Artículo de Vicenç Navarro | Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad
Pompeu Fabra, publicado en nuevatribuna.es
con fecha 30 Noviembre 2011
Lo más indignante de la enorme
crisis que está sufriendo la Eurozona es que
todo lo que ocurre podría haberse evitado, y no se ha
evitado porque el sistema financiero de tal área
monetaria se diseñó para optimizar los intereses
del poder financiero –y muy en especial de la banca-
a costa del poder de la ciudadanía, cuyo único instrumento que podía
protegerles, el Estado, fue debilitado para impedir que pudiera ayudar a la
población.
Si el lector cree que estoy equivocado, le aconsejo que lea
los documentos que establecieron el Banco Central Europeo (BCE), que estudie la
reglamentación de tal organismo y que mire
los documentos producidos por tal institución.
Cuando el BCE se estableció,
la banca alemana puso una serie de condiciones para que el marco alemán fuera sustituido por el euro, condiciones que
favorecieron sus intereses a costa de la población
de los países miembros de la Eurozona.
La mayoría de estas condiciones fueron
aceptadas.
Una de ellas era que el BCE, en contra de lo que hacen los
bancos centrales, no podía ayudar a los Estados
miembros de la Eurozona comprándoles su deuda pública. Esto es lo que hace cualquier banco central cuando
la deuda pública de su país está sujeta a los ataques de los
mercados financieros especulativos.
El banco central imprime dinero y compra deuda pública de su Estado. Y con ello se fuerza que los intereses
de la deuda bajen.
El BCE tiene prohibido hacer esto. Imprime dinero y se lo
transfiere a los bancos para que sean ellos los que compren deuda pública. A éstos les interesa que los
intereses de tal deuda pública sean elevados.
Y mientras tanto, los Estados están totalmente desprotegidos, ya que no pueden defender su
deuda pública frente a los ataques
especulativos. Y así ha ido ocurriendo país tras país. No hay país que tenga su deuda pública a salvo.
Ni siquiera Alemania, como estamos viendo estos días. La manera de construir el euro es equivalente a que en
EEUU se hubiera establecido el dólar sin un Estado federal y
sin un banco central.
El dólar y la deuda pública de los Estados se hubieran colapsado. Y esto es lo
que está ocurriendo en la Eurozona. Éste es el primer problema, que podía haberse evitado si el BCE hubiera actuado como un banco
central que, en contra de lo que anuncia su nombre, no lo es.
El segundo problema es que cuando lo ha hecho, forzado por
el posible colapso de la deuda pública (que habría afectado negativamente a los bancos privados que poseen
la deuda pública del Estado, en
dificultades), lo ha hecho en cantidades muy menores y a posteriori, no a
priori.
Es decir, no se ha comunicado a los mercados que el BCE
ayudaría y apoyaría la deuda pública (tal como hace el banco
central estadounidense, el Federal Reserve Board), sino que ha comprado la
deuda pública de los países en dificultades (ahora España e Italia) después, y no antes, de que los
intereses se disparasen, conllevando un coste elevadísimo al país. Es más, lo hace sin anunciarlo, y a posteriori.
Según las declaraciones de
miembros del consejo directivo del BCE, esta organización se ha comprometido a comprar deuda pública, unos 20.000 millones de euros a la semana, una
cantidad menor, en comparación con la cantidad que sería necesaria. El BCE, que es el que imprime moneda, podría comprar cantidades mucho mayores.
El que no lo haga es debido a que su mayor objetivo es el
objetivo de la banca: que no aumente la inflación,
pues si existe mucha moneda circulando podría
aumentar la inflación.
Pero la inflación no es en este momento un
problema mayor en la Eurozona.
El mayor problema es el bajo crecimiento económico. Pero el BCE da prioridad al control de la inflación (que es lo que desea la banca) sobre el crecimiento económico (que es lo que necesita la población).
Pero la aplicación de tales medidas
excepcionales del BCE (la compra silenciosa de la deuda pública en cantidades menores) no está resolviendo la situación.
Y mientras, el posible colapso de la deuda pública de algunos países puede crear un colapso de
la banca alemana y francesa (que tienen gran parte de los bonos públicos) e indirectamente de toda la banca europea
internacional.
Los bancos alemanes y franceses poseen nada menos que
265.000 millones de euros de deuda pública. De ahí que la deuda pública de tales países no puede colapsarse. Y de ahí también que sea un absurdo creerse
que el gobierno alemán intente expulsar a Grecia
del euro. Es lo último que desea.
Como consecuencia, el BCE se encuentra en un dilema.
Su lealtad a la banca alemana le hace pensar que algo debe
hacerse para impedir que Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia no puedan pagar a los bancos lo que les deben, que
ha alcanzado niveles astronómicos.
Pero por otra parte, no quiere cambiar su norma de que el
BCE no puede ayudar sistemáticamente a los Estados y a su
deuda pública.
La solución a este dilema ya estaba
proveída en su constitución. En su artículo 23 indica que el BCE
puede prestar a instituciones internacionales (léase
el Fondo Monetario Internacional, otro portavoz de la banca, FMI) lo que llama “ayuda” a los Estados de países terceros. Y esto es lo que está pensando hacer.
El BCE prestará dinero al FMI para que éste “ayude” a los Estados a que paguen a los bancos, siempre y cuando
estos Estados acepten condiciones leoninas, que consisten en un ataque frontal
al mundo del trabajo y a la protección social (todo ello, en teoría, para aumentar la competitividad), aunque en la práctica su intento es desmantelar las transferencias públicas (como las pensiones) y los servicios públicos (como la sanidad) para privatizarlos, permitiendo la
entrada del capital financiero en tales sectores.
Lo que está ocurriendo en España, con la reducción del gasto social en sanidad,
educación y pensiones (entre otros),
es el intento de expandir el sector privado en pensiones y sanidad.
En estos dos últimos sectores, por ejemplo,
las aseguradoras privadas, dependientes de la banca, está beneficiándose de los recortes
realizados en estos ámbitos.
A todo eso. ..viene la pregunta mia..hay alguien que se beneficia de todas esas ganancias, , alguna persona en concreto? Y si es así, para que necesita tanto dinero en su bolsillo o mejor dicho en su cuenta corriente? Será por que para poder comer bien saludable el/a, sus familiares y primos etc...necesitan miles de millones de euros? Acaso cuanto se necesita de dinero para dar la vuelta al mando y experimentar todo lo que se pueda disfrutar de la vida, ..de verdad se necesita millones de euros? Hmm,, ,mientras una persona normal con un coche normal y tener un dinerillo para salir a comer dos veces a la semana de casa necesita apenas un par de cientos de euros (igual me paso), y seria genial no!?
ResponderEliminarPues a donde quería llegar es que esas personas son avariciosas y les gusta a hacer daño a los demás o quizás lo que necesita es construir un pais propio o mejor lo preguntamos al beneficiario de todas esas ganancias y malas políticas(a nuestro juicio de millones de personas), que perfectamente sabemos como se LLAMA?!