Artículo de Manuel Ballbé. Catedrático de Derecho Administrativo UAB. Publicado en el cuarto número 0 del semanario AHORA.
La enorme deuda alemana camuflada explica la
estrategia contra el sur de Europa, la de propagar intencionadamente
pánico financiero allí para lograr una huida masiva de capitales hacia
Alemania. Eso es lo que ha sucedido con Grecia.
Las recientes declaraciones del presidente de la
Comisión Europea, Jean Claude Jüncker, en las que afirmó que “la troika atentó
contra la dignidad de Grecia” y admitió que “la troika es poco democrática”,
suponen el reconocimiento de la perversión de utilizar el descrédito como
arma arrojadiza. En el futuro no debe descartarse que el derecho y los
tribunales sean la última salida para poner orden en este “mercado caníbal”;
este problema no es sólo político y económico sino jurídico, y se debe encauzar
en los tribunales como el de la UE o el Tribunal Judicial de la OMC (Appellate
Body), una instancia a la que Grecia debería recurrir de inmediato.
Como se muestra en la tradición jurídica
norteamericana, contra los abusos de posición dominante de las grandes
corporaciones y la protección de la democracia económica a través del derecho
de la competencia y la garantía de los derechos de las minorías, las cuestiones
económicas no se dirimen solo en el ámbito político y financiero, sino
fundamentalmente en el judicial. Hay que recordar que los jueces, en el
siglo XIX, ya anulaban los derechos de acreedores si actuaban con finalidad especulativa
desestabilizadora.
Es la vieja y efectiva estrategia de los grupos
activistas norteamericanos de movilización, pero también por la vía
judicial, bajo el principio de “regulation through litigation”, es
decir, litigar para conseguir el reconocimiento de nuevos derechos de las
minorías discriminadas. En este caso para frenar el abuso de los poderes
bancarios, bajo una hegemonía alemana, que ha atacado a un pequeño gran país
como Grecia, como ha reconocido Juncker;
La estrategia de propiciar la fuga de capitales del
sur de Europa al norte se debe a una realidad incontestable, que los
economistas siguen sin documentar y denunciar: la enorme deuda alemana
camuflada, provocada por la quiebra de algunos de los bancos más importantes de
Alemania, que el propio Bundesbank, en 2012, reconocía que fue causada por “los
pasados excesos de los grandes bancos alemanes en su actividad internacional”.
El Dresdner Bank, el segundo del país quebró en 2009,
y fue absorbido por el tercero, el Commerzbank, que el gobierno Merkel
nacionalizó a su vez en un 25% y lo rescató inicialmente con 100.000 millones
de euros.
El cuarto banco de Alemania, el Hypo Real Estate,
quebró estrepitosamente. Hoy cuando se anuncia su privatización, sabemos
que en este banco se inyectaron, según el periódico económico alemán Handselblatt,
200.000 millones de euros para reflotarlo, que evidentemente sufragaron los
trabajadores alemanes, pero también los capitales que fueron forzados a huir
desde el sur de Europa hacia Alemania, cuando se tramó la campaña de descrédito
contra Grecia y el más que anuncio de su salida del euro.
Todas estas quiebras de facto y rescates tuvieron
lugar sin ninguna transparencia y sólo se dieron a conocer en 2012 “por
la filtración del informe confidencial del supervisor financiero alemán,
el BaFin, confirmado por otro de Merrill Lynch, que valoraban en 800.000
millones los activos tóxicos del país en 2009.
El informe de Moody’s sobre los bancos alemanes de 6
de junio de 2012 describía el problema de una fuerte descapitalización y
riesgo de liquidez de los mismos, pero mantenía su rating porque consideraba,
en una coletilla sorprendente, que había “una alta probabilidad de un apoyo
externo proveniente de múltiples fuentes, como típicamente es asequible para el
sector público bancario alemán”.
Precisamente en ese mismo momento, Bloomberg reflejaba
el 12 de junio de 2012 la efectividad de la amenaza de expulsión del euro a
Grecia y de la propagación de pánico financiero en beneficio de Alemania con un
ilustrativo título: “La fuga de capitales deja a los bancos alemanes inundados
de depósitos baratos”. Y precisaba que en un año “los depósitos en
Alemana se incrementaron en un 4,4% hasta los 2,17 billones de euros, mientras
que los depósitos en España, Grecia e Irlanda se encogieron un 6,5% hasta 1,2
billones de euros en el mismo período, incluyendo el 16% que bajaron en
Grecia”. Y precisaba que “sólo en 6 meses el Deutsche Bank ingresó 5.000
millones de euros de depositantes del sur y el Commerzbank 7.000 en el primer
trimestre del 2012”.
Pero todavía más importante, destacaba Bloomberg:
“También recibieron 20.000 millones de euros los bancos alemanes en el
exterior”, especialmente en Suiza y Luxemburgo, como el Commerzbank
Internacional SA de Luxemburgo (CISAL).
Los economistas no se han ocupado de aflorar todos
estos datos decisivos para hacer un diagnóstico y entender el porqué de una
política de austeridad impuesta al sur, que articula un ataque
especulativo propiciando pánico financiero para que el gran capital acumulado
en el sur fuera deslocalizado “voluntariamente” a los bancos del norte.
Ahora también sabemos que el Deutsche Bank, “estaba
horriblemente descapitalizado, debido a la alta exposición que tiene en el
Mercado de Derivados” (casino desregulado y privatizado), como alertó
Hoeing, vicepresidente de la Federal Deposits Insurance
Corporation y exmiembro de la Reserva Federal, el 14 de junio de 2013.
Con el escándalo LuxLeaks también se ha descubierto
que el Deutsche Bank residía en el paraíso fiscal de Luxemburgo; durante
todos estos años no habría pagado el impuesto de sociedades, mientras los demás
bancos (griegos y españoles, por ejemplo) que competían con él, tenían que
soportar esta más que desleal competencia.
En estos momentos el Deutsche Bank se enfrenta a una
avalancha de investigaciones criminales y civiles impulsadas por la
Fiscalía de EEUU, por su implicación en el cártel que manipuló el
Líbor-Euríbor y del Forex (Mercado de Divisas), así como por su participación
en las hipotecas basura. Estos días también se enfrenta al riesgo de no superar
el primer stress test al que se somete en Estados Unidos. Para hacer
frente a todas estas investigaciones tiene previsto nombrar al conocido
penalista Steven F. Reich como Consejero General del Deutsche Bank para
América.
También el Commerzbank, segundo banco alemán
seminacionalizado, se enfrenta a la temida Securities and Commodities
Fraud Task Force de Nueva York, que la investiga por presunto lavado de
dinero.
Todos estos métodos tan poco ortodoxos de la banca
alemana nos confirman que la imposición de austeridad tenía un componente claro
de dominación incluso política, y que provocar pánico financiero les servía
para rellenar el agujero existente en sus propios bancos, provocado por lo que
fue la causa de la crisis financiera mundial: el mercado de derivados,
desregulado y privatizado desde el año 2000, en manos de un cártel de
trece megabancos, entre ellos el Deutsche Bank.
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