la continuidad de
Rajoy. Y que no disimulen. Cualquier fórmula que elijan, por muy teatral que
sea la puesta en escena, llevará a que siga de presidente del Gobierno quien
acumula, como líder del PP, los mayores casos de corrupción de la historia.
El PSOE es ciertamente un partido
desangrado por luchas fratricidas de poder, que no de ideas. Lamentablemente,
el desenlace final ya fue previsto. Perdone, paciente lector, una auto cita,
pero la previsión de que optasen por facilitar la continuidad del PP ya lo
expuse en tres artículos continuados en el mes de mayo: ‘El PSOE, de la falta
de identidad al suicidio', 'Autopsia
tras la encrucijada del PSOE' y un atrevido
'¿Si quieres PP vota PSOE?'.
Si esa previsión, hecha antes de
las elecciones, de que el PSOE facilitase con su voto la continuidad de Mariano
Rajoy era intensa para algunos y descalificaba los epítetos anteriores y
posteriores que desde Ferraz se dedicó a Génova ("indecente" le llamó
el último secretario general del PSOE), ahora algo lo agrava y debería causar
aún más frustración.
Es tremendo que el apoyo a la
continuidad del PP (vía abstención) se haga efectivo en este momento, cuando se
está celebrando, por fin, la vista oral de una parte importante de las
prácticas corruptas del partido en el poder. Todas ellas entrelazadas y no como
actuaciones aisladas.
Pero al mismo tiempo, también se
están juzgando algo más que las golferías de la histórica cúpula económica del
PP en Bankia, con el compañero de oposiciones de Aznar, Miguel Blesa, y Rodrigo
Rato a la cabeza, además de ex secretarios de Estado, gente próxima a ellos y
algún conmilitón sindicalista. Es un bochorno la lectura de en qué empleaban lo
que ahora llaman "retribución" y por la que, sin embargo, no
declaraban a Hacienda.
Mientras esto sucede, el PSOE se
rinde y renuncia, aún más, a sus principios históricos. Es desgarrador que
después de las incontables veces en que los socialistas han calificado al PP
como partido corrupto, sea en estos instantes, en pleno enjuiciamiento de las
vergüenzas de estas actuaciones, cuando venga el antaño partido de la oposición
(ahora perderá esa posición y quedará desubicado) a facilitar que siga Mariano
Rajoy.
Es muy triste que al esfuerzo y
convicciones de centenares de miles de personas que sintonizan con ideas
socialistas se encuentren ante esta gran decepción. Algunos ya vimos hace
tiempo esa deriva y el compadreo (si se me permite la expresión) de los dos
partidos históricos, que hacían, tras sus aparentemente luchas de poder, sus
repartos y cambalaches. Siempre por preservar "el sistema" que ellos
diseñaron y que cerraba las puertas a todo aire fresco, transparencia, equidad
y pensamiento prioritario en las necesidades de la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario