Artículo de Juan Torres López en Nueva Tribuna de fecha 24 de Enero de 2016
La solución de Smith es la que muchos economistas y
asociaciones cívicas como ATTAC venimos proponiendo desde hace años: establecer
una tasa sobre una parte de la economía que hasta ahora está prácticamente
exenta de cualquier tipo de gravamen, las transacciones financieras
Los grandes medios de comunicación solo se suelen hacer eco
de los dos o tres candidatos presidenciales que tienen el apoyo de los poderes
económicos y financieros de Estados Unidos. Pero cuando se celebran allí
elecciones suelen presentarse también otros candidatos a veces con propuestas
realmente interesantes, como ahora ocurre con Scott Smith. En su página web
hace una propuesta tan fácil como efectiva y revolucionaria para evitar que el
gobierno siga generando déficits multimillonarios y una deuda que aumenta cada
año sin necesidad de que las empresas y personas físicas sigan pagando
impuestos para financiarlos.
La idea, expuesta de la manera más sencilla es la siguiente,
tal y como él la expone en su web.
El presupuesto federal de Estados Unidos es de 3,9 billones
(españoles, es decir, millones de millones) de dólares.
La renta personal en Estados Unidos es de unos 15 billones de
dólares, de modo que tratar de financiar con ella los 3,9 billones del
presupuesto obliga a establecer altos impuestos o a incurrir en grandes
déficits.
La solución de Smith es la que muchos economistas y
asociaciones cívicas como ATTAC venimos proponiendo desde hace años: establecer
una tasa sobre una parte de la economía que hasta ahora está prácticamente
exenta de cualquier tipo de gravamen, las transacciones financieras.
Las cuentas de Scott Smith para Estados Unidos son muy
sencillas.
Según las estadísticas internacionales, el volumen de
transacciones financieras de la economía estadounidense era de 4.456 billones
de dólares en 2013 (sería fácil demostrar que en realidad es mayor, porque esas
cifras suelen estar infravaloradas, pero podemos dejar las cosas así).
Eso significa, por tanto, que para financiar los 3,9 billones
del gasto presupuestario haría falta exactamente el 0.0875%del total de las
transacciones financieras (esa es la proporción que 3,9 billones representa de
4.456 billones). Es decir, que (redondeando) con una simple tasa del 0,1% sobre
todas las transacciones financieras ya no sería necesario que ni las personas
ni las empresas pagaran impuestos para financiar el gasto público (compárese
ese 0,1% con el porcentaje que cada uno de ustedes paga de impuestos sobre su
renta).
Lógicamente, esta misma propuesta se podría aplicar en
Europa, en España y para el mundo en su conjunto y su efecto sería inmediato y
de una eficacia impresionante. Valgan tres de ejemplos.
– El stock
de deuda pública actual en todo el mundo es de 58 billones de dólares.
– El gasto
público mundial anual es de unos 20 billones de dólares.
– La financiación establecida en la reciente cumbre de París
para hacer frente al cambio climático fue de 100.000 millones de dólares al
año.
Por otro lado, de los datos del Banco Internacional de Pagos
se deduce, según una estimación bastante conservadora, que el volumen total de
transacciones financieras en el mundo es de unos 11.000 billones de dólares.
Eso quiere
decir que:
a) Toda la deuda acumulada en el mundo se financiaría con una
tasa única (un solo año) del 0,5% del total las transacciones financieras (58
billones/11.000 billones x 100).
b) El gasto público mundial se financiaría con una tasa anual
del 0,2% de todas las transacciones financieras (20 billones/11.000 billones x
100) y prácticamente ya no haría falta ningún otro impuesto.
c) La lucha contra el cambio climático se podría financiar
anualmente con una tasa del 0,0001% del total de las transacciones financieras
internacionales.
Naturalmente, establecer en todo el mundo una tasa de este
tipo y sobre una base amplia de las transacciones financieras conlleva
complicaciones pero desde luego no mayores que las que implica mantener los
sistemas fiscales actuales en todos los países. Además, con ella se ahorraría
mucho dinero en personal y en gastos de administración, y nadie podría decir
que se está estableciendo una medida confiscatoria o ni siquiera que atente
contra el funcionamiento del sistema. Hablamos de un porcentaje verdaderamente
ridículo.
¿Por qué no se adopta entonces? El candidato a la presidencia
de Estados Unidos Scott Smith dice que es porque hacemos frente a problemas del
siglo XXI con instrumentos del siglo XIX. Lleva razón, pero yo creo que también
se rechaza porque los poderosos que gobiernan el mundo no quieren ceder ni un
céntimo. Lo quieren todo. Y también porque, en realidad, lo que les preocupa no
es que haya más o menos impuestos sino que, gracias a la fórmula que acabo de
explicar todos los seres humanos pudieran ejercer sus derechos, informarse,
estudiar y conocer, el mundo sin ser esclavas día a día de la necesidad.
En cualquier caso, que nadie se confunda. La propuesta que
acabo de hacer muestra que los problemas de déficits y deuda pública
gigantescos que tienen las economías no se solucionan porque no se quiere pero
eso no quiere decir que, incluso si se resolviesen por la forma que propongo,
estuviese ya todo solucionado. Seguiría habiendo una predomino letal de la
actividad financiera que antes o después acaba con la creación de riqueza que
satisface nuestras necesidades y quedaría pendiente resolver otros muchos
problemas. Sobre todo el fundamental de cómo generar los ingresos básicos para
poder organizar la vida económica sin provocar los desequilibrios e injusticias
que ahora hay. Y hay que tener en cuenta, además, que los impuestos no son
útiles solo para recaudar sino también para redistribuir la renta y la riqueza
y para incentivar o desincentivar determinadas actividades. Pero de eso
hablaremos otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario