Artículo de Juan Torres López publicado con fecha 21
mayo 2013, en Público.
El martes, 28 de mayo, llegaron a España los llamados hombres de negro, los inspectores de la
troika que vienen a dilucidar si todo marcha como se debe para que los bancos
españoles puedan seguir recuperándose en beneficio final de los de Alemania y de otros países europeos.
Revisten su visita como una evaluación del ajuste que precisa nuestra economía a través de las reformas que, como ya
es bien sabido, consisten en dar facilidades y ayudas a la banca, en salarios y
pensiones más bajos, gasto social más reducido y privatizaciones de servicios públicos. La crisis es la excusa, y como con esas medidas será imposible que salgamos de ella, ya lo estamos viendo, dirán que las medidas adoptadas van por el buen camino pero que
son aún insuficientes y que hay que
seguir profundizando en ellas. Más de lo mismo para conseguir
lo de siempre, que ganen los de arriba a costa de casi todos.
Actúan al unísono y siempre que hablan concitan el aplauso y el apoyo de
las grandes patronales y de los banqueros. Es lo normal, cada uno son una cosa
pero todos ellos vienen a ser lo mismo: el dinero organizado. De quien dijo el
presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, que no era precisamente
un izquierdista, que estar gobernado por él era más peligroso que estarlo por el crimen organizado.
Y llevaba razón, como podemos comprobar fácilmente en nuestros días contemplando lo que las
autoridades europeas están llevando a cabo entre
nosotros, un verdadero crimen del dinero organizado contra los pueblos.
¿Cómo calificar de otro modo, por ejemplo, a permitir que
bancos privados como Citigroup, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Bank of America,
Barclays PLC, Bear Sterns, Goldman Sachs, Royal Bank of Scotland, JP Morgan
Chase, Deutsche Bank, UBS, Credit Suisse, Lehman Brothers, Bank of Scotland,
BNP Paribas, Santander, BBVA…, entre otros, pudieran llegar
a financiarse cuando estaban en dificultades al 0,01% mientras que los países se arruinan porque sus gobiernos tienen que hacerlo
incluso al 50%, es decir, con intereses 5.000 veces más caros?
No exagero. La Reserva Federal de Estados Unidos llegó a proporcionar en secreto, entre el 1 de Diciembre de 2007
y el 21 de Julio de 2010, 1,2 billones de dólares
(digo bien, 1,2 millones de millones) al 0,01% a algunos de los principales
bancos del mundo. Y al 50% tuvo que colocar Grecia deuda pública a dos años en septiembre de 2011.
Incluso con tipos más reducidos la desproporción es abismal.
Hace unos días, el Tesoro español colocó en el mercado títulos al 4,45%. Un interés
que ahora se considera bajo pero que, incluso así,
es 445 veces más elevado que el 0,01%
mencionado o 9 veces más caro que el 0,5% al que el
Banco Central Europeo da actualmente a los bancos privados todo el dinero que
le pidan.
¿Cómo no va a ser astronómica la deuda pública de gobiernos que se tienen que financiar a esos
intereses tan elevados?
¿Y cómo calificar, sino como un crimen, que se les obligue a
hacerlo llevándolos a la ruina, cuando podrían financiarse, al menos, en igualdad de condiciones que
los bancos privados?
Si dicen que la deuda pública
es tan perjudicial ¿por qué dejan que suba y suba a base de añadir intereses y de más deuda para pagarlos, cuando
los déficits primarios (es decir, la
diferencia entre ingresos y gastos del estado sin los intereses) son realmente
reducidos, si es que se registran?
¿Cómo no calificar de crimen las sanciones y medidas que condenan
a la miseria a países que han visto subir por
las nubes su deuda pública simplemente por el hecho
de tener que pagar intereses mucho más elevados que los bancos
privados, y al mismo tiempo regalarle el dinero a éstos, que son los que
provocaron la crisis que hundió los ingresos de los estados?
Acabemos ya con las mentiras y engaños y hablemos claro. La deuda pública no es el resultado de los gastos excesivos que obliga
a recortarlos para poder hacerle frente y purgar nuestros excesos, al haber
vivido por encima de nuestras posibilidades, como nos vienen diciendo.
Si los saldos presupuestarios primarios de los países europeos se hubieran venido financiando con la misma
generosidad con que se financia a los bancos privados la deuda pública sería hoy día mínima y no supondría problema alguno para casi ningún país. Ha crecido tanto solo y
exclusivamente por la cuantía de los intereses financieros
que hay que pagar desde que los gobiernos dejaron de ser financiados por los
bancos centrales a interés nulo o minúsculo.
La deuda pública de ahora en Europa (como
antes en otros pueblos), no es sino el crimen contra los pueblos cometido por
el dinero organizado del que hablaba Roosevelt. Se acordó que los gobiernos no se financiaran por los bancos
centrales (que podrían financiarlos a interés prácticamente nulo como a la
banca privada) para que poco a poco estallara la deuda pública, justificando las privatizaciones, al mismo tiempo
que los bancos privados hacían el agosto prestando a los
estados (reciben actualmente en concepto de intereses más de 350.000 millones de euros anuales en Europa).
Para cubrir las espaldas de esa estafa, los economistas
neoliberales afirman que si los bancos centrales hubieran seguido financiando
sin coste a los gobiernos la inflación se hubiera disparado. Un
juicio sin fundamento. Equivale a decir que una deuda del 90% del PIB, o mucho
más, al 5% o incluso a tipos más elevados no crea inflación
y otra del 5% del PIB (la que tendría ahora Francia si se hubiera
seguido financiando por su banco central desde 1973) o del 15% del PIB (la que
tendría España si desde 1989 lo hubiera hecho al 1%) sí la genera. Una patraña.
Financiando sin interés, o al interés reducido al que se presta a la banca privada, la deuda pública sería hoy minúscula incluso con el mal gasto que hayan podido realizar
los gobiernos. Y lo sería mucho menor si, además, se gastase todo lo bien que se debe y sin ningún tipo de despilfarro. Y mientras que el crecimiento del
gasto primario se mantuviese dentro de los márgenes
del crecimiento de las economías y se asegurase demanda
efectiva suficiente, no tendría que llevar consigo inflación. No hay, pues, nada que impida financiar sin interés a los gobiernos, una vez establecidas medidas elementales
de cautela muy diferentes de las establecidas en la Unión Europea para justificar el status actual de la banca
privada. Nada, salvo el querer mantener el privilegio que tiene ésta última.
Por eso es claro que seguir obligando a que los estados se
financien con intereses elevados solo es una estrategia destinada a justificar
el control salarial, la privatización progresiva de los servicios
públicos y, en suma, a
esclavizar a los pueblos. Es un proyecto perfectamente urdido para aumentar
artificialmente la deuda que destroza sociedades y acaba con miles de vidas
humanas. Un auténtico crimen organizado que
perpetran, entre otros, los hombres de negro que pronto nos visitarán.
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