Artículo en
Público de HENRIQUE MARIÑO de fecha 12/06/2013
El corresponsal de 'La Vanguardia' en Berlín, Rafael
Poch, autor de 'La quinta Alemania' (Icaria).
Vivió durante dos décadas en Moscú y Pekín, donde
ejerció como corresponsal del diario La Vanguardia, antes de instalarse
en Berlín. Allí ha sido testigo de cómo la canciller, Angela Merkel, está
exportando a la Europa mediterránea el "experimento alemán", iniciado
por Helmut Kohl en la RDA y, tras la reunificación, extendido por Gerhard
Schröder a lo que había sido la Alemania Occidental.
Básicamente, ha consistido en dinamitar el sistema
socio-laboral, aprovechando el shock que ha supuesto la crisis para la
ciudadanía, y en imponer el pacto fiscal y el tope de deuda. Rafael
Poch (Barcelona, 1956) explica la forja de este modelo en su último libro, La
quinta Alemania (Icaria), escrito a tres manos junto a Ángel
Ferrero y Carmela Negrete.
Merkel es la diana de las críticas de los países del
sur por someterlos a la austeridad, pero usted sostiene que las primeras
víctimas han sido los propios ciudadanos alemanes.
Ha sido un movimiento en tres tiempos, que parte de la
reunificación. En primer lugar, Alemania llegó tarde al proceso que se conoce
como Gran Divergencia o Gran Desigualdad. Es decir, a lo que en el mundo
anglosajón comenzó a finales de los setenta, con Carter y Reagan en Estados
Unidos y con Thatcher en Reino Unido, y que más tarde se exportó de una u otra
forma al resto de Europa. En esa operación, Alemania se retrasó porque estaba
en primera línea de la Guerra Fría y tenía enfrente una Alemania alternativa,
la RDA, con la que mantenía una competición en lo social. La RFA debía serlo
tanto como su enemigo histórico, lo que condicionó al establishment y
determinó la economía social de mercado. En 1990, eso se disuelve, por lo que
el poder se siente con las manos libres y decide ponerse a tono rápidamente con
el resto del mundo. El problema es que esto lo empieza a aplicar en el Este,
donde se produce un desmonte industrial sin precedentes y se aplican nuevas
relaciones laborales. Y, al mismo tiempo, se gasta una ingente cantidad de dinero,
unos dos billones de euros, en la absorción de la RDA. Un fardo que lastra la
economía y la política alemana.
"Los
asalariados alemanes sufren mucho y sólo salen ganando los ricos"
Diez años después, en 2000, entramos en el segundo
momento de esta operación. Por un lado, la Estrategia de Lisboa de la UE, que
es una agenda neoliberal para Europa. Por otro, tres años después, la Agenda
2010 del canciller socialdemócrata Schröder, que extiende al conjunto de
Alemania las relaciones laborales que se habían introducido ya en el Este,
basadas en la precariedad.
Esto nos lleva a la eurocrisis actual y, con Merkel,
llegamos al tercer episodio, cuando Alemania exporta al resto de Europa esa
agenda como modelo, en el contexto de la crisis.
Y, en el camino, los alemanes también han salido
perdiendo.
Los asalariados sufren mucho en este proceso y salen
ganando los ricos y las grandes empresas. Al mismo tiempo, con esta agenda se
consigue una competitividad (que no ha sido lograda a base de productividad e
innovación sino de recortar costes salariales, lo que se llama dumping salarial)
que deja fuera de juego al resto de las economías de Europa. Después de
Maastricht, ya no estamos en un marco de economías nacionales sino en un
mercado común con una moneda única. Por tanto, tú ya no puedes practicar una
política económica nacional (por ejemplo, el citado dumping salarial)
sin perjudicar a tus socios.
¿Han terminado pagando España, Grecia y Portugal el
alto coste de la reunificación alemana?
Indirectamente, sí. El enorme gasto de la
reunificación fue uno de los grandes elementos que determinaron que Alemania
practicara una política económica y monetaria muy agresiva.
¿Es tal el "milagro del empleo alemán" o
responde a la proliferación de trabajos precarios, mal pagados y a tiempo
parcial? ¿Cuajará la fórmula en España?
En Alemania no ha habido ningún milagro del empleo,
aunque el Gobierno lo airea así. Medido en horas, se trabaja lo mismo que en
1990. No hay más trabajo sino que se ha repartido entre más gente. Al precarizarse,
con esos sueldos tan exiguos esos ciudadanos no llegan a fin de mes y viven en
parte de los salarios y, muchos de ellos, de las ayudas sociales. Es un estadio
posiblemente mejor que el paro, pero no es un modelo.
"En
Alemania no ha habido ningún milagro del empleo sino que el trabajo se ha
precarizado y repartido entre más gente"
¿Se puede trasladar éste a España? Bueno, es como
comparar peras con manzanas. Alemania es una economía industrial y exportadora
muy potente que ha podido plantear una estrategia de este tipo, errónea o no.
En España se está recortando en nombre de pagar las deudas de los bancos, no
hay ninguna estrategia detrás.
Respecto al futuro de los minijobs en España
(entendidos como explotación, bajo salario y feudalismo laboral), ya los
teníamos antes de todo esto. Le están poniendo nombre a una relación laboral
que en España es tradicional.
Si Alemania aprieta, las exportaciones al resto de
países de la UE se ahogan. ¿Cómo ha previsto su Gobierno vadear este problema?
Lo que ha dejado de vender en el sur de Europa lo ha
compensado con creces en los BRICS, en Estados Unidos y en Europa del Este. Si
la coyuntura global no se enfría, puede funcionar, pero como ocurra las
exportaciones pueden hundirse con facilidad. En China ya hay síntomas de ello y
en el resto del mundo la situación es incierta.
Paralelamente, la pérdida del poder adquisitivo en la
propia Alemania frena las importaciones desde los países del sur.
No todo el trabajo está precarizado. El sector
exportador alemán, las joyas de la corona, siguen teniendo unas relaciones
laborales decentes. Lo que pasa es que se ha creado un segundo mercado laboral
enorme, sobre todo en el sector servicios. Ahí es donde realmente la gente está
muy mal pagada y, por lo tanto, son malos consumidores. Por eso el consumo
interno alemán es raquítico y no tiene ningún efecto de arrastre sobre el resto
de Europa, siendo el país más poblado de la zona euro. La precarización laboral
tiene consecuencias en la configuración general de la economía: bajo consumo,
compra de productos baratos y, por extensión, fabricación de artículos con poco
valor añadido. Esto está empezando, pero tiene un gran futuro a medio y largo
plazo.
¿Cree que los mensajes apocalípticos de los
gobernantes alemanes o españoles respecto a la insostenibilidad de los
servicios sociales responden a una campaña propagandística?
"Las
situaciones de gran desconcierto social son idóneas para imponer agendas
impopulares"
Totalmente. La financiación de los servicios sociales
bebe de diversas fuentes: la situación demográfica, la productividad, el
sistema fiscal... La ideología neoliberal pretende anularlos, sólo se fija en
la demografía menguante y, a partir de ahí, saca conclusiones definitivas. En
este contexto, hay que recordar que el estado social europeo nació y se
desarrolló en una época histórica en la que la pirámide social europea conoció
el mayor envejecimiento de la historia.
¿Podría la canciller llevar a cabo lo que ha venido a
llamarse como "austericidio" sin el shock de la crisis?
Las situaciones de gran desconcierto social son
idóneas para imponer agendas impopulares. A una sociedad paralizada, que no
sabe y asustada es muy fácil venderle ese discurso: "Recortamos porque hay
consideraciones de fuerza mayor y no queda otra alternativa".
El crédito alemán alimentó la burbuja del ladrillo.
¿En qué medida es Berlín responsable, dado que conocía en qué se iba a invertir
el dinero que prestaba, de la crisis económica en España?
"Tenemos
un sistema financiero internacional absolutamente insostenible e
injusto"
El problema es convertir una situación sistémica (o
sea, un sistema ladrón y totalmente pasado de rosca como era y sigue siendo el
sistema financiero internacional) en una cuestión de peleas entre naciones: las
que hacen bien las cosas y las que las hacen mal. Este discurso nacionalista o
nacional-populista es la alternativa a reconocer la realidad. Hay que afrontar
que tenemos un sistema financiero internacional absolutamente insostenible e
injusto.
Los españoles creamos la burbuja, que era lo que
Franco nos enseñó a hacer y hemos seguido haciendo desde el posfranquismo hasta
hoy, y los alemanes financiaron eso, sin preguntar para qué era el dinero.
Simplemente pensaban en meter sus enormes excedentes comerciales allí donde les
daban un punto porcentual de interés más. Así, entre 2005 y 2008, bancos
alemanes y franceses colocaron en España 320.000 millones de euros, gran parte
de ellos en el sector inmobiliario. Por eso, la responsabilidad, no ya del
inmobiliario sino de esta crisis sistémica, es general. Diría incluso que han
tenido más culpa los sectores financieros situados en el centro que los de la
periferia. Desde ese punto de vista, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son
más responsables que Grecia, Italia o España, por más que no haya palabras para
describir nuestra economía política, el ladrillo.
Alemania primero presta dinero para comenzar la casa
por el tejado, sin cimientos, lo que conduce a un estadio de euforia y falsa
riqueza en España. Luego, cuando se derrumba el castillo, compra deuda. A los
intereses iniciales (superiores a los que obtendría en su propio país) se suman
ahora los que le reportan los bonos. ¿Ha sido así de maquiavélico?
"Estados
Unidos, Alemania y Reino Unido son más responsables de la crisis que Grecia,
Italia o España"
Ante la situación de penuria que había en España, los
bancos han preferido retirar a puertos seguros el poco capital español que
había, en lugar de destinarlo a dar créditos. Y el puerto más seguro es el del
bono alemán, con lo cual hemos tenido no sólo una ruina por la situación que se
creó en España sino también una ruina agravada por la emigración hacia el norte
del capital que teníamos.
Le decía que hace años se embolsaron los intereses del
crédito que alimentó la burbuja y luego, cuando se fastidió todo, han comprado
deuda española por los altos porcentuales que le reportaba.
No podemos hablar en pasado, porque esto es un
presente. Los bancos alemanes y franceses siguen empantanados en el sur de
Europa. Siguen teniendo mucho dinero en riesgo aquí y por eso insisten en que
todo se focalice al pago de esta deuda bancaria a costa del sacrificio de las
clases medias y bajas de los países concernidos.
Más allá de la deuda, ¿tiene Berlín la suficiente
envergadura política y económica para imponer su hegemonía en la Unión?
No. Es la gran conclusión: Alemania, siendo más
poderosa que sus vecinos, no lo es tanto como para ser el nuevo hegemón de
Europa, porque le falta potencia para eso. Si no hay una corrección
significativa, todo se derrumbará encima de Alemania en forma de una disolución
de la Unión Europea. Es una perspectiva desintegradora.
A la chita callando y pese al antimilitarismo de la
sociedad, los gobernantes alemanes han devuelto a su país a la senda del
imperialismo, que en última instancia busca el control de los recursos
energéticos y las materias primas de otras naciones.
"Si en
2009 hubiésemos tenido tres o cuatro Grecias en Europa, el austericidio no
habría tenido lugar"
Alemania era una sociedad alérgica al imperialismo,
tras haber sido protagonista de la ola imperialista más criminal de la
historia, pero a partir de los noventa eso ha cambiado, lo cual es una pésima
noticia. Sigue por detrás de Francia y Reino Unido, pero progresivamente se
está implicando más: mantiene tropas en diversos lugares, es el tercer
contingente en Afganistán y cada vez habla con más desparpajo y menos vergüenza
de la necesidad de controlar los recursos globales... Es decir, está aceptando
el discurso estándar noratlántico en la materia.
Usted considera que los movimientos de protesta que
han surgido en España son "exhibicionistas" (sobre todo en internet),
pero no "transformadores". ¿Qué elementos cree que necesitan para
cambiar el estado de las cosas?
Dicho de una forma simple, si en 2009 hubiésemos
tenido tres o cuatro Grecias en Europa (es decir, países que hacen diecisiete
huelgas generales en dos años y donde surgen nuevas fuerzas políticas de
izquierda que amenazan con llegar al poder), esto no habría tenido lugar,
sencillamente se cortaría ahí. Hemos tenido a Grecia, sí, con un nivel de
contestación muy fuerte, pero eso no ha pasado en Italia, España o Portugal. Es
un hecho. Otra cosa es entrar a calificar al 15-M. Me voy a guardar muy mucho
de ningunear a estos movimientos. Es lo que tenemos, son importantísimos y hay
que cuidarlos, pero hoy por hoy son demasiado poco. Se necesita más.
Con "esto no habría tenido lugar", se
refiere a los recortes, ¿no?
"En
España ya había minijobs antes de la reforma, simplemente le han puesto nombre
a una relación laboral tradicional"
Claro. Si Bruselas hubiese visto el peligro de la
existencia de tres o cuatro Syrizas en esos países, le entraría miedo y se
vería obligada a moderarse. Esto es un juego de fuerzas. Tú metes metes el dedo
en el ojo de la clase media y baja: si reacciona gritando, no pasa nada; si da
un puñetazo en la mesa, es más alarmante; si te lo dan en las narices, ya
estamos en otro estadio. Y no se ha aplicado la fuerza necesaria... En Grecia
sí que se hizo, pero un solo país ha resultado insuficiente para parar todo lo
que se nos ha venido encima, ¿no crees?
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